Por Aquiles Izaguirre

Este mes, la lucha estudiantil ha estado en la palestra de la opinión pública. El conflicto provocado por la aprobación de las reformas académicas ha sido el detonante de la movilización de los estudiantes tanto en San Pedro Sula como en Tegucigalpa. En el recinto universitario del Valle de Sula las protestas se vieron materializadas en la toma del mismo. En Tegucigalpa, se concretaron con movilizaciones y la toma parcial durante una hora de la Ciudad Universitaria. Al día de hoy, la trampa planteada por el diálogo con la rectoría ha sido mordaz y, en los hechos, ha desmovilizado a los estudiantes sin ninguna garantía de que serán escuchados.

Las reformas académicas

La lucha contra las reformas académicas no es algo nuevo; desde el período pasado se ha venido gestando un movimiento que ha buscado detener las nuevas normas que regirán los parámetros académicos de los y las estudiantes universitarios. Las reformas académicas fueron concebidas desde arriba hacia abajo, y no son producto de una discusión amplia de todos los sectores involucrados en la vida académica de la UNAH. Todo lo contrario, la Rectoría se ha impuesto nuevamente, avasallando a cuanto sector enemigo e independiente ha encontrado a lo largo de su gestión.

Estas reformas contemplan cambiar el puntaje para aprobar las clases. Ahora para aprobar una clase la nota que deben sacar los estudiantes será del 70% para estudiantes de pregrado, y 80% para estudiantes de posgrado (art 253); el índice para matricularse en cada período será del 60% (art 243); una clase solo podrá ser repetida 3 veces (art 250); se establecen cobros a estudiantes que reprueben o no se presenten a clases al final del periodo (art 250 y 251); se cobrará por el uso de laboratorios; se facultará a los coordinadores, inconstitucionalmente, al acceso directo a la información personal de los estudiantes (art 170 y 240); y se institucionaliza el examen de admisión que ha excluido a más de 80 mil estudiantes.

En la capital el movimiento ha llegado a tener cierta fuerza. En el periodo pasado las movilizaciones fueron una tendencia; se realizaron asambleas, pases por aulas, movilizaciones. La cúspide de la lucha llegó cuando se realizó una movilización para liberar al compañero Darío Morán que había sido detenido en una protesta por la policía nacional. En aquella época se logró detener temporalmente las reformas académicas. Sin embargo, este período académico no inició con tanta fuerza, y en los hechos, la rectora logró aprobar las reformas.

Las reformas impulsadas por la rectoría obedecen a un nuevo modelo educativo. Éste se concibe desde el punto de vista de que la educación deja de ser un derecho, y pasa a ser un producto comercial. Bajo este enfoque, la reducción del gasto es una prioridad. Estos recortes se realizaran reduciendo la cantidad de estudiantes que ingresan al sistema educativo superior, y al mismo tiempo, la carga académica para los docentes es un hecho. La venta de servicios tanto para la empresa privada como a los alumnos es una prioridad. En el recinto universitario de la Ceiba se está realizando en este momento el proyecto piloto que se aplicará en el resto de los recintos universitarios en Honduras. Para materializar este nuevo modelo, la rectoría debe excluir a miles de estudiantes, maquilizar a los docentes universitarios, establecer una élite administrativa, concentrar el poder en las manos de la rectoría y cobrar todos los servicios que ofrece la UNAH.

El diálogo

A pesar de la baja intensidad con que inició la lucha contra las reformas académicas en este período, el proceso se inició con muchos sectores involucrados. Estos incluían a los frentes tradicionales, el MER, el Movimiento Amplio Universitario, las asociaciones de estudiantes, entre otras organizaciones. En el Valle de Sula los estudiantes iniciaron con una asamblea que votó la toma del recinto universitario. En los hechos, la toma se llevó a cabo por una vanguardia estudiantil. No tardó mucho la toma cuando la rectora remitió a los dirigentes estudiantiles a la fiscalía para que fuesen procesados penalmente. La solidaridad con los compañeros no se hizo esperar; en Tegucigalpa se inició la lucha en solidaridad y en contra de la aprobación de las reformas.

Poco a poco la lucha dejó de tener como objetivo frenar las reformas académicas, sino abrir el diálogo. Esta consigna democrática, ante la intransigencia de la rectoría, fue todo un éxito, solo que trae aparejada una pequeña trampa, es decir, los estudiantes dejamos de luchar contra las normas académicas, la lucha pasó de ser ofensiva para llegar al terreno de la rectoría. Por así decirlo, la lucha quedó aplazada en cuando la rectora llamó al diálogo; este diálogo no trajo consigo ningún compromiso de la rectoría de escuchar o tomar en cuenta a todos los estudiantes, ni los docentes y mucho menos a los trabajadores. Y eso fue exactamente lo que pasó, Julieta Castellanos hizo una pantomima de diálogo y regresó a su habitual soberbia negando el derecho democrático a la participación e inclusión a los estudiantes.

Represión y violación de los derechos

En medio de las protestas, la rectoría ha tomado la posición más peligrosa; como ya se mencionó, se intentó procesar a los compañeros del Valle de Sula, y en Tegucigalpa hay una política de acoso violatoria de los derechos fundamentales de los estudiantes. Se ha amenazado, se han filmado y se está acosando a los compañeros involucrados dentro del proceso. La “seguridad” privada se ha convertido en el arma de represión de la rectoría en contra de los estudiantes o cualquier actor que intente oponerse a los lineamientos de la rectoría. Es importante mantener una campaña en contra de este acoso sistemático de las autoridades universitarias. Lo recomendado es denunciar esta actitud ante los organismos de derechos humanos.

La podredumbre de los Frentes Estudiantiles

En medio de las protestas en solidaridad con los compañeros del Valle de Sula, el FRU se sentó a negociar con la Rectoría. Esta acción no sorprende a nadie, estas organizaciones se han transformado en borregos de las autoridades. Estas organizaciones son y representan una burocracia en decadencia sin base social y representatividad en la población estudiantil. Su lucha está vinculada no a los intereses de clase de los estudiantes, sino que buscan cómo tener algunos privilegios. Es decir, aspiran a percibir los fondos y los privilegios que la universidad debería asignar al movimiento estudiantil universitario.

Coordinación en la Lucha

Lejos de que el problema de las reformas académicas se haya resuelto, el problema está latente. Sobre todo porque éstas se aplican sin considerar las condiciones sociales, económicas e institucionales del país. Por ende, debemos estar claros de que tenemos en las manos un problema que será sentido por toda la masa estudiantil. Debemos evaluar cómo se ha llevado la lucha, y no solo eso, sino prepararnos para hacerle frente a esta embestida; es necesario hacer un llamado a los estudiantes del resto de los recintos universitarios para apoyar evaluar y coordinar el proceso de construcción de un movimiento estudiantil sólido y unificado.

Divide y vencerás

Las autoridades universitarias están claras de que dividiendo la lucha de ambos recintos universitarios lograrán atomizar la resistencia. Por ende, llamaron al diálogo solo a los compañeros del Valle de Sula, intentando aislar la lucha que se lleva a cabo en Tegucigalpa. Esta experiencia nos debe servir para estar claros de que es necesario trabajar en una agenda común que nos una en las reivindicaciones de todos los y las estudiantes.

Pero no basta solo con la coordinación de los estudiantes, las reformas universitarias también afectan a los docentes, a quienes se les asigna más carga académica y horas laborales. Es necesario hacer un llamado a que los catedráticos y los trabajadores se pronuncien y a que se solidaricen con los estudiantes.

La experiencia está abriendo el camino de la lucha, es necesario seguir profundizando con las asambleas estudiantiles, pasar por aulas haciendo conciencia a los compañeros y sumarlos a la discusión sobre las reformas académicas. Hay que emplazar a la rectoría a que sean los estudiantes, docentes, trabajadores y personal administrativo los que decidan el futuro de estas normas académicas. Hay que luchar por un REFERÉNDUM PARA QUE, EN UN EJERCICIO DEMOCRÁTICO, SE DECIDA SI LAS REFORMAS ACADÉMICAS DEBEN SER APROBADAS.

Es necesario obliga a la rectoría a que convenza a los estudiantes de que este nuevo modelo es el que más le conviene; el referéndum no solo nos lleva a una simple votación, sino que nos permitirá debatir abiertamente el problema de la educación superior y el modelo más idóneo para nuestra realidad, claro está intentado transformar la misma.

No nos dejemos engañar con la palabrería de que las reformas son ley, peor aún, cuando la administración se ha abrogado el derecho de imponer a los representantes estudiantiles. CUANDO UNA NORMA ES ILEGÍTIMA Y ES PRODUCTO DE LA USURPACIÓN DEL EJERCICIO DEL PODER, NO DEBE SER RECONOCIDA y debe ser abolida.