Por Maximiliano Cavalera

Más de 5 meses han pasado desde que en la Universidad Nacional Autónoma se inició la lucha en contra de la aprobación de las normas académicas. A la fecha, y en medio de la gran represión que encabeza la rectora Julieta Castellanos, es necesario sentarnos a realizar un pequeño balance sobre cómo se ha afrontado la lucha, las consecuencias políticas y la dinámica en la que estamos inmersos. Es decir, debemos ver en perspectiva lo ocurrido y al mismo tiempo, plantearnos los nuevos retos que nos imponen cada día.

La lucha contra las normas académicas

Antes que nada, es importante abordar el problema de las normas académicas, hoy relegadas al recuerdo no por la voluntad política de los estudiantes, sino debido a que la represión que ha desplegado la rectoría en contra de los estudiantes ha enfocado la lucha hacia la defensa de los mismos. Como podemos ver hoy más que nunca, las reformas académicas constituyen la materialización de una embestida mercantilista y represora en la Alma Mater. Por ende, la lucha planteada en primera instancia para evitar la aprobación y luego para derogar las reformas académicas es un mérito histórico de los compañeros y compañeras que han estado en pie de lucha.

En muchos sentidos, la lucha se ha librado de manera correcta, claro está con altos y bajos, y sobre todo tomando en cuenta que el nivel de conciencia de la mayoría de la población estudiantil, también es un reflejo de la pasividad en que está postrada la sociedad hondureña.

Los pasos por aulas, asambleas estudiantiles y movilizaciones han sido políticas correctas. Pero en la lucha de clases no siempre triunfa el que tiene políticas correctas, sino el que sabe aprovechar los tiempos y da el golpe en el momento indicado. Esa es una lección vital para el movimiento estudiantil, porque en este momento los estudiantes libran una lucha contra un aparato centralizado que tiene recursos económicos y políticos que están siendo utilizados para acabar con cualquier oposición.

Nuestra realidad impone trabajar en alianzas solidas entre los movimientos estudiantiles de todos los recintos universitarios, consolidar una agenda común de lucha, emplazar y establecer alianzas con los docentes y trabajadores universitarios, quienes son pisoteados y perseguidos por el gobierno universitario. Establecer una red logística de simpatizantes que ayuden a desarrollar nuestra agenda política. Pero sobre todo tenemos la necesidad de trabajar y consensuar puntos o reivindicaciones concretas que unifiquen la lucha de todos los estudiantes universitarios a nivel nacional. Los acontecimientos que hemos afrontado nos enseñan claramente que consignas y agendas separadas fortalecen a la rectoría y nos vuelven vulnerables a sus ataques.

Estos puntos deben de ser abordados en concordancia con un plan de lucha articulado, discutido y aprobado tomando en cuenta los intereses de los y las estudiantes.

Violación de derechos humanos

Sin duda la rectoría, en función de imponer su agenda, ha hecho lo que ningún otro rector se ha atrevido a realizar, y es criminalizar la protesta estudiantil. Julieta Castellanos ha llamado a seis estudiantes a audiencias de descarga en Tegucigalpa. Estas audiencias fueron realizadas inconstitucionalmente, sin permitirles a los alumnos el derecho a tener defensa legal, bajo el absurdo pretexto de no tener carnet de estudiantes. Hasta dónde ha llegado el circo montado por doña Julieta Castellanos, que no asegura institucionalmente un carnet, y por sus negligencias administrativas no permite el ejercicio un derecho fundamental.

Pero la represión de la rectora va más allá, no conforme con procesar institucionalmente a los estudiantes de Tegucigalpa, acusó a 6 estudiantes del Valle de Sula ante el ministerio público. Esta semana otros seis estudiantes han sido llamados al Ministerio Público acusados por la rectoría de dañar bienes públicos.

Todos los estudiantes estamos conscientes de que la lucha no puede estar fuera de la defensa de los estudiantes que están siendo procesados, y ahí radica la importancia de mantener las banderas democráticas elementales.