Por: Alberto Castro        
No resulta extraño que en El salvador se haya perdido el balance de las funciones estatales (mal llamados poderes del Estado, pues todos son órganos de control del poder burgués que es uno solo),  desde aquel 1 de mayo 2021, durante el acto de toma de posesión en sus cargos de los diputados para la Asamblea Legislativa 2021-2024, fecha que marca el inicio de la primera etapa del cambio en el régimen político salvadoreño, es necesario prestar mucha atención a ello pues ha sido un ejercicio político en la búsqueda de Nayib Bukele y sus aliados por la tomar del control absoluto del poder formal.   

Bukelismo: un mal progresivo y degenerativo   

El bukelismo no inicio como tal en 2019 cuando Nayib Bukele logró hacerse con el Ejecutivo, tras la victoria electoral en primera vuelta, tampoco durante el contexto de la pandemia en 2020, aunque allí dio muestras de autoritarismo, concretamente arrancó cuando obtuvo la  mayoría absoluta en la AL, pues eso le ha permitido podido manipular hasta el día de hoy la institucionalidad del Estado sin ningún contra peso,  control y límites.

Teniendo la mayoría absoluta en la AL, aquel 1 de mayo 2021 dio un primer golpe al órgano judicial con la destitución de los 5 magistrados de la Sala de lo Constitucional y sus suplentes, pero no iba detenerse aquí, hizo esto para asegurarse que no habrían sentencias de inconstitucionalidad contra ninguno de los actos de su Gobierno y AL, para luego dar el siguiente golpe que consistió en remover a los jueces del sistema judicial mayores de 60 años o con más de 30 años  en funciones; con la reforma judicial publicada en el Diario oficial el 14 de septiembre de 2021, más de 170 jueces y juezas fueron retirados del sistema judicial para ser reemplazados por otros, en realidad se trató de un cambio generacional de aquella judicatura ligada al bipartidismo treintanario de ARENA y FMLN, para colocar jueces confiables cuyas sentencias de relevancia política tengan sintonía con los intereses políticos del bukelismo.

Este es un régimen político autoritario representado alrededor de la figura de Nayib Bukele, que se caracteriza por tener apoyo popular al cual instrumentaliza para legitimar sus actos, los cuales muchas veces son inconstitucionales, donde se le da primacía al imperio del arbitrio y se violentan Derechos Humanos de minorías en nombre de las mayorías. Para quienes no seamos parte de la horda de fanáticos sugestionados por el bukelismo, nos es de mucha importancia saber caracterizar este régimen político, ya que emprender lucha y resistencia implica conocer al enemigo, caso contrario lo más seguro es ir a acumular derrota tras derrota sin oportunidad de lograr siquiera acumulación de fuerzas.    

¿Como entender la naturaleza del bukelismo?      

En el orden de las ideas antes planteadas, podemos retomar lo expuesto por el gran socialista e internacionalista Nahuel Moreno, en el texto ´´Revoluciones del Siglo XX’’, de 1984 donde abordó la importancia de saber comprender y diferenciar entre los tipos de Estados, Gobiernos y regímenes Políticos. Sobre esta última categoría observemos con qué instituciones ejerce el poder el bukelismo, como ha configurado esta institucionalidad y el contexto histórico en el que nos encontramos.  Bukele emergió con el descenso del bipartidismo, manifestado por el hartazgo popular hacia ARENA-FMLN, fue el mismo sistema político burgués quien presentó una alternativa para evitar el desencanto popular hacia las urnas, esta respuesta ha caminado hasta tener su propia forma, esta es el bukelismo, quien conserva la institucionalidad de la democracia burguesa pero bajo un estricto control.

Actualmente so pretexto de combate a las pandillas mantiene al país en permanente régimen de excepción, lo ha logrado por el todo esto apoyo que tiene en su base social compuesta por sectores de clase media, así ha podido golpear a los sectores populares y clase trabajadora, como medida preventiva para impedir que tomen un camino diferente al orden burgués, siembra el terror como amenaza ante cualquier disidencia, por lo tanto al mismo tiempo nos muestra la vía de lucha que no puede ser con banderas blancas, si su accionar es violento la respuesta debe darse en la misma proporción.