Historia

 

Por Aquiles Izaguirre.

Octubre pasaría a la historia como el mes en que los trabajadores de Rusia lograron arrebatarles el poder a los ricos. Este proceso es conocido al día de hoy como la revolución de Octubre, a pesar de que según nuestro calendario, la insurrección ocurre entre la noche del 6 de noviembre y el 7 del mismo mes. Según el calendario juliano, imperante en Rusia, los acontecimientos se dieron entre el 24 y 25 de Octubre, de ahí que el proceso sea conocido como la Revolución de Octubre. A la fecha, podrá parecer muy difusa la importancia del triunfo del proletariado ruso en 1917, pero en su momento significó un acontecimiento que estremeció a todo la humanidad e hizo tambalear a los burgueses en todo el globo terráqueo.

Orígenes de la revolución.

Al día de hoy, la mayoría de los jóvenes no conocen aquellos acontecimientos memorables del Octubre Rojo. La Rusia que procedió a la revolución de febrero, era una sociedad en la que prevalecía el hambre y la miseria, la burguesía “patriótica” se enriquecía día a día producto de la especulación en tiempos de guerra. Mientras los trabajadores se morían de hambre, los burgueses adquirían más privilegios y riquezas que en los mismos tiempos de los zares.

La guerra iniciada por el Zar Nicolás II en 1914 llevaba 3 años, en los que el ejército zarista era vapuleado cada día más, cientos de miles de soldados fueron enviados a las trincheras en paupérrimas condiciones a repeler a las tropas alemanas que estaban mucho mejor armadas. Para 1917 los soldados desertaban por millares, consientes que habían sido utilizados en una guerra en la cual victoria no llagaría nunca.

La economía rusa estaba basada en la agricultura, donde una inmensa mayoría de campesinos eran pobres y no poseían tierras, que estaban en manos de un puñado de aristócratas o burgueses, asimismo el proletariado era un número reducido en comparación a la población rusa, sin embargo las principales ciudades estaban industrializadas y una gran cantidad de campesinos se proletarizaban partiendo a los cascos urbanos, debido a la hambruna reinante en el campo. Cabe mencionar, que este proletariado era un movimiento político muy bien organizado producto de la lucha librada contra la monarquía Zarista, asimismo era el sector donde la mayoría de activistas revolucionarios realizaban propaganda.

En este panorama tórrido, la burguesía liderada por Kerenski había tomado el poder en febrero y a medida que transcurrían los meses se alejaba más de la población, que estaba a punto de colapsar producto de la guerra y el hambre imperante en toda Rusia. Al transcurrir el gobierno de Kerenski la burguesía, pequeña burguesía (dirigida por los mencheviques y social revolucionarios) se negaron a suplir las carestías más sentidas de la población, necesidades que fueron condensadas en la consigna bolchevique de “paz pan y tierra”.

Los soviets.

Si bien la revolución de febrero es una revolución democrática, la burguesía a través de las formas de gobierno de la democracia burguesa no pudo completar este proceso histórico. Para el gobierno de Kerenski, llevar a fondo la revolución burguesa era chocar con los intereses de la burguesía. Mes a mes, se fue aplazando la convocatoria a las elecciones de la asamblea constituyente, que daría forma al nuevo Estado burgués ruso.

Pero mientras transcurría el tiempo que era vital para la burguesía, las masas fueron comprendiendo poco a poco, lo ineficaz y corrupta que es la democracia burguesa y sus instituciones. Y el organismo del pueblo por excelencia serían los Soviets, estos fueron un producto histórico que significó el pilar de la revolución de Octubre, y los podemos llamar “órganos de poder dual”.

El partido Bolchevique.

Toda revolución tiene un sujeto histórico, en el caso de la revolución rusa fue el proletariado, que dirigió a los soldados y campesinos hacia la revolución social. Pero los procesos históricos importantes, deben tener una organización que acompañe al proletariado y las clases explotadas a su emancipación, en Rusia este factor subjetivo lo constituyó el partido bolchevique.

El partido de la revolución, dice Lenin, tiene que ser de cuadros profesionales dedicados a la actividad revolucionaria, debe estar centralizado por un comité que imponga una disciplina férrea, pero al mismo tiempo asegure la discusión y la democracia interna para sus militantes, en otras palabras debe tener centralismo democrático. Lenin concebía que los partidos revolucionarios luchan contra una maquinaria gigantesca como lo es el Estado burgués, que maneja recursos, instituciones y capital, por ende, para destruirlo, hay que forjar una organización que pueda pelear como un ejército contra la maquinaria construida para proteger a los explotadores.

El partido bolchevique comprendió que los soviets eran las expresiones del poder de los trabajadores y explotados, por ende, el nuevo Estado y la revolución debían estar subordinados a estos órganos de poder. Por esta razón, el partido de Lenin liga todas sus luchas y su destino a los soviets.

Las vísperas de la revolución.

A finales de octubre e inicios de noviembre de 1917, toda Rusia se encontraba convulsionada, día a día los agitadores del partido bolchevique propagaban en todo el país, su consigna de “todo el poder a los soviets”, único organismo capaz de dar de comer a las masas hambrientas, otorgar  tierra a los campesinos y sacar a Rusia de la miserable guerra en que se encontraba. Para cumplir con sus objetivos, el partido bolchevique hace un llamado para que se realice el congreso de los soviets de toda Rusia. En este congreso se debía decidir la toma del poder, y fue convocado para inicios de noviembre, aun con la ferviente oposición del comité del soviet, aun en manos de la mayoría menchevique.

Por el otro lado, el gobierno de Kerenski urgido por la radicalización de las masas, hace un llamado a los cosacos y a los batallones de la muerte para responder a cualquier intento de insurrección de parte de los soviets, asimismo ordena que la guarnición de Petrogrado (partidaria bolchevique y de la insurrección) sea enviada al frente de batalla, maniobra repelida por la propia guarnición, que se negó a partir previendo los acontecimientos venideros.

Incluso algunos burgueses y oficiales esperaban la ayuda de sus “enemigos alemanes” para eliminar la “parea bolchevique”, así podemos leer el relato de Stepan Gueorguievitch Lianosov, gran burgués y “patriota” ruso, quien decía: “la revolución es una enfermedad. Más pronto o más tarde, tendrían que intervenir las potencias extranjeras, como se interviene a un niño enfermo para curarlo o ayudarlo a caminar. Evidentemente, no será éste el mejor remedio quizá, pero hay que comprender que las naciones no pueden permanecer indiferentes ante el peligro bolchevique y la propagación de las ideas tan contagiosas como la de la “dictadura del proletariado” o la revolución mundial” (Jhon Reed, Diez días que estremecieron al mundo).

La escena estaba montada, ambas fuerzas esperaban la campanada que iniciaría al primer acto. Y este cañonazo lo dispararía el propio gobierno de Kerenski cuando intentó cerrar por la fuerza a dos periódicos bolcheviques, el Soldat y Rabotchi Put. El 7 de noviembre, los bolcheviques conducidos por el Comité Militar Revolucionario, encabezado por Trotsky, ejecutan maniobras para tomar el poder en Petrogrado, los planes se apoyaron en la guarnición de esta ciudad, milicias obreras y luego en los marines de Cronstadt. Los combates se realizaron por toda la ciudad, los bolcheviques toman las arterias de Petrogrado como la central telefónica, la estación del ferrocarril del báltico, la agencia del telégrafo, etc. El mismo 7 de noviembre por la noche, el Comité Militar Revolucionario había asegurado el poder en la capital rusa. Inmediatamente después de que la ciudad estaba tomada por las tropas rojas, los líderes revolucionarios se dirigieron al Smolny, edificio que en el que se estaba abriendo la primera sesión del segundo congreso de los soviets de toda Rusia.

La entrada de Lenin, Trotsky, kamenev, Lunacharsky y otros líderes bolcheviques, se efectúo en medio de una enorme ovación y una tempestad de aplausos, pero la revolución apenas comenzaba, en medio del congreso fracciones de los mencheviques y socialrevolucionarios le dieron la espalda a la revolución para apoyar al gobierno provisional de Kerenski. Trascurría el primer día de cesión, y al unísono se recibían comunicados de todo el extinto imperio zarista, todos felicitando la insurrección y al nuevo gobierno soviético, pero todos estos acontecimientos, solo serían el preludio de la guerra civil que tendrían que librar los obreros, para consolidar su propio Estado.

Lecciones de la revolución rusa.

Han pasado más de 90 años desde que en aquel invierno rojo, miles de obreros, soldados y campesinos salieron a las calles para intentar construir un futuro mejor para ellos y la humanidad. El legado que la revolución rusa deja a las nuevas generaciones, pasa por comprender que el capitalismo no se puede humanizar, este es un sistema de explotación en el cual la democracia existe en la medida que pueda asegurar el dominio económico de la burguesía, por ende cualquier intento por remendar el sistema, chocara irremediablemente con la naturaleza explotadora del capital y la burguesía.

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