Por Armando Tezucún

Tal como se podía prever por la forma como se desarrollaban las negociaciones, los partidos de la izquierda electoral no llegaron a acuerdos, y cada uno correrá en el proceso electoral por separado, anulando la posibilidad de construir un frente unido que aglutinara a las organizaciones populares para enfrentar el avance de la extrema derecha, que busca instaurar un régimen autoritario.

Uno por uno, los partidos que consideramos tienen cierta base popular y representan de alguna manera sectores en lucha, fueron proclamando sus binomios para la presidencia y sus candidatos a diputados y alcaldes. El primero fue Winaq, que el 20 de enero presentó a sus candidatos, Manuel Villacorta y Liliana Isabel Hernández para presidente y vicepresidenta, respectivamente. El 27 del mismo mes, el partido Convergencia proclamó a Benito Morales y Claudia Valiente como su binomio presidencial, y notoriamente, al excomandante guerrillero Pablo Monsanto como candidato a diputado encabezando el Listado Nacional.

El domingo 3 de febrero, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (Urng) anunció sus candidatos serán Pablo Ignacio Ceto Sánchez para la presidencia y Blanca Estela Colop Alvarado para la vicepresidencia. El secretario general de la Urng, Gragorio Chay, explicó que la nominación de sus candidatos fue aplazada por varias semanas, a la espera de llegar a acuerdos con otras organizaciones, sin éxito. La Urng no solo trató de pactar con otros partidos de izquierda como Winaq, Convergencia y el Movimiento para la Liberación de los Pueblos, sino que tuvo conversaciones con partidos de centro izquierda, que son expresión política de un sector de las capas medias urbanas, como Encuentro Por Guatemala, Semilla y Plataforma Ciudadana. Se sabe que la dirigencia de la Urng, en desacuerdo con una parte de sus dirigentes medios y sus bases, consideró dar su respaldo a la ex fiscal general Thelma Aldana, quien sin duda es la opción del imperialismo estadounidense para reforzar el funcionamiento del Estado de derecho y la institucionalidad del Estado burgués, en el marco del Plan Alianza Para la Prosperidad; el imperialismo europeo también ve con agrado a Semilla y su candidata Aldana.

El último de los partidos de izquierda en presentar a sus candidatos fue el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), instrumento político, como ellos le llaman, del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca). Thelma Cabrera y Neftalí López Miranda fueron proclamados el 7 de marzo candidatos a la presidencia y vicepresidencia por el MLP.

Este es el último y lamentable episodio de esfuerzos por lograr acuerdos unitarios entre los partidos y organizaciones de izquierda. Desde el Frente Democrático Nueva Guatemala en las elecciones de 1995, la Alianza Nueva Nación en 1999, ambos esfuerzos inmediatamente antes y después de la firma de los Acuerdos de Paz, hay una larga historia de alianzas temporales,  rompimientos y desacuerdos. El fracaso de la izquierda en la consulta popular de 1999, que proponía incluir en la Constitución de la República las reformas electorales y políticas plasmadas en los Acuerdos de Paz, y la prioridad que empezó a darse de la participación electoral sobre la participación en las luchas sociales, aceleró el resquebrajamiento de la izquierda exguerrillera.

El sector que conformó las antiguas Fuerzas Armadas Rebeldes se separó del bloque de la Urng, uniéndose con otros sectores en Encuentro por Guatemala, Alianza Nueva Nación, Convergencia por la Revolución Democrática y ahora Convergencia, en distintos eventos electorales. La Urng, por su parte, ha realizado varios esfuerzos unitarios, como el Frente Político y Social de Izquierdas en 2007. Un desprendimiento formó Winaq, que en 2007 participó electoralmente junto a Encuentro por Guatemala, que había quedado bajo el mando de Nineth Montenegro. Para las elecciones de 2011 se formó el Frente Amplio de Izquierda, que incluyó a la Urng, Winaq, la ANN de los ex Far y el Movimiento Nueva República, una escisión de Encuentro por Guatemala. En las elecciones de 2015, la Urng y Winaq mantuvieron su alianza en el Frente Amplio y Convergencia se alió a organizaciones campesinas y de mujeres.

Todas estas alianzas no lograron para la izquierda una votación significativa, mayor del 4% de los votos, y curules solo para uno o dos diputados por partido. El principal problema es que las alianzas se plantean en función de los procesos electorales, olvidándose de la unidad en la acción en el terreno de las luchas sociales, que es el verdadero fermento de cualquier proceso revolucionario. Por tanto, las discusiones giran en base a los puestos de elección, sobre todo las diputaciones, saliendo a flote las ambiciones personales de los funcionarios de los partidos.

Sabemos que hay descontento entre las bases por el fracaso de los acuerdos de alianzas, y por el hecho ridículo de que los pequeños partidos de izquierda se presenten por separado, dividiendo el voto, ya de por sí poco numeroso, de quienes simpatizan con la izquierda. Las mismas bases han forjado alianzas locales de izquierda para impulsar en algunos lugares candidaturas a alcaldías, dando el ejemplo a sus dirigencias.

Ente este panorama, el Partido Socialista Centroamericano llama a votar por las y los candidatos de los partidos de izquierda que representen las luchas populares, que sean dirigentes probados y honestos, que representen la esperanza de un cambio a favor de los oprimidos y explotados de Guatemala.