Por Carlos M. Licona

El domingo 28 de noviembre se realizan las elecciones generales en el país, las mismas nos presentan dos escenarios posibles; el primero que el oficialismo logre imponerse por 4 años más y la segunda posibilidad es que gane Xiomara Castro. En cualquiera de las dos opciones el magisterio enfrentará un gran reto; trabajar por revolucionar la educación pública.

El Desastre de las Políticas en Educación

Uno de los mayores retrocesos perpetrado por el régimen juanorlandista ha sido en la educación pública, con un ministro de Educación -Marlon Escoto-, que en el 2012 inició la imposición de medidas tendientes a cumplir con las metas EFA (Todos Podemos Avanzar), que tenían que cumplirse en el 2015, reduciendo a cero la deserción escolar y la reprobación en el nivel básico. Las reformas educativas impuestas en los últimos 10 años han buscado flexibilizar la evaluación sumativa a los educandos, sin importar de que haya o no  aprendizaje significativo.

Las consecuencias de tales políticas fueron, por un lado, el acomodamiento, tanto de maestros como de estudiantes, a simplemente cumplir con las órdenes para converger en una calificación mínima del setenta por ciento, reduciendo ostensiblemente la calidad en el proceso de  enseñanza- aprendizaje; ello implicó la renuencia en la mayoría de los docentes a cualquier disposición emanada del Ministerio de Educación, fuera acertada o equivocada. El mejor ejemplo de esta situación se ha dado en la crisis ocasionada por la pandemia en los años 2020 y 2021, en que simplemente la interacción entre docentes y alumnos, en gran parte de los casos se ha limitado al intercambio de imágenes y mensajitos, siendo muy pocos los centros educativos en que se ha implementado adecuadamente la educación virtual, más por esfuerzo propio de maestros y madres de familia que por una política del gobierno congruente con dicha realidad.

En el año 2020, durante varios meses fue muy intensa la discusión entre la forma de evaluar a los educandos. El gobierno nunca supo a donde conducir el barco, optando por lo más sencillo, es decir, que los docentes evaluaran fuera como fuera, asignando una calificación sumativa en un rango de 0%-100%, y además, que los estudiantes tuvieran oportunidad de presentar sus tareas sin importar el tiempo ni las excusas.

Al hacer un recorrido de estos  últimos 12 años, es fácil darse cuenta que el retroceso es de muchos años. La situación en educación se empeoró con la pandemia, y aun más con las tormentas tropicales que nos azotaron a finales del 2020, volviendo más preocupante la problemática, sobre todo porque no se han tomado correctivos inmediatos, ni se ha procedido a reconstruir y/o mejorar la infraestructura física en miles de centros escolares ya de por sí depreciados y en condiciones lamentables.

El reto del magisterio al frente de la Educación Pública

El escenario más deprimente para la educación sería el continuismo del régimen, ya que hasta ahora solo han demostrado que son geniales para saquear al país, poco o nada les ha importado el sector educativo, y lo que con tanta algarabía llamaron la Tercera Reforma Educativa, no pasó de ser mero proselitismo gubernamental; en cambio, la única alternativa vista en el horizonte político para que el magisterio muestre su compromiso, capacidad y amor por el país es el cambio de régimen, situación que ofrecería la oportunidad de iniciar el año 2022 planteándose el reto de recuperar la educación pública, volverla de calidad y desarrollar un plan coherente y efectivo hacia una verdadera transformación que posibilite en el futuro ser la piedra angular para los procesos revolucionarios que deben gestarse a partir de la lucha popular.

Aún no se sabe cómo se iniciará el año lectivo; sin embargo, desde ya se debe pensar en un plan inmediato, y consensuado con el nuevo gobierno, esperamos que, liderado por LIBRE, al que se le deben ir haciendo los ajustes necesarios, con la inclusión de todos los sectores de la población. El magisterio cuenta con el suficiente recurso humano para buscar soluciones; no obstante, un nuevo gobierno debe abrir muchas plazas más para enfrentar esta realidad que por ahora es muy deprimente. No cabe la menor duda que ante un nuevo panorama, el magisterio abrirá la mente y pondrá toda la disposición posible para sacar la educación pública del profundo agujero en que la narcodictadura la ha metido. Sin duda alguna que en el 2022, los docentes deben estar al frente impulsando y defendiendo la Educación Pública de calidad.