Por Carlos M. Licona

Si hay algo que reconocerle a la narco dictadura “juanorlandista” es la habilidad para aplastar los movimientos y sectores en lucha, obviamente, estos garrotazos asestados con puntería y terribles consecuencias para el gremio, son facilitados por el comportamiento individualista y oportunista de muchos dirigentes.

El sector magisterial evolucionó de ser un sector de vanguardia a ser uno de los más divididos, apáticos y limosnero de los últimos años. No es casual esta realidad en la actualidad, ha sido toda una estrategia muy bien orquestada por el régimen con la culpabilidad de direcciones sin proyectos revolucionarios. Las y los docentes son emotivos, de la misma forma que pueden sumarse en la efervescencia de una lucha pueden opacarse e invernar por largos periodos de tiempo, este comportamiento contradictorio proviene de una cultura arraigada en el liderazgo de “caciques” a lo largo de la historia del país, pero además, también es culpa de dirigencias “centristas” que van a donde se mueve la marea.

Un cambio generacional entre los que se han jubilado y que se formaron en el fragor de la guerra fría, y ahora; una juventud carente de principios revolucionarios  e indiferente a la formación ideológica, al parecer, esta contradicción facilita la introducción de “virus” en el gremio, de tal forma que se arraigan en las direcciones grupitos que muy rápido se burocratizan actuando de forma arrogante e individualista, dejando a un lado los objetivos comunes a todo el gremio.

¿Quién es el culpable de la división?

Sería muy subjetivo culpar solamente a las dirigencias, la base también es culpable al volverse indiferente y no asumir su responsabilidad en formarse y postularse para ser dirección, pero hay algo peor todavía, muchos docentes aun no son capaces de cortar con el cordón umbilical que les ata a los partidos políticos burgueses, por lo tanto, no es extraño que muchos docentes levanten la bandera del narco partido nacional o la del comparsa partido Liberal. Cuando se luchó por la aprobación del Estatuto del Docente en la década de los 80 y 90, uno de los objetivos que se exigió en la ley fue homologar el salario base entre los maestros de educación media y los de primaria, anteriormente al estatuto siempre se beneficiaba más a los docentes de media con los aumentos salariales, se creyó en aquel entonces que de esta forma no existiría división en el gremio, pero al contrario, al aumentar los salarios se aumentaron las cotizaciones a los colegios magisteriales y muy rápido se capitalizaron volviéndose arcas abiertas para los corruptos. Desde entonces, las direcciones descuidaron la formación ideológica a tal punto que se vuelve inaudito que todavía existen maestros que le aplauden a “Carías” o a “Pajarito”.

En las luchas del magisterio siempre se han dado negociaciones con el gobierno de turno, desde esta trinchera se ha condenado y definido como traición cuando se negocia a espaldas de la base, sin embargo, es ser más papista que el papa el usar una actitud unilateral de un docente o de un colegio magisterial como pretexto para no unificar al gremio. Tenemos un enorme reto para unificar al magisterio, ya sea que siga la dictadura o que se de un cambio de régimen, el magisterio nacional debe ser consciente de que la unidad es impostergable, si las dirigencias no quieren unificarse debe ser la base que asuma la responsabilidad de exigir y pelear por la unidad, al parecer, los 6 colegios magisteriales en una actitud inmadura y arrogante no tienen disposición para unificarse, ante la  incertidumbre de lo que suceda en las elecciones de noviembre, el magisterio nacional tiene la obligación de organizarse y unificarse alrededor de un programa de lucha para enfrentar 4 años más de dictadura o rescatar en las calles -ante un nuevo gobierno- las conquistas eliminadas por este narco gobierno.

El magisterio debe ser el faro que oriente

 

El último ejemplo de lucha mostrado por el magisterio fue en el 2019, pero a la vez; también fue motivo para la última división por las actitudes osadas y mezquinas de las dirigencias, una lucha apoteósica del sector de los médicos y maestros donde se sumó el pueblo hondureño, principalmente los jóvenes que se enfrentaron a los órganos represores. Los médicos siguen muy unidos y también se sentaron con el gobierno (actitudes que no cuestionamos), y ahora, también andan en política mientras el gremio docente se encuentra más dividido que nunca, con cada colegio magisterial por su propio rumbo dando pasos de ciego. La unidad es una exigencia y es obligación de la dirigencia buscarla. El magisterio debe ser un faro que alumbre el camino.