Por: Salvador Belloso

En la última década los Estados de Centroamérica, han hecho amplias reformas para dar muestras de transparencia de la gestión pública y del combate a la corrupción, ya que esto forma parte del cumulo de requisitos básicos para atraer inversión extranjera,  cooperación internacional, prestamos y relaciones internacionales. Como países pobres, bajo dominación y sujeción a los países imperialistas, los dictados y lineamientos son de obligatorio acatamiento, sobre todo cuando se trata de evitar que se haga uso inadecuado de fondos, por ello las instituciones y la gestión pública están dotadas con amplios controles en cuanto al manejo de recursos, haciendo que  los funcionarios estén sujetos tanto a vigilancia mediante los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas. El Salvador después de los acontecimientos del 2015 en Guatemala, dio un giro para dar muestras de luchar contra la corrupción, condenando a un expresidente y exfucionarios en 2018, durante el Gobierno Cerén-FMLN, la lucha anticorrupción tomo una dinámica enfocada a bajar los índices en los indicadores y por ende mejorar la confianza, además para evitar la creación de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES).

Bukele mintió cuando prometió combatir la corrupción

Nayib Bukele, para el fin del bipartidismo alzó la bandera de la lucha anticorrupción aprovechándose del deterioro de la imagen de sus principales adversarios, mostrándose pulcro y confiable, lo cual logró prometiendo luchar arduamente contra los corruptos, para ello ofreció como promesa de campaña la CICIES, que al final se volcó en su contra, su idea era utilizarla como herramienta de persecución y no en el mecanismo anticorrupción que encontró indicios de corrupción en su Gobierno.

Las investigaciones se inclinan hacia un solo lado

La Fiscalía General de la República (FGR) y Asamblea Legislativa (AL), que ahora son dependientes del Ejecutivo, han llevado a cabo recientemente  acciones que consisten en investigaciones dirigidas hacia exfuncionarios de la oposición mientras que salvaguardan a sus aliados, lo cual aparece más un juego de niños donde se usa las facultades para señalar un lado pero ocultar el otro.  En mayo de este año fue creada una comisión especial en la AL, para investigar el destino de los fondos asignados a Organizaciones no Gubernamentales (ONG), la cual ha interrogado a exfuncionario, entre los que destacan los expresidentes de la República, Alfredo Cristiani y Elias Antonio Saca; y la expresidente de la AL y exdiputada, Lorena Peña. De esto podemos destacar que a los aliados de Bukele, no solo se les perdona sinó se les blinda, por ejemplo: Guillermo Gallegos, quien manejó fraudulentamente fondos de la AL, cuando fue presidente de dicho Órgano en 2016 a favor de la ONG de su esposa, también sobre la declaración de Saca quien a diferencias de los demás no tuvo interrupciones al hablar y quien señaló por sobresueldos a muchos, menos a los funcionarios reconvertidos que están al servicio de Bukele. Por otro lado el jueves 22 de julio fueron capturados cinco miembros del FMLN, a quienes la FGR acusa por malversación millonaria de fondos públicos, y además tiene  orden de captura y difusión roja otros ex funcionarios de entre los que destaca Salvador Sánchez Cerén. Esto ocurre a pocas semanas de la publicación de La lista Engel, que incluye 55 funcionarios del Triángulo Norte señalados por corrupción, obstrucción de la justicia o por debilitar la democracia, de entre ellos aparecen 14 del Gobierno de Bukele.

 A tomar parte de la lucha anticorrupción

No es posible llamarle lucha anticorrupción a aquello que se delimita a investigar exfuncionarios de la oposición, mientras protege a sus propios corruptos. No es posible llamarle líder de la lucha anticorrupción a quien junto a sus funcionarios no presentó su declaración patrimonial al inicio de gestión, no eliminó la partida secreta, y quien mintió cuando durante al inicio de la pandemia advirtió con llevar a la cárcel el mismo al funcionario que tocara un centavo. Debemos saber que no existen corruptos buenos y malos, y que la lucha anticorrupción solo será posible cuando la misma clase trabajadora la dirija.