Por Hercilia Cáceres

La educación pública en Guatemala ha sido vista como una mercancía por quienes disfrazados de ovejas se han dedicado a asesinar la intelectualidad de un pueblo, haciendo de la educación un negocio que beneficia a sectores privilegiados. La educación superior, específicamente la Universidad de San Carlos de Guatemala (única universidad pública del país), no es ajena a la barbarie contra el intelecto.

La USAC resulta ser para muchas personas la única opción para cursar estudios universitarios; pese a que existe una gran cantidad de universidades privadas, éstas mantienen elevados costos que limitan aún más a las clases populares a que tengan acceso a educación superior. En los últimos meses es mucho lo que se ha escuchado mencionar acerca de la privatización de la USAC, lo que para algunas partes más acomodadas significa acercarse a la modernización y mejoras en infraestructura en apariencia, para otros significa anular toda posibilidad de acceder a estudios universitarios, mientras le quitan al Estado la obligación de brindar educación a la población guatemalteca, algo que está ratificado en la constitución política de nuestro país.

Dentro de la historia de la USAC, han sido grandes las batallas a favor de la educación pública, pero en los últimos años la única universidad pública ha caído en una crisis permanente a causa de la corrupción, la burocracia parasitaria y la pésima administración de las autoridades universitarias que en muchas ocasiones se encuentran vinculadas con el oficialismo de turno. Dicha crisis se ha solucionado selectivamente protegiendo intereses burocráticos, mientras cargan los problemas económicos a estudiantes y aspirantes sancarlistas.

Las primeras medidas privatizadoras

Desde inicios de los años 2000 se implementaron medidas que atentan con la educación pública. Dentro de dichas medidas se encuentran los exámenes de admisión, que principalmente limitan el ingreso a los estudiantes provenientes del sector público y de los llamados colegios de “garaje”, que cargan consigo el infortunio de una educación mediocre, más los restringidos medios para pagar un colegio de renombre. Más adelante, con el cobro de los Exámenes de Orientación Vocacional, nuevamente se coartó el ingreso a las clases populares, ya que es muy común en la realidad de los guatemaltecos vivir al día y no poder darse “lujos” que no sean prioridad como la alimentación, transporte y vivienda.

El camino hacia privatización de la USAC no ha sido escandaloso ni en un solo paso, por el contrario, es silencioso y maquillado, como las acciones del Rector Murphy Paiz, quien desde que inició funciones se ha dedicado a realizar pequeños cambios que en conjunto resultan alarmantes para la educación pública. El 2018 estuvo bajo tensiones debido a un déficit financiero que buscó ser saneado por aumentos en la matrícula estudiantil, a los cursos del Programa Académico Preparatorio -PAP- para los aspirantes de la universidad y al Examen de Orientación Vocacional. Dichas propuestas generaron descontento en estudiantes por lo que el Consejo Superior Universitario dio un pequeño retroceso, aumentando el PAP a una cantidad aparentemente moderada que en sumatoria eleva de gran manera los costos, de 400 que se pagaba por todos los cursos durante los 10 meses que dura el PAP, ahora se pagará 200 por cada bimestre, durante 10 meses, por cada curso que se asigne el o la aspirante.

El negocio con el Banco de los Trabajadores

Por otro lado, también como decisión del rector, los trabajadores se vieron obligados a cerrar sus cuentas bancarias y abrir unas nuevas en el Banco de los Trabajadores, siendo los recursos de los trabajadores, una garantía ante los prestamos monetarios que el Rector realizaría con el banco con la tasa de interés más alta del sistema; es eso lo que se esconde detrás de maratones, conciertos de inicio de semestre y camisetas del BANTRAB. Así mismo, se inició una batalla contra los vendedores informales, siendo la Dirección General Administrativa -DIGA- quién protagoniza una reubicación que pretende realizar aumentos en los cobros por derecho a piso y comprometer a los vendedores a asociarse con Bantrab por medio de préstamos, toda una medida de usureros para exprimir a la población más carente de medios de vida. En el mismo ámbito, se aplicó un reglamento que prohíbe el uso de plásticos y duroport, argumento beneficioso, pero con disposiciones que no llegan hasta las empresas privada de comida, dígase marcas como Café Gitane, Pizzerías Al Macarone y Helados Sarita; estas empresas poseen más de un espacio dentro de la universidad, no cumpliendo el reglamento de ambiente y en muchos casos se sabe que tampoco lo hacen con el de sanidad e higiene. Solo se presiona a los pequeños cuentapropistas y vendedores individuales con estas nuevas normativas. 

Obras de maquillaje

Cabe resaltar que el rector con aires de oportunismo salta a la vista pública como un súper héroe que rescata a la comunidad sancarlista del agujero negro en que se haya la universidad -agujero al que nos condenados sus padrinos políticos: Gálvez y Alvarado Cerezo-, maquillando sus moderados pasos hacia la privatización, pintando de manera elitista la universidad del pueblo. Compra al estudiante con obra gris -táctica para maquillar plazas, corredores y edificios, mientras por debajo corre rampante la corrupción de sus amigos en la burocracia-, diplomados honoris causa a diestra y siniestra, conciertos, actividades extracurriculares, apertura de nuevos centros universitarios, cuando irónicamente otros se cierran por falta de presupuesto; todo esto no más que su labor que está implícito en su cargo, es su trabajo, que nada debemos agradecer, pero el magnífico ha usado el dinero de las y los sancarlistas para proyectarse y profundizar todo lo que hace, poniendo andar su medio de difusión: YoSoyUSAC y con carteles motivacionales recuerda al estudiante que debemos votar su permanencia, tal cual gobierno nacional.

Esta crítica tampoco se debe confundir con los discursos de la escoria, entre lo que figuran algunos encapuchados de la huelga de dolores, expresados tras los acuerdos que prohíben actividades degeneradas por ellos mismos, como bautizos, el uso de capuchas, ni el abuso que perpetúan los encapuchados tras esconder el rostro cobardemente y amedrentar estudiantes durante cada cuaresma.

Ante estos nuevos acuerdos, es de reconocer que Paiz supo montarse en la situación con su oportunismo característico, tomando partido figuradamente del lado de los estudiantes, pero que nuestra memoria de corto plazo no nos haga olvidar que fue Murphy quién buscó apoyo con los huelgueros que han cooptado el movimiento estudiantil con violencia (Los Zopes), y de igual manera ahora dentro de sus filas cuenta con personajes que han figurado como integrantes de la ex comisión transitoria y del Ingmar, comité de orden de estos maleantes, que trabajan para la universidad en los puestos de confianza del rector, como ahora lo hacen en Extensión Universitaria, alimentando a los cerdos que se engordan con dinero que debiese ser para los estudiantes. Por último hay que recordar que en el Consejo Superior Universitario aún se encuentran los expedientes desde hace un año, de los delincuentes encargados de reprimir y cooptar espacios estudiantiles, expedientes de delincuentes que han agredido estudiantes.

Contra la privatización velada de la Usac

La solución ante los problemas financieros no es la privatización, ni dejar de atender las necesidades del pueblo, de las clases con menos recursos, por el contrario, la USAC debe atender las problemáticas y exigir lo necesario según nuestra constitución política, sin quitarle la obligación al Estado de subsidiar la educación superior pública; en la misma línea, los estudiantes no deben estar ciegos ante el tramposo accionar de Murphy Paiz y su administración, que solo maquillan con acciones que tienen por obligación que ejecutar como administradores de la USAC, mientras maquilla y da circo a la población sancarlista, se ejecuta el trasfondo de una privatización silenciosa y lenta.

Que estudiantes, docentes y trabajadores exijan lo que corresponde y emplacen al CSU a defender la educación pública como es su deber, exigiendo a su vez que los acuerdos contra los comités de huelga se cumplan al pie de la letra, que no engañen a los sancarlistas con acciones que solo calmen el descontento de las masas que están despertando ante la crisis general del Estado, y que se manifiesta en la decadencia a la que han condenado a nuestra única universidad pública.

Anillos, insignias y plaquetas a cambio de dignidad

Hace unos días se hizo público en redes sociales una adquisición en GuateCompras por Q.72,903.00 que corresponde a 19 anillos, 19 botones insignia y 19 plaquetas, que fueron utilizados como reconocimiento el jueves 31 de enero en el IGLÚ del Campus Central, esto en el marco de la celebración de los 343 años de la fundación de la USAC y se entregaron a los ahora exmiembros del CSU, esos mismos que juraron representar a los estudiantes, sirviendo al cargo y no sirviéndose de él. Algunos de estos personajes aún se llenan la boca de moralidad y predican contra la corrupción del Rector y su camarilla en la actual administración de la que son silenciosa comparsa, pero mientras ejercían su cargo jamás se pronunciaron contra los ostentosos banquetes de los que se atoran en las concurrentes sesiones semanales del Consejo Superior. Especialmente se hace referencia a los “estudiantes” que solo optan por asumir estos cargos burocráticos una vez que han cerrado Pensum o se encuentran en sus últimos años de carrera, desvinculándose por completo con las necesidades de la comunidad estudiantil que les voto.