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Ortega debe cumplir sus promeses electorales:

“Hambre, desempleo y analfabetismo: Cero”

 

Todo cambio de gobierno genera grandes expectativas en las masas. El gobierno de Ortega no es la excepción. A pesar que el FSLN ganó la Presidencia de la República con el 38% de los votos validos, una encuesta realizada “cara a cara” a nivel nacional a finales de  diciembre del 2006 mostraba como un 57,9 de los entrevistados miraban con “agrado” a Daniel Ortega y el 52, 7 consideraba que habría “prosperidad” o mejoría económica bajo el nuevo gobierno. En el plano político, siete de cada diez nicaragüenses se manifestaron a favor de reformas constitucionales que prohíban absolutamente la reelección presidencial, ocho de cada diez encuestados se pronuncian a favor de el mínimo para ganar una elección presidencial sea del 50 por ciento de los votos.

La situación la podemos resumir en grandes expectativas sobre una posible mejoría de la economía y desconfianza en el plano político. Y es que durante la campaña electoral, Daniel Ortega guardó un profundo mutismo en torno a las propuestas de los otros candidatos, y centró su discurso en afirmar que bajo su gobierno el hambre, el desempleo y el analfabetismo bajarían a cero.

Los únicos países que lograron destruir estos flagelos sociales fueron aquellos en donde triunfó la revolución socialista, donde se nacionalizaron los principales medios de producción. En muchos de estos países se ha impuesto una restauración o regreso al capitalismo, y ahora observamos como en Rusia y China que el hambre y el desempleo aumentan.

El programa “hambre cero” que liderará el sociólogo Orlando Núñez es una copia al carbón del programa impulsado por Lula en Brasil. Al parecer, Ortega pretende combinar una macroeconomía capitalista con programas de asistencia social, que constituyen paliativos al sistema capitalista, y que no erradican el hambre, el desempleo y el analfabetismo. La pobreza se combate, no subsidiando alimentos a las familias pobres, sino creando empleos productivos y mejorando los salarios.

Como es su característico estilo, Ortega ha golpeado la mesa de negociaciones. En una reunión con el cuerpo diplomático dijo que “las privatizaciones fueron las primeras en alimentar la corrupción. Cuando los organismos demandaron la privatización de la banca y los servicios, allí se multiplicó la corrupción”, insinuando que podrían ser revisadas. En Nicaragua casi todos los servicios básicos están privatizados, telecomunicaciones y energía, menos el agua.

Bayardo Arce, principal asesor económico del gobierno, ha declarado que el gobierno pretende “mantener la estabilidad macroeconómica para hacer viable la economía, cómo  funcionamos, con qué ingresos lo vamos a hacer (...) si ayudan a la inversión y al empleo vamos a recoger todas las ideas que nos están dando” al referirse al FMI.

De antemano somos categóricos en afirmar que la suscripción de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) conllevará a grandes limitaciones en el empleo y en el salario, y a más sufrimientos a los trabajadores.

Alertamos a los trabajadores sobre la utopía de Daniel Ortega de intentar mantener acuerdo con el FMI y combatir al mismo tiempo la pobreza, erradicando el hambre, el desempleo, y el analfabetismo. Es como mezclar el agua y el fuego, ambos elementos son contradictorios.

Nosotros vamos a luchar unidos con los trabajadores y el pueblo, independientemente de la filiación partidaria, por mejorar los salarios y los niveles de empleo, al mismo tiempo que llamamos a las bases del FSLN a exigirle al gobierno de Daniel Ortega que cumplan con sus promesas electorales.

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