Por Frandav Lifú

La carrera por alcanzar la presidencia de la república para el periodo 2022-2026 ya se inició con 14 partidos políticos y dos candidaturas independientes, 14 candidatos son hombres y dos son mujeres. Indudablemente, solamente 4 partidos obtendrán un caudal electoral muy significativo mientras el resto se la juegan a no quedar en ridículo y esperar que al menos los familiares les den el voto.

En el orden de mayor votación obtenida en los últimos dos procesos electorales (2013 y 2017) están el partido Nacional (gobernante), partido Libertad y Refundación (LIBRE) y partido Liberal, un cuarto partido político (Salvador de Honduras) que por primera vez participará en las elecciones es el que encabeza el presentador de televisión Salvador Nasralla, sin embargo, este partido aun no logra captar la atención del electorado de forma que se visualice como un fuerte competidor.

Una enredadera de exabruptos

Sin duda alguna que Nasralla es una de las pocas personas políticas que participa y no lo hace por lucrarse como la mayoría si lo hace, sin embargo, su inestable personalidad y su elevada egolatría lo vuelven muy chocante y no le permite ascender en la simpatía de la población. La fuerza de sus seguidores radica en su rol de presentador de TV, comentarista deportivo y los que volaron a su regazo emigrado del partido Nacional y del partido Liberal, de ahí que muy rápido se ha evidenciado su debilidad interna al ser incapaz de consensuar y completar las planillas  de candidatos a nivel nacional.

Nasralla no es más que un niño que se ilusiona con un juguete nuevo  y que salta de alegría sin importar si los que le rodean si llevan como objetivo el beneficio propio. Es un proyecto a largo plazo de la ultraderecha encaminado a sustituir al partido Nacional y Liberal, de hecho, la empresa privada a través de Pedro Barquero tiene su mayor referente en la enramada de indecisiones. Si bien es cierto Nasralla no se visualiza como alguien ambicioso, si se vio involucrado en cuestionamientos con el uso de la deuda política (15 millones de lempiras) en su primera participación con el Partido Anticorrupción (PAC) y que Marlene Alvarenga le exigió explicaciones. En las elecciones del 2017  le correspondió a LIBRE la deuda política (45 millones de lempiras) porque Nasralla no tenía partido en ese entonces.

El negocio de los partidos emergentes y candidaturas independientes

En las elecciones generales del 2017, entre los seis partidos con menor votación sumaron 30,187 votos, un promedio de 5,000 votos por candidato, con esa participación el Tribunal Nacional Electoral les entregó cerca de 10 millones de lempiras a cada partido, dinero del que no dieron explicaciones en que gastaron.

Según análisis de ASJ (Asociación Para una Sociedad más Justa), en la recién aprobada ley electoral y que ya está en vigencia se plantea “Capacitación y formación de los miembros de los partidos políticos. Equivalente al 10% de lo que se pagó en concepto de deuda política al partido ganador en las elecciones generales, a cada partido político”  para el caso, el 10 % de la deuda política del PN en el 2017 andará cerca de los 5.5 millones y medio para cada partido (ejemplo hipotético), dinero que pueden gastar los partidos emergentes siempre y cuando lo justifiquen ante el Consejo Nacional Electoral, aún queda la duda sobre si las candidaturas independientes también estarían recibiendo el porcentaje del 10 % al no tener partidos políticos son personas naturales.

Diversificar el voto, artimañas y ganancia

De las 16 candidaturas; 7 no se sabe quiénes son, 2 son ex militares, 4 son partidos nuevos en comparación con el 2017, 3 de ellos fueron del FNRP (o LIBRE) pero se ligaron al régimen, son muchas caras donde no existen diferencias mínimas entre un partido Nacional y una UD, un Alianza Patriótica, un PAC, un PDCH, un FAPER o un VAMOS, solo por mencionar los más notorios y que ya participaron en las elecciones anteriores. Inscribir tanto candidato tiene como objetivo diversificar el voto y hacer alianza global a favor del partido gobernante, tal y como sucedió en el sorteo fracasado del 21 de agosto, también es evidente que entre 5 y 7 millones de lempiras que se puedan recibir para gastar en simulacros de capacitaciones son bienvenidos y fácilmente justificables para tapar el ojo al macho. Hay un punto más; declarar como ganador al candidato oficialista desde un día antes de las elecciones generales.