Por Hercilia Cáceres

Debido a la crisis financiara que agobia a las nuevas autoridades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el 3 de agosto de 2018 fue presentado un plan de austeridad por parte del CSU (Consejo Superior Universitario), gracias a un déficit que supera los 600 millones de quetzales, reduciendo las condiciones para culminar el ciclo universitario de este año. Dicho plan incluye medidas como: la reducción de viáticos, un plan de fiscalización y el cese de aperturas a nuevas carreras que no sean autofinanciadas por las unidades académicas que las imparten ¿Pero esas medidas son suficientes?

En los comunicados emitidos por el Consejo Superior Universitario y el Rector Murphy Paiz, no se especifican o abordan medidas que solucionen los problemas de fondo, lo que parece ante muchos una cortina de humo para que el actual rector salga a la luz como un administrador eficaz y confiable, pero la realidad es otra. Para nadie es un secreto la corrupción que existe en cada una de las altas oficinas y unidades académicas (Facultades, Escuelas y Centros Regionales) de la universidad; gastos innecesarios, despilfarro de recursos, banquetes en las reuniones semanales del CSU, así como actividades banales con vino y queso para ratificar a esta o aquella administración en el poder.

Desde la voz de muchos trabajadores, ha salido a la luz el “recorte” de presupuesto en direcciones culturales tales como los rumores del cierre del Centro cultural Universitario (CCU) o el corte de segmentos musicales en la emisora universitaria (RadioUSAC), pero sus acciones resultan sínicamente contradictorias. El jueves 9 de agosto de 2018 se realizó la inauguración del XXI Festival del Centro Histórico en la Ciudad Capital, a cargo de entidades gubernamentales y municipales, que durante el acto protocolario contaba con un representante que celebraba el apoyo brindado a la cultura desde la USAC, mientras que en sus pasillos y oficinas se hace todo por cortar la extensión cultural, compromiso legal de la Universidad con su pueblo y no la de ahorrar en gastos espurios de las eternas sanguijuelas que chupan el presupuesto universitario.

Por otro lado, pese al conocimiento de los problemas financieros, Paiz se ha dado el lujo de impartir nuevos cursos y talleres para la promoción de su proyecto político, refutando lo expuesto por él mismo. También, en los últimos días se ha manifestado porque brindará el primer concierto en la universidad que hará la apertura a nuevas actividades culturales, con el cantante nicaragüense de temática religiosa, Tony Meléndez, brindando un “mensaje de cambio y esperanza para la juventud”. Ante este último anuncio ha sido severamente criticado por trabajadores y estudiantes, primero por la reducción de actividades culturales, segunda porque falta a las medidas de austeridad y tercera por violar los principios de educación laica y libre pensamiento que la USAC tiene como única casa de estudios superiores pública.

Por si lo anterior fuera poco, luego de una revisión en el portal Guatecompras que concede el acceso a la ley de información pública, se han encontrado adjudicaciones ostentosas que objetan la figurilla de fraile con voto de pobreza que hace el nuevo rector. Entre dichas compras se encuentran: Q. 66,500.000 adjudicados para el alquiler de un salón y hospedaje de 4 días y 3 noches para 70 persona, alimentación para 70 personas por parte del Sistema de Estudios de Postgrado. Q. 34,500.000 en 3000 pines metálicos para la Facultad de Humanidades, Q. 166,653.270 para la compra de un vehículo tipo pick up, para la Facultad de Humanidades, Q.69,995.00 utilizados durante el acto ceremonial para la toma de posesión del nuevo rector (lo que significa que el rector saliente y el entrante ignoraban el déficit hasta que se acabó la fiesta), además de una amplia cantidad de procesos adjudicados, principalmente en equipo de cómputo, que los estudiantes no gozan, ni en mejoras de atención o eficacia administrativa y tampoco revelan un verdadero plan de austeridad de la administración, sino una excusa para dejar sin brazos y piernas a la educación pública, para así poder venderla al mejor postor.

Por lo tanto, ante las medidas de austeridad, no se tocan situaciones profundas que favorezcan la academia, además del servicio al pueblo de Guatemala, todo se queda en un discurso que refleja otra realidad. La universidad de San Carlos se está enfrentando ante un monstruo que, con ayuda de parásitos carroñeros, absorben cotidianamente los recursos que un pueblo hambriento sangra y padece. Convirtiendo la educación superior en un negocio cada vez más excluyente, desfavoreciendo cada día a la educación media del sector público y contribuye a los intereses del privado. Por ello es necesario un despertar en la comunidad universitaria que incluya a estudiantes, docentes, trabajadores y administrativos que no sean corruptos saqueadores, exigiendo mejoras en el Campus Central, Centro Universitario Metropolitano (CUM), además de Centros Regionales, y extensiones que brinden servicio a la población en general; demandando un 5% del presupuesto nacional, un 100% de transparencia y un 0% de corrupción.