Por Hercilia Cáceres

El COVID-19 es una enfermedad infecciosa causada por el virus SARS-CoV-2 (HCoV-2), coloquialmente llamada como “Coronavirus”, debido al nombre de la familia a la que pertenece y que alberga distintos virus, de los que solo siete pueden causar enfermedades en humanos. La familia de los coronavirus se denomina de esa manera debido a que sus membranas poseen formas de corona y suelen habitar en aves, mamíferos como perros, gatos, murciélagos. De los 7 coronavirus que afectan humanos, 4 son leves HKU1, NL63, OC43 y 229E, mientras que los otros 3 provocan enfermedades graves SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2.

Acerca del Origen

Según el artículo “El origen próximo del SARS-CoV-2”, publicado recientemente por la revista “Nature medicine”, debate claramente, las teorías conspiracionistas de que dicho virus fue construido a propósito en grandes laboratorios. Para lograr esta conclusión, los científicos compararon 4 coronavirus semejantes al SARS-CoV-2 y la estructura genética del Pangolín (mamífero distribuido en Asia y África), por lo que establecieron que este virus no es una manipulación humana, ya que no deriva de algún esqueleto de virus utilizado con anterioridad, que es necesario para la creación de un virus nuevo.

Asimismo, se propusieron dos hipótesis, una de ellas indica que el HCoV-2 pudo haberse originado de los animales presentes en el mercado de Wuhan, el virus logró mutar o combinarse con otros genes y se volvió capaz infectar humanos. Se ha encontrado semejanza entre las secuencias genéticas de este nuevo coronavirus con las de un coronavirus de murciélago (RaTG13) y las del ya mencionado Pangolín, pero nada crea una relación completamente directa. La segunda hipótesis indica que el virus pudo saltar de un animal y la mutación o combinación de genes se produjo directamente en el humano, lo que difiere de la primera presunción antes mencionada.

Una suposición, indica que el virus podría haberse fugado de un laboratorio de máxima seguridad, pero no existe ninguna evidencia, ya que se habría requerido el aislamiento previo de un virus progenitor con una similitud genética muy alta, lo que no se ha encontrado en ningún estudio.

Para discernir más acerca del origen se requieren de más estudios, porque si este virus se produjo en animales y se adapta en otras especies, pude existir una reaparición de la enfermedad en el futuro, pero si se originó en humanos, el riesgo de otra reaparición es poco probable.

Problemática del COVID-19

Esta enfermedad ha ocasionado ya más de 300000 casos repartidos en más de 160 países, ocasionando alrededor de 13000 muertes, siendo Italia el país que presenta la mayoría de estas. Además de las pérdidas humanas, este virus ha causado innumerables estragos en la economía, afectando principalmente a la clase trabajadora. Resulta una falacia mencionar que el  SARS-CoV-2 no discierne entre clases sociales, cuando la realidad es que quiénes se ven más afectados son aquellos que además de la pandemia deben acarrear con hambruna, falta de ingresos económicos, escasez de asistencia en salud, y otra gran cantidad de problemáticas como las que se relacionan con los microempresarios y las personas dependientes del trabajo informal.

Muchos de los gobiernos siguen sin presentar soluciones que beneficien a las mayorías, tal como es el caso de Alejandro Giammattei, quien establece mandatos contradictorios que busquen beneficiar a los grandes empresarios, más no a la población en general. Pese a que el COVID-19 afecta en su mayoría a personas de la tercera edad y personas inmunodeprimidas (con sistema inmune defectuoso), estos no cuentan con asistencia especializada, ni protección estatal, ya que buen número de estos viven en condición de calle.

Por otro lado, Guatemala, un país que no invierte lo necesario en ciencia y salud, perfila a padecer graves consecuencias a raíz de ignorar las recomendaciones realizadas por expertos, valiéndose de su servilismo al sector privado, sin importar que sean los trabajadores y trabajadoras quiénes se expongan a condiciones paupérrimas para evitar despidos y tener una fuente de alimento. A esto se suman aquellas personas que viven al día y dependen de la economía informal, ya que el gobierno tampoco ha generado políticas que brinden por ejemplo, una renta básica como medida de protección social y económica. También vale la pena mencionar la problemática económica a la que se suscriben los migrantes en Estados Unidos, ya que al no obtener ingresos, ni estar protegidos por la renta propuesta por el Donald Trump, el ingreso de las remesas se verá disminuida, lo que afectará en gran medida la economía interna.

No solo la renta básica debe ser una prioridad, los grandes empresarios y las grandes transnacionales deben estar obligadas al pago de impuestos que serán necesarios para afrontar en parte la crisis económica que se encuentra a la vuelta de la esquina. Las empresas de energía eléctrica deben verse en la obligación de mantener a la población con este servicio indispensable, además de reducir las tarifas. Los bancos por su parte, deben retener el cobro de préstamos y crear cuotas de pago accesibles para  aquellos que se vean afectados directa o indirectamente. Igualmente, se debe asegurar alimentación para toda la población, como un mandato universal, incluyendo micronutrientes que aseguren un sistema inmunológico fuerte y subsane a los sectores empobrecidos, con desnutrición o con posibilidad de ingresar a estos elevados índices. 

Para la mitigación de esta enfermedad es indudable el fortalecimiento del sistema de salud, el garantizar los elementos de bioseguridad necesarios para la protección de los trabajadores de este sector, y el desecho adecuado, con responsabilidad de los insumos utilizados para evitar contagios y contaminación en cuentas de agua y los distintos ecosistemas. Otra falencia que se deber fortalecer es la inversión en más pruebas de COVID-19, además de generar recursos para la investigación científica con el equipo indispensable para generar resultados que ayuden en la solución y resiliencia en este tipo de problemáticas biológicas. A futuro se requiere de mejoras en la prevención de riesgos, aumentando el presupuesto en la educación pública, salud, ciencia y tecnología.  

Son múltiples las demandas que se deben realizar a los gobernantes, con medidas que afecten lo mínimo a la población que está padeciendo de los estragos de esta enfermedad, no solo en el área de salud, sino todos los relacionados con el indispensable derecho de una vida digna.