Por Tyscho

La burguesía en Guatemala está descolocada, desde que el fallido proyecto de reforma del régimen político desde las altas cúspides del Estado burgués, fuera abortado por la retrógrada y suicida naturaleza de la oligarquía nacional, así como de las fracciones de la nueva burguesía que han tenido como forma de acumulación originaria el saqueo sistemático de las arcas del Estado; cada ámbito en el que se desenvuelve la vida del régimen político, es un terreno propicio para ver el desgaste de la demacrada voluntad de poder de la clase dominante en Guatemala, el accidentado debate por la aprobación del Presupuesto General de la Nación en 2020, no ha sido la diferencia.

Los matutinos de toda índole han dado poca cobertura a la noticia, pues se trata de aminorar la crítica situación de choque y no de consenso al interior de la clase dirigente. El enfrentamiento se ha producido ya, adentro de la madriguera de Alibaba en el hemiciclo del Congreso de la República, las últimas dos semanas se han consagrado a dejar de manifiesto las diferencias entre las fracciones burguesas ahí representadas, por un lado el presidente electo Alejandro Gimmattei (Vamos), que ha aprovechado el largo período de transición para tener una suerte de Ejecutivo en las continuas ruedas de prensa, mientras el cadáver político del actual presidente no ha salido aun del despacho; el electo ha hecho una demostración de fuerzas para cuadrar a los legisladores actuales ante sus planes de negociar antes del sábado 30 de noviembre –última fecha para aprobar– el presupuesto que desea, por el otro lado este tira y afloja ha costado la seguridad que tenía la Junta Directiva del Congreso (Unionista-FCN-Todos) de poder aprobar la semana pasada dicho presupuesto, contrario a lo que manifiestan nuestros amigos progresistas de la centro izquierda, la discusión por el presupuesto demuestra que no hay unanimidad al interior de las diferentes fracciones burgueses representadas en el Congreso.

La propuesta inicial remitida al Congreso de la Republica ascendía a los Q. 90.92 millardos, si el enfrentamiento entre los agentes de la fracción burguesa que ha ejercido el mando durante el gobierno de Jimmy Morales sigue, el electo tendrá que conformarse con el presupuesto vigente para 2018, de unos Q. 87.7 millardos.  El electo ha anunciado públicamente lo que iba a pasar, antes siquiera que la policía hiciera posible, que la semana pasada bajo los ya recurrentes anillos de seguridad –que se han mantenido durante el inicio de la presente–, que posibilitaron la concurrencia de los diputados al Congreso, después en varias jornadas manifestaciones que bloquearon el acceso al Congreso, en contra del presupuesto, contra las reformas al código penal y al código procesal en el último intento de esta legislatura por blindar su impunidad con la Ley de Aceptación de Cargos, que beneficiará a los presos y a los señalados por corrupción que perderán su inmunidad el próximo año, cuando termine su periodo.

La rabieta del electo al anunciar que los 25 diputados que tomarán parte directa o indirectamente en su gobierno, se acrecentarán con otros 80 que votaron en contra para que la propuesta no fuera aprobada: “Nosotros lo que estamos pidiendo es la readecuación para que el presupuesto pase el próximo martes. Si lo readecúan y aceptan las enmiendas de curul que vamos a solicitar, vamos a ser los primeros en felicitar al Congreso, pero si no que dejen el que está y yo voy a trabajar con lo que me dejen” (La Prensa Libre 22 de noviembre) de esta manera el gobierno del electo parece no contar ya con la gran coalición de derecha que le aseguró la victoria presidencial, pues ahora cada grupo de bandidos tiene sus propios intereses de cara a perder la inmunidad o asegurarse el manejo directo de algunos fondos públicos para el próximo año.

El electo no contraviene el presupuesto por los publicitados bolsones de corrupción que tiene la propuesta, como lo es dar más de Q. 150 millones a cerca de 30 organizaciones no gubernamentales (ongs), de las cuales la mayoría están recientemente inscritas –hechas a la medida para el latrocinio–, por lo tanto no tienen historial o experiencia que valide esta inflada asignación, otras no cuentan con Numero de Identificación Tributaria (NIT), por lo cual son fantasmas hechos con el único fin de estafar el dinero público, sin olvidar su vinculación a los partidos gobernantes y su operadores. Otro de los lugares comunes que ha querido aprobar el actual gobierno y sus partidos, son los más de 300 millones de quetzales de baja en el rublo de nutrición, en un país donde 1 de cada 3 niños –un 47%– sufre de algún grado de desnutrición, infamia que determina y reproduce el ciclo imparable de la pobreza, al quedar el desarrollo mental y físico quebrantado. Así como el casi 60% de bajada a la inversión en infraestructura pública –unos Q. 4 mil millones– del presupuesto del 2019, que estaba en Q. 6 mil millones, seguramente encaminado a finiquitar la destrucción total de la red vial del país, para poder justificar la concesión en manos privadas de la red pública, como ya se está sucediendo en la costa sur del país, donde se han entregado tramos importantes de carreteras a los consorcios trasnacionales.

Salud también recibiría un duro golpe, pues en 2020 recibirían Q. 214 millones menos que en 2019; Q. 27 millones menos solo en el rublo encaminado a combatir la desnutrición crónica de la niñez. Mientras no se busca mejorar el gasto para así elevar los servicios sociales que brinda el Estado, se le asignan más de Q. 900 millones a una Comisión Liquidadora, establecida en 2015 para finiquitar el Fondo Nacional para la Paz (FONAPAZ) que no busca ser otra cosa que un pasillo clientelar para dar dádivas a los allegados partidistas después de que cambie el gobierno el 14 de enero próximo. La educación disminuye a tal nivel que se reducirá la cobertura escolar en 2020 en cerca de 75 mil estudiantes, golpeando los niveles de Primaria, Secundaria y Universitario, mientras el Ministerio de la Defensa Nacional (MINDEF) crecerá en Q. 99 millones, quedando en Q. 2 mil 627 millones, asegurándole a la incipiente jerarquía militar sus Q. 200 millones para los polémicos, pero deseados por el gobierno actual aviones argentinos Pampa III.  Este mamarracho de Presupuesto solo acrecentará la deuda pública del país en unos Q. 28 mil millones, demostrando el carácter incoherente en el que ha entrado la burguesía nacional y sus fracciones, siendo incapaces de pensar, y diseñar un presupuesto acorde a las necesidades más urgentes de la población guatemalteca, ignorando los indicadores nacionales e internacionales que anuncian una caída aún más profunda en la recaudación de impuestos.

De igual manera lo impracticable de esta Propuesta se encuentra en los vaivenes de los enfrentamientos políticos entre estas mismas fracciones, nadie quiere ya ayudar al gobierno que está por salir a asegurarse despachos donde poder seguir sangrando las arcas del Estado, en detrimento de los propios beneficios de banda de cada uno de los partidos que hacen vida delictiva en el Congreso de la República. El partido que quedó en segundo lugar ante Giammattei, en las pasadas elecciones presidenciales, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) que es el bloque legislativo más amplio, ha manifestado abiertamente que no votará por el presupuesto que hoy languidece en el Congreso, pues anuncian que es más de lo mismo, un presupuesto diseñado para saquear sistemáticamente el dinero de los contribuyentes. Es posible ante la profundización de la crisis en los métodos por los que la burguesía ha ejercido el poder hasta ahora, se coliguen con los intereses particulares de una y otra fracción para hacer impracticable la votación necesaria que antes del 30 de noviembre pueda pasar en tercera lectura el Presupuesto General de la Nación 2020.

De esta misma manera el gobierno del electo se encontrará con el primer revés de su mandado. Sin siquiera haberlo iniciado formalmente, pues el congreso actual y el que viene ante la virtual cancelación de la UNE, terminará estando más fragmentado lo que podrá ayudar al gobierno a comprar voluntades dentro y fuera del hemiciclo. Lo que queda de manifiesto es la incapacidad cada día más creciente de la clase dirigente guatemalteca para administrar coherentemente el Estado, en lugar de una lucha por extender los servicios públicos que éste brinda a las grandes mayorías, todos los partidos como representaciones de diferentes sectores de la burguesía han hecho del debate por el Presupuesto General de la Nación 2020 una lucha por tomar posiciones en beneficio de sus intereses sectarios.

Al cierre de esta edición los grupos a favor y en contra de la aprobación del Presupuesto se manifestaban fuera del Congreso. El infame burócrata sindical del magisterio nacional, el servil y patronal Joviel Acevedo ya había movilizado a las bases del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), siendo otra pieza más del arsenal del presidente electro Gimmattei en su tira y afloja para hacer que el Presupuesto sea “adecuado” a su medida, creciendo más en los rubros de gobernación y del ejército, así como beneficiar a sus grupos allegados y no los del cada vez más caduco presidente actual y su bancada.