Este 19 de abril del 2019 se cumplió un año del estallido de la insurrección estudiantil y popular en Nicaragua. Como un modesto homenaje a las compañeras y compañeros asesinados por la dictadura, sometemos a consideración de la vanguardia revolucionaria en Nicaragua y resto de Centroamérica, el siguiente análisis que contiene los elementos esenciales de un balance sobre todo lo ocurrido.

1.- El inicio de la insurrección estudiantil y popular

El 19 de abril del 2018, tropas especiales de la Policía Nacional (PN), por órdenes directas de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, desataron una masacre contra los estudiantes universitarios que protestaban contra las reformas a la seguridad social. El repudio a esta masacre dio origen a una poderosa insurrección espontanea en Managua y en las principales ciudades del país.

La situación política cambio drásticamente. El gobierno Ortega-Murillo, que anteriormente ejercía el control absoluto, había sido mortalmente herido. Durante varios días se produjeron batallas campales alrededor de la Universidad Politécnica (UPOLI), Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), Universidad Nacional Agraria (UNA), Universidad de Ingeniería (UNI) y en casi todos los recintos universitarios en todos los departamentos del país.

La insurrección, iniciada por los estudiantes, fue fortalecida con la participación de los jóvenes de los barrios marginales. Después de varios días de combates callejeros, defendiéndose con piedras y morteros de las balas asesinas, la insurrección juvenil y popular obligó a las tropas de la PN a replegarse. Hasta ese momento se tuvo conocimiento de la magnitud de la brutal masacre: mas de 60 jóvenes asesinados, centenares de heridos, destrucción por todos lados.

La característica esencial de esta insurrección juvenil y popular fue la espontaneidad y la carencia de armamento, es decir, fue un levantamiento o insurrección desarmada.

2.- Surgen nuevas organizaciones estudiantiles

El 19 de abril del 2018, Nicaragua despertó del letargo político. En las universidades, anteriormente controladas férreamente por la Juventud Sandinista-19 de Julio (JS-19), surgieron nuevos grupos estudiantiles que inmediatamente se dieron a la tarea de luchar contra la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN).

Esta nueva vanguardia estudiantil no tenía ningún nexo con partido político alguno, tampoco tenia nexos con las anteriores generaciones de dirigentes estudiantiles que habían sido aplastados por la JS-19. Fue un fenómeno altamente progresivo, porque representaba una ruptura tajante contra la JS-19 y UNEN, pero estuvo marcado por la dispersión y la confusión en torno a las tareas que debía enfrentar.

No había dirigencia estudiantil experimentada, ni visión política clara, tuvieron que comenzar desde cero. En ese proceso, se guiaron por la emotividad y la espontaneidad, sin una visión clara del monstruo que debían enfrentar, el cual se había replegado temporalmente para reagruparse y reiniciar una ofensiva contra la nueva vanguardia estudiantil que había nacido al calor de la insurrección de abril del 2018.

Salvo las experiencias de la UNA y UNI, quienes convocaron a la realización de asambleas estudiantiles, la mayoría de los nuevos grupos estudiantiles actuaron con el apoyo de las masas estudiantiles, pero sin promover una nueva organización o estructura estudiantil.

Aun con las debilidades anteriormente señaladas, surgieron grupos como Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), Movimiento Estudiantil 19 de Abril, Movimiento Universitario 18 de Abril, agrupaciones de la UNA, y otros que conformaron la Coalición Universitaria y la Coordinadora Democrática por la Justicia y la Democracia (CUDJ), entre otras.

3.- Surgen nuevas formas de autoorganización popular

El mismo fenómeno que ocurrió en las universidades, también ocurrió entre los sectores populares. Surgieron grupos de autoconvocados por todos lados, quienes organizaban masivas marchas casi todos los días. Estos grupos de autoconvocados, igual que el sector estudiantil, actuaba de manera dispersa y sin una centralización política u organizativa.

Alrededor de las marchas de protesta, se fueron consolidando algunas de estas organizaciones nuevas, de autoconvocados, pero no lograron tener una centralización a nivel nacional

4.- El reacomodo de los empresarios

La insurrección de abril del 2018 asustó a los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), y de la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense (AMCHAM), quienes se distanciaron del gobierno Ortega-Murillo y renegaron hipócritamente de la política de “alianzas y consensos” que aplicaron por mas de 10 años, lo que permitió la consolidación de una nueva dictadura en Nicaragua.

5.- Los llamados al Dialogo Nacional

Mientras ocurrían marchas casi todos los días, y aunque la PN se replegó temporalmente, continuaron los asesinatos selectivos de los francotiradores contra los manifestantes.

Pero mientras la marea revolucionaria subía, el mismo Daniel Ortega hizo llamados a un Dialogo Nacional, que rápidamente fue aceptado por los empresarios, quienes en todo momento se inclinaron por un “aterrizaje suave”, es decir, por una transición ordenada que evitara el estallido de la revolución social. La burguesía nicaragüense no olvida la experiencia de 1979, cuando perdió el control de la situación.

6.- El surgimiento de la Alianza Cívica y la Articulación.

Bajo la influencia de la Iglesia Católica y de los empresarios del COSEP y de AMCHAM, también con la participación de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo (FUNIDES), se conformó la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD). Para tener mayor credibilidad en el momento de las negociaciones, los empresarios tuvieron que incorporar a las nuevas organizaciones estudiantiles que habían nacido, y otras como el movimiento campesino anti canal, creando la sensación de una solidad unidad nacional. Pero la agenda de negociación de la ACJD estaba determinada por los intereses de los empresarios, quienes en todo momento deseaban terminar con la agitación social.

A inicios de mayo del 2018, también se creó la Articulación de Movimientos Sociales y Organismos de la Sociedad Civil, conocida como Articulación, que agrupó a la mayoría de ONGs y movimientos sociales de autoconvocados.

7.- El fracaso del primer Dialogo Nacional

El primer Dialogo Nacional fue instalado el 16 de Mayo, con grandes expectativas de cambio por parte de la población. No obstante, el Dialogo Nacional fue una maniobra dilatoria de la dictadura para ganar tiempo.

El 16 de junio el Dialogo Nacional fue suspendido, y esta fecha marcó el inicio de la ofensiva militar contra los tranques y barricadas que habían florecido en toda Nicaragua.

8.- La ofensiva militar contra los tranques y barricadas y el aplastamiento de los organismos embrionarios de poder popular

Cuando se inició el Dialogo Nacional los tranques y barricadas habían semiparalizado el país. La dictadura sabia perfectamente que ello podía significar su caída, y por eso suspendió el Dialogo Nacional e inició una brutal ofensiva militar contra los tranques y barricadas.

En este proceso de insurrección popular en las ciudades de Masaya, Jinotepe, Nagarote, Matagalpa y Jinotega, solo para citar los casos mas emblemáticos, se constituyeron organismos locales de poder popular que controlaban una parte de sus respectivos territorios municipales. Este fue el pico organizativo mas alto de la insurrección popular. Pero estos organismos embrionarios de poder popular nunca se coordinaron entre sí. Esta fue una enorme debilidad política, que facilitó la ofensiva paramilitar, ya que la columna volante que el gobierno Ortega-Murillo logró montar, comenzó a destruir los organismos embrionarios de poder popular en cada municipio, uno por uno, hasta destruirlos a todos.

Alrededor de los tranques se organizó la población de los poblados aledaños, organizando comedores, roles de vigilancia, etc. El surgimiento de barricadas en los barrios orientales de Managua, eran un grave peligro para la dictadura. Por ello, a pesar de las condenas simbólicas de los organismos internacionales, los ataques militares y el terror no se detuvieron ante nada

9.- ¿Puede triunfar una insurrección desarmada?

Toda insurrección implica una lucha de masas por tumbar al gobierno de turno y tomar en sus manos el poder. Como hemos analizado, la dinámica de la insurrección del 2018 fue esencialmente sin armas, es decir, desarmada.

La campaña de propaganda del COSEP y del diario La Prensa fue que la “insurrección cívica” no debía caer en la tentación de la lucha armada. Esta fue otra enorme debilidad. Mucha gente creyó que bastaba la lucha cívica para derrotar a la dictadura.

No obstante, la brutal represión antes y durante la ofensiva militar contra los tranques, obligó muchos jóvenes y luchadores populares a crear mecanismo de autodefensa. Ante la falta de armas de guerra, los morteros y las piedras fueron las armas utilizadas en la autodefensa. Era necesario la creación de milicias populares de autodefensa, para resistir los embates militares de la dictadura. La espontaneidad y la dispersión de la lucha popular, sucumbieron ante el ataque militar sistemático, programado y centralizado de la dictadura

10.- Los paros nacionales a cuentagotas

Cuando la correlación de fuerzas comenzaba a cambiar por la embestida militar criminal de la dictadura, los empresarios del COSEP convocaron el primer paro nacional de 24 horas para el día 14 de junio. Dos días después se inició la ofensiva militar que terminaría el 19 de julio del 2018. Mientras se desarrolló la ofensiva militar, el COSEP y la ACJD guardaron profundo silencio, emitieron comunicados de condena, pero no hicieron absolutamente nada por detener la mano criminal.

El segundo paro nacional fue convocado el día 13 de julio, cuando la dictadura había consolidado su triunfo militar. El tercer y ultimo paro nacional fue convocado el 7 de septiembre ante la ola de críticas e indignación popular por la indolencia de los empresarios.

Los paros nacionales a cuenta gotas no surtieron ningún efecto. A partir de septiembre el COSEP y la ACJD intensificaron una absurda campaña en contra de los paros nacionales, abogando por los paros de consumo, distrayendo y engañando al pueblo, ocultando con esta modalidad de “nueva lucha cívica” la impotencia y el temor a enfrentar a la dictadura, que había logrado destruir los organismos que había creado la insurrección popular.

11.- La venganza de la dictadura: la destrucción de los movimientos sociales

Después del acto del 19 de julio del 2018, se inició la venganza de la dictadura contra el movimiento estudiantil y contra el movimiento campesino. Este ultimo había logrado organizar marchas importantes contra el canal interoceánico en el periodo anterior a abril del 2018.

La venganza consistió en la captura, encarcelamiento y procesamiento penal de los dirigentes estudiantiles, del movimiento campesino y los luchadores populares autoconvocados, a partir de la aprobación de la nueva ley contra el terrorismo.

Una parte de la dirigencia fue muerta durante la ofensiva militar contra los tranques y el asalto a los recintos universitarios tomados, otra parte fue forzada a marchar al exilio y otra parte fue encarcelada. El resultado es trágico: lo que fue construido después de abril del 2018, ya estaba casi liquidado después de agosto del 2018. En tres meses la dictadura había logrado evitar no solo su caída, sino que había destruido y desarticulado a los liderazgos locales que se formaron con la insurrección desarmada.

12.- ¿Cómo fue posible ese triunfo militar de la dictadura?

Las masas salieron a pelear, pero fueron obligadas a retroceder por las balas asesinas. Esta parte requiere una explicación de fondo, realizar un balance de todo lo ocurrido.

En primer lugar, la explicación central es que no había una conducción política centralizada, en todo el proceso predominó el espontaneísmo, la autoorganización y la dispersión. En cambio, la insurrección desarmada se enfrentó en todo momento a una conducción centralizada y con experiencia militar proveniente de la guerrilla antes de 1979. Y como era de esperarse, una minoría de paramilitares, mejor armados y organizados, terminó imponiéndose por la fuerza contra la mayoría del país, que lucha de manera desorganizada y espontanea.

En segundo lugar, muchos de los movimientos sociales, estudiantiles y campesinos, tuvieron confianza política en la ACJD y en los empresarios del COSEP, creyeron que bastaba solo presionar pacíficamente en las calles para obtener la renuncia del gobierno Ortega-Murillo, cuando en realidad estos siempre conspiraron para superar el momento difícil y cambiar la correlación de fuerzas.

A pesar que la Articulación tenía un planteamiento mucho más claro y consecuente que la ACJD, no logró convertirse en una dirección política ampliamente reconocida por las masas en lucha. A nivel público, quien aparecía como conducción era la ACJD. En pocas palabras, no había una conducción política revolucionaria, que enfrentara y combatiera la política suicida de la ACJD y de los empresarios del COSEP. Y quienes lo hicimos éramos minoría.

En tercer lugar, excepto la consigna de la renuncia del gobierno Ortega-Murillo, que por cierto era bien recibida por la población, los luchadores populares de cada municipio, así como los estudiantes de cada recinto, o los grupos en los tranques, no encontraron el nexo que los unía a todos.

La conducción política en el periodo de ascenso revolucionario (abril-junio) fue la ACJD y esta, por el control del COSEP, nunca se planteo el derrocamiento revolucionario de la dictadura, sino la negociación a través del llamado “aterrizaje suave”. Hizo fata un programa y consignas que unificaran la dispersa lucha popular a nivel local, hasta crear una coordinadora nacional de lucha popular que se planteara el objetivo de constituirse en gobierno provisional. Se habló mucho de un gobierno provisional, pero los empresarios tenia miedo, y ni la ACJD ni la Articulación hicieron una propuesta concreta de gobierno provisional.

Todos los planteamientos quedaron en meras intenciones, mientras la dictadura disolvía a balazos los organismos que la insurrección desarmada había creado en el periodo abril-junio del 2018.

13.- Una fase de retroceso y resistencia popular

A partir de agosto del 2018 se inició una fase de retroceso y descenso de la lucha popular. De manera paulatina y sistemática, la dictadura comenzó a recuperar gradualmente el control de la situación, hasta lograr imponer la desmovilización total, prohibiendo en los hechos cualquier manifestación o marcha en su contra.

Ha habido muchos intentos de retomar nuevamente las calles, pero los marchistas son dispersados por la represión policial.

14.- La aquiescencia hipócrita de Estados Unidos y la UE

Durante el periodo de ascenso revolucionario (abril-junio del 2018) se produjeron la masiva violación de derechos humanos en Nicaragua. Desde el inicio de la crisis, las potencias imperialistas de Estados Unidos y los gobiernos de la Unión Europea (UE) se inclinaron por el dialogo y la negociación, es decir, porque fuera el propio Ortega quien impulsara las reformas democráticas.

Después de las masacres de junio y julio, y del asalto militar a los tranques, Estados Unidos y la UE endurecieron el discurso (incluso Estado Unidos aplicó algunas sanciones individuales a funcionarios orteguistas), hubo resoluciones simbólicas en la OEA, pero ni una sola medida concreta que ayudara a detener las masacres.

Una vez que Ortega se impuso a balazos, vino el silencio sepulcral. Todo indica que existió un acuerdo secreto en los hechos, al tolerar (con algunas lágrimas de cocodrilo) que Ortega-Murillo impusiesen el orden y evitase el colapso del Estado, como condición previa a cualquier negociación.

Una vez que Ortega-Murillo impusieron el orden, la administración Trump ha redoblado las presiones para forzar una negociación interna. Para ello, Trump ha utilizado sus poderes ejecutivos, sancionando a mas funcionarios orteguistas, entre ellas Rosario Murillo y su hijo Laureano Ortega Murillo.

15.- El surgimiento de la UNAB

A inicios de octubre del 2018, se constituyó la Unidad Nacional “Azul y Blanco” (UNAB) como una alianza entre la ACDJ y la Articulación, más otros grupos independientes. La ACJD se había desgatado políticamente, y la UNAB apareció como una nueva alternativa unitaria, en momentos difíciles, que posibilitaría retomar las calles otra vez. Pero los empresarios no estaban interesados, y se negaron a participar directamente en la misma, por considerar que había mucha influencia de los grupos de izquierda, en una clara alusión a los movimientos sociales agrupados alrededor de la Articulación.

En el acta de constitución de la UNAB, la Articulación le cedió a la ACJD la representación en un futuro Dialogo Nacional, y de esta manera la ACJD, controlada por los empresarios, quedó como la interlocutora valida para negociar con el gobierno Ortega-Murillo.

16.- La estrategia de la dictadura Ortega-Murillo: prolongar el conflicto para crear una nueva negociación favorable

A partir del aplastamiento de la insurrección desarmada, sin oposición en las calles, la dictadura Ortega-Murillo trabaja afanosamente para resistir al máximo, para crear mejores condiciones para una negociación. La posibilidad de sobrevivir hasta el 2021 son remotas, si tomamos en cuenta el aislamiento internacional y el enorme descontento social existe en Nicaragua. Aunque logró imponerse militarmente, no ha podido reconstruir su alianza con los empresarios y las condiciones económicas y sociales transforman al país en un polvorín que puede estallar en cualquier momento.

Estas dificultades reales obligaron a la dictadura a reiniciar una segunda versión del Dialogo Nacional, con una ACJD mas reducida, sin la presencia de los movimientos sociales que han sido desarticulados, pero que después de la aprobación de dos acuerdos, volvió a entrar en crisis. La dictadura ha aceptado liberar a los presos políticos en 90 días y a respetar los derechos fundamentales de la Constitución, pero no cumple en aras de sellar un acuerdo global sobre temas de reformas electorales y adelanto de elecciones, y el espinoso tema de la justicia.

Estos altos y bajos en las negociaciones marcan, no obstante, una tendencia general hacia una salida electoral a finales del 2019 o mas tardar a mediados del 2020. Todos comienzan a ponerse de acuerdo poco a poco en torno a la necesidad de impulsar las reformas democráticas para “restaurar la democracia”.

17.- Discutir un balance que permita construir una alternativa política

No hay dudas que la administración Trump y los empresarios del COSEP aspiran a reformar a la dictadura, para regresar al régimen existente en 2006. De nosotros dependerá si la sangre derramada, y el sufrimiento vivido, servirá solo para hacer reformas cosméticas al régimen político, o al contrario seguimos la lucha para impulsar cambios democráticos profundos que Nicaragua necesita, movilizando al pueblo en la perspectiva inmediata de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, libre, democrática y soberana, que reorganice Nicaragua en beneficio de las masas populares.

Por ello, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a todos los luchadores juveniles y populares de Nicaragua a construir una nueva alternativa política revolucionaria, que permita enfrentar los planes de la administración Trump y de los empresarios que pretenden instaurar un orteguismo sin Ortega (o con Ortega)

Centroamérica, 27 de abril del 2019

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)