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EL SALVADOR.- El nuevo bipartidismo y el débil gobierno de Sánchez Cerén

En el 2009 el deber histórico de sacar a la derecha representada en el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) se cumplió. El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ganó las elecciones y crecieron las ilusiones democráticas de las masas.

No obstante, yendo en contra de este sentimiento de las masas, el FMLN conformó el gabinete de gobierno repartiendo las instituciones del Estado entre los diferentes grupos de empresarios que habían apoyado o aportado financieramente la campaña electoral. Muchos combatientes y dirigentes populares fueron relegados. El gobierno de Funes era un gobierno de alianza con sectores de la burguesía emergente.

El gobierno de FUNES mejoró y amplió los programas de asistencia social desarrollados bajo los gobiernos de ARENA, brindando un paliativo a los agudos problemas derivados de las políticas neoliberales. Al transcurrir el tiempo, las desilusiones fueron notorias ya que el gobierno de Funes no resultó ser el “gobierno del cambio” por el que había votado la mayoría de la población. La cúpula del FMLN de manera estratégica marcó una separación con el gobierno de Funes, criticando en público los errores de Funes pero capitalizando los aciertos, todo ello con la finalidad de evitar rupturas por la izquierda, prometiendo a sus bases que el próximo gobierno sería dirigido por un combatiente guerrillero, y ese si sería un gobierno a favor del pueblo.

Bajo el gobierno de Funes los ataques de ARENA contra el FMLN no se hicieron esperar. Se produjo en enfrentamiento político entre dos sectores burgueses por el control del aparato del Estado. El gobierno de Funes-FMLN no luchó contra el sistema capitalista, sino que se adaptó al mismo, administrando los escasos recursos para garantizar una clientela política y la continuidad en el poder. Los golpes y contra golpes fueron intensos. En este contexto, el presidente Funes denunció los casos de corrupción de los gobiernos de ARENA, siendo el más relevante el del expresidente Francisco Flores, actualmente prófugo.

Pero no confundamos la apariencia con la esencia. Poco a poco, en medio de la polvareda ocasionada por el forcejeo y los golpes bajos, se ha establecido un régimen político asentado en dos partidos políticos, que se reparten las cuotas de poder. Tanto el FMLN como ARENA luchan para imponer su hegemonía, encontrando una resistencia en la otra parte. Muy pocas cosas han cambiado en El Salvador: continúa la violencia, producto de la descomposición social, así como una crisis fiscal y un creciente endeudamiento externo que demuestra que el país ha dejado de ser autosuficiente.

El FMLN ganó las elecciones en segunda vuelta por escasos 4,000 votos, lo que demuestra que el desgaste del FMLN en el gobierno ha permitido una relativa recomposición de ARENA. El nuevo gobierno de Sánchez Cerén no podrá ir más allá de los tímidos cambios que realizó el gobierno de Funes. Este nuevo gobierno ha sido largamente esperado por las bases del FMLN, pero es casi seguro que ocasionará una gran decepción.

El gobierno de Sánchez Cerén es más débil que el gobierno de Funes. Las masas vienen de hacer la experiencia con el primer gobierno del FMLN, y ahora están más desconfiadas. Además, el FMLN tiene ahora al partido ARENA un poco más fortalecido. Sánchez Cerén ha dado declaraciones muy conciliadoras, ha mostrado disposición al diálogo secreto con ARENA, a platicar con los caníbales de la Asociación Nacional de Empresa Privada (ANEP), en fin, a continuar en la línea moderada de su antecesor Funes. El posible ingreso de El Salvador a PETROCARIBE puede dar un alivio temporal a las finanzas del Estado, pero los empresarios ya han pedido su parte del pastel.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llamamos a todos los grupos de izquierda por fuera del FMLN, a desarrollar políticas unitarias que nos permitan levantar una alternativa revolucionaria, antiimperialista y socialista, ante la inminente crisis y desgaste del FMLN.

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