Medio Oriente

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Por Nicolás Brum

Durante los últimos días, luego de las violentas manifestaciones en Túnez, Argelia, Yémen y Argelia, la ola símica ha llegado a Egipto.

Un país que ha sido catalogado como aliado por las potencias imperialistas, es sacudido por movilizaciones que reclaman derechos democráticos ante un régimen que se ha impuesto por la fuerza, negando derechos fundamentales.

Pero estos tiranos no han sido producto de las casualidades históricas o de la “ignorancia” de los pueblos, como algunos quisieran creer.

Como parte de la reacción en contra de las movilizaciones que han cobrado ya decenas de vidas por parte de los manifestantes, el régimen ha cortado el acceso a internet, algo inédito en la historia reciente, como medida para evitar cualquier parecido a lo que ocurrió con la revolución democrática tunecina. En este último caso hubo muchos internautas que lograron organizar a la disidencia.

El gobierno egipcio: aliado del imperialismo

Egipto ha sido un país clave para el proceso de reacción democrática establecido por el imperialismo en la coyuntura actual.

Desde 1979, al firmar los acuerdos de paz con Israel de Camp David, que implicó el reconocimiento del estado sionista, Egipto ha sido fundamental para el desarrollo de este plan. Luego de este hecho, el gobierno Egipcio se ha hecho de la vista gorda ante las invasiones del estado Sionista al Líbano y la franja de Gaza, la intifada, etc. Es decir que se ha convertido en un aliado de las potencias occidentales e Israel.

El acuerdo de paz produjo que el presidente Sadat fuera asesinado y en lugar de este asumiera el poder Mubarak.

Pero no sólo en el campo político Egipto es de suma importancia. En el plano del trasiego de petróleo, el canal de Suez es la ruta privilegiada para este fin. Esto representa ingresos por cerca de 3300 millones de dólares. Además recibe de los Estados Unidos como donativos, cerca de 2200 millones de dólares por año y 150 millones de la Unión Europea.

Además de esto, el gobierno recibe ingresos por la venta de petróleo, 4000 millones anuales y las remesas de los egipcios en el exterior por cerca de 7 mil millones anuales.

Evidentemente estas “ayudas” no son gratuitas. El objetivo claro es el de asegurar la permanencia de un régimen que niega las libertades civiles y la continuidad de  sus políticas colaboracionistas.

Sin embargo esta riqueza que llega por miles de millones de dólares al año se queda en la burguesía egipcia. El salario promedio de un trabajador es de 75 dólares mensuales y una cuarta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Además de esto, el desempleo ronda el 20% de la población económicamente activa.

Mubarack: enquistado en el poder

Como una calca de los demás regímenes vecinos, Mubarack organizó elecciones donde fue reelecto por porcentajes escandalosamente grandes, con cerca del 90% de los votos. Así de esta manera se ha podido legitimar antes las potencias occidentales que no cuestionan los procesos electorales ni al régimen por los favores que les proporciona.

Sin embargo la fuerza de Mubarack es mayor y por lo tanto las masas tendrán que tener mayor fortaleza para poder hacer caer al dictador. Esto también porque los aliados tal y como se menciona anteriormente son más celosos por la suerte de su aliado.

En el gobierno sionista de Netanyahu, creen que el gobierno egipcio tiene la capacidad de salir airoso. Es decir en lenguaje no diplomático, que pueda aplastar las movilizaciones con el apoyo de las fuerzas armadas.

Pero no todo está escrito en piedra

Sin embargo, la fuerza revolucionaria de las masas ha superado muchas veces en la historia regímenes más fuertes.

Las movilizaciones continúan y se anuncian mayores. Desde el PSOCA saludamos las heroicas masas del Medio Oriente y estamos al lado de ellas para derrotar a estos regímenes totalitarios, parasitarios y antiobreros, socios incontestables del imperialismo