Por Armando Tezucún

Entre el 27 de mayo y el 11 de junio se celebró en Ginebra, Suiza, la 110° Conferencia Internacional del Trabajo, organizada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Como sabemos, la OIT es un organismo internacional que se rige por el “tripartismo”, es decir en su seno las decisiones se toman entre representantes de los gobiernos de los países miembros, de los empresarios y de los trabajadores.

Por parte de Guatemala participaron en el evento, como representantes de los trabajadores, los compañeros Carlos Mansilla, secretario general de la Confederación de Unidad Sindical de Guatemala (CUSG) como delegado titular y Luis Alpírez del Frente Nacional de Lucha (FNL), como consejero técnico y delegado suplente. Ambos delegados representan a los grandes bloques sindicales de Guatemala, el Movimiento Sindical y Popular Autónomo Guatemalteco y los Sindicatos Globales.

En una conferencia de prensa y foro realizados el 18 de julio, los delegados laborales presentaron su informe sobre el trabajo que realizaron ante la OIT, específicamente la denuncia de la violencia antisindical que impera en el país, el incumplimiento de las leyes laborales, de los convenios internacionales de la OIT sobre libertad sindical y negociación colectiva firmados por el Estado guatemalteco. Esta es una situación que data de muchos años atrás, en la que gobiernos y empresarios se han aliado para desconocer y atacar los derechos de las y los trabajadores.

Los compañeros Mancilla y Alpírez informaron que durante la conferencia de este año se trató el caso de Guatemala los días 3 y 6 de junio y contaron con el respaldo de organizaciones sindicales internacionales como la Confederación Sindical Internacional y la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas, e hicieron labor de lobby con diversas comisiones de participantes a la conferencia. La delegación del gobierno guatemalteco estuvo encabezada por el ministro de trabajo y la embajadora de la misión permanente ante la OIT, que presentó un informe con el respaldo del delegado de los empleadores.  

El 6 de junio se llevó a cabo la reunión de la Comisión de Aplicación de Normas (CAN), y ella los compañeros delegados denunciaron, entre otras cosas, la campaña periodística antisindical del gobierno y empleadores que pretende “hacer ver a las organizaciones sindicales como responsables del desgobierno, y corrupción y la crisis económica” del país, los más de 100 asesinatos de sindicalistas registrados en los dos últimos años, los despidos de trabajadores por intentar organizarse sindicalmente, las trabas ministeriales para la inscripción de nuevos sindicatos, etc.

La CAN adoptó una resolución en la que pide al gobierno de Guatemala: investigar todos los actos de violencia y amenazas contra dirigentes sindicales; proporcionar protección a los dirigentes sindicales amenazados; eliminar los obstáculos legislativos a la libre constitución de organizaciones sindicales; garantizar que las decisiones judiciales de reincorporación al empleo tras los despidos antisindicales se ejecuten sin demora; aumentar la visibilidad de la campaña de sensibilización sobre la libertad sindical; redoblar los esfuerzos para aplicar la hoja de ruta adoptada en 2013; presentar antes del 1 de septiembre de 2022 una memoria con información sobre la situación del Convenio 87 de la OIT en la legislación y en la práctica.

En respuesta a una pregunta que se hizo durante el foro, el compañero Mancilla respondió que ante la constante negativa del gobierno y empleadores de cumplir con las resoluciones de la OIT y sus comisiones, los trabajadores deben volver a tomar las calles y realizar acciones de hecho para defender sus derechos, pero actualmente hay temor a hacerlo. Este es un tema crucial que es necesario debatir en el seno de los sindicatos.

La OIT es una de las varias entidades internacionales que fueron fundadas después de la revolución socialista de 1917 en Rusia, con el propósito de atenuar las causas que condujeron a fuertes movimientos revolucionarios obreros en Europa al finalizar la Primera Guerra Mundial; su propósito es básicamente contrarrevolucionario y en su fundación colaboró estrechamente la socialdemocracia internacional, que traicionó al movimiento obrero durante la conflagración mundial. Por tanto, los trabajadores guatemaltecos no debemos esperar que semejante organismo resuelva los acuciantes problemas que enfrentamos en nuestras organizaciones. Debemos empezar un profundo debate sobre cómo revitalizar nuestras luchas en los hechos, frente al efecto que tiene en nuestros sindicatos la enorme falta de empleos formales y frente a un gobierno cada vez más dictatorial. Las respuestas solo pueden surgir de nuestras propias organizaciones y bases.