Internacionales

Por Orson Mojica

La lucha contra el régimen dictatorial y monárquico de Moamar Gadafi el Libia, el posterior estallido de la insurrección y la guerra civil, y la intervención imperialista de la OTAN a través de bombardeos, ha provocado la división de la izquierda en Centroamérica y el mundo.

División en la izquierda

Por un lado, están quienes apoyaron incondicionalmente al régimen de Gadafi, por considerar que los ataques de la OTAN confirmaban la teoría de una gran conspiración del imperialismo en su contra, para apropiarse del petróleo en detrimento de la nación libia. Por el otro lado, están quienes apoyaban la rebelión y la lucha por derrocar el régimen dictatorial y monárquico. En este amplio sector encontramos las más variadas posiciones, desde quienes apoyaron incondicionalmente la rebelión, cerrando los ojos ante los bombardeos de la OTAN y el carácter burgués y pro imperialista de la dirección del Consejo Nacional de Transición (CNT), hasta quienes consideraron un triunfo contra el imperialismo la derrota militar del sector gadafista.

Esta última posición no resiste la menor crítica, puesto que no se puede considerar un triunfo contra el imperialismo la caída calculada del régimen dictatorial y monárquico de Gadafi, planificada e implementada magistralmente por la alianza imperialista.

Rebelión y guerra civil

Obviamente, no se puede levantar una política revolucionaria en Libia, si no colocamos en un correcto orden las piezas de la realidad. En el último periodo, Gadafi mantuvo excelentes relaciones con los Estados Unidos y con todos los gobiernos de la Unión Europea, pero fue a raíz de la rebelión en Bengasi que las potencias imperialistas decidieron romper su amistad con su antiguo pero ahora incomodo aliado.

Gadafi se sintió, con justa razón, traicionado por sus aliados, pero este es el hecho fundamental que marcó la diferencia en la situación en Libia. Gadafi dejo de representar a la nación Libia, porque existían dos bandos que se enfrentaban a balazos por la conquista del poder. Cuando una guerra civil estalla, los revolucionarios no podemos hacer como el avestruz, ocultar nuestra cabeza en las calientes arenas del desierto libio. Obligatoriamente, tenemos que tomar una postura, y siempre nos inclinamos por el bando más progresivo, aquel que significaría un avance en relación a la monarquía de Gadafi. Obviamente, el secreto de la política revolucionaria es mantener la independencia política.

Pero en este punto fue donde precisamente muchas organizaciones izquierda cayeron en el pantano del oportunismo. Y no nos referimos a las que abiertamente o solapadamente apoyaron la intervención del imperialismo en Libia, sino a las organizaciones que le claudicaron a la monarquía de Gadafi, al hacerse del lado del dictador en contra de la rebelión popular.

La famosa cita de Trotsky

Algunas de estas organizaciones, para justificar su claudicación a la monarquía de Gadafi, se aferraron a una famosa expresión de Trotsky, en su discusión con el sindicalista mateo Fosa, en septiembre de 1938.

En esa ocasión, Trotsky afirmo lo siguiente: “(…) En Brasil reina actualmente un régimen semifascista al que cualquier revolucionario sólo puede considerar con odio. Supongamos, empero, que el día de mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil. ¿De qué lado se ubicará la clase obrera en este conflicto? En este caso, yo personalmente estaría junto al Brasil "fascista" contra la "democrática" Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque no se trataría de un conflicto entre la democracia y el fascismo. Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. Si por el contrario saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas (Getulio, 1883-1954). Al mismo tiempo, la derrota de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés. Realmente, hay que ser muy cabeza hueca para reducir los antagonismos y conflictos militares mundiales a la lucha entre fascismo y democracia. ¡Hay que saber descubrir a todos los explotadores, esclavistas y ladrones bajo las máscaras que se ocultan!”.

La cita de Trotsky es impecable. A simple vista, pareciera darles la razón a quienes apoyaron políticamente a la dictadura de Gadafi, contra la “conspiración” de las democracias imperialistas, pero si analizamos más detalladamente la situación veremos que no es así. Evidentemente, una situación concreta no se parece nunca a otra, aunque tenga similitudes.

En primer lugar, Trotsky se refería a una hipotética guerra de la nación-estado Brasil contra la potencia colonial e imperial de Inglaterra, no a un país desgarrado por la guerra civil que, por cierto, en el caso de Libia no la inició el imperialismo, sino la rebelión de las masas, y que los imperialistas se vieron obligados a romper con su incomodo aliado, para poder mantener el control político sobre el proceso insurreccional. La diferencia sustancial reside en que Gadafi dejó de representar a la nación en Libia en lucha contra el imperialismo, porque muchos años atrás él se había convertido en aliado del imperialismo mundial.

En segundo lugar, Trotsky está polemizando contra la idea falsa de un enfrentamiento entre “fascismo” y “democracia”, es decir, desechaba el análisis superficial de otorgarle extremada importancia al régimen político con el cual domina la burguesía en los países atrasados o en las metrópolis imperialistas. Para Trotsky lo fundamental era la lucha real de las naciones atrasadas contra el imperialismo. En el hipotético caso que el Brasil semicolonial triunfara sobre la Inglaterra imperialista, esto significaría un avance de la lucha contra el imperialismo. El ejemplo está planteado de manera abstracta, para fines didácticos, pero bajo ninguna circunstancia Trotsky podía considerar el ejemplo de un país desgarrado por una guerra civil, porque evidentemente la repuesta política seria otra.

En tercer lugar, y esto es quizás lo más importante, Trotsky llamó a descubrir  “a todos los explotadores, esclavistas y ladrones bajo las máscaras que se ocultan”. Por ello, quienes apoyaron políticamente a Gadafi, embellecieron la máscara de la dictadura. Tanto Gadafi como la conducción del CNT se peleaban para convertirse en el agente oficial de las potencias imperialistas, la diferencia radicaba en que en este último caso, las masas insurrectas se agrupaban, ante la ausencia de una dirección revolucionaria, bajo el traicionero manto del CNT.

Intervención imperialista y milicias populares

Una característica esencial y determinante de la guerra civil en Libia fue el surgimiento de milicias populares, compuesta en su mayoría por jóvenes.  Los líderes militares del CNT, ex gadafistas conversos, se quejaron muchas veces del desorden imperante en las milicias populares.

Gadafi siempre tuvo ventaja militar sobre las milicias, creadas al calor de la insurrección. Gadafi contaba con un ejército regular, disciplinado y con mucho armamento proporcionado por las potencias imperialistas europeas. Por eso Gadafi siempre confió en la posibilidad de derrotar militarmente la rebelión, y con ello renegociar su amistad con las potencias imperialistas.

Estas, por su parte, diseñaron una estrategia militar basada en el debilitamiento de la capacidad ofensiva del ejército de Gadafi, por ello diseñaron una campaña de bombardeos muy puntuales, sobre aeropuertos, sistema de radares, bodegas militares, destrucción de armamento, etc. Al bombardear las posiciones de Gadafi, las potencias imperialistas dieron oxígeno a la rebelión, pero con ello, al mismo tiempo, comenzaron a copar su conducción, subordinándola a sus planes de contener la revolución desde adentro, es decir, desde su conducción. Esta estrategia no es nueva, ya la han aplicado en otros procesos como en Afganistán, cuando apoyaron las guerrillas en contra de la intervención militar soviética, las cuales eran dirigidas por direcciones fundamentalistas islámicas, solo para citar uno de los ejemplos más relevantes.

CNT: conducción contrarrevolucionaria

Sin lugar a dudas,  la dirección del CNT es una dirección burguesa, contrarrevolucionaria, que se ve obligada a ponerse al frente de la lucha contra Gadafi, por la rebelión de las masas. Eso implicaba una contradicción enorme, por un lado una dirección que se convirtió rápidamente en agente del imperialismo,  y por el otro, más abajo en la sociedad libia, una enorme presión de masas, que quería derrocar a la dictadura monárquica de Gadafi.

Nunca, jamás, podemos confundir la dinámica de un proceso revolucionario con la naturaleza de clase de su dirección. Es casi una ley de la historia que las revoluciones estallan casi siempre bajo la conducción de direcciones burguesas, pequeño burguesas u oportunistas, y es en el desarrollo de la lucha que las direcciones revolucionarias, bajo una feroz lucha política, conquistas a las masas y encabezan conscientemente el proceso revolucionario. Libia no ha sido la excepción pero ha sido quizá uno de los casos más trágicos.

Ahora la lucha es contra el CNT

Aunque la guerra civil no ha terminado, y todavía se desconoce el paradero de Gadafi y su camarilla, todo indica que estamos ante un triunfo militar de los rebeldes sobre los gadafistas. La rápida caída de Tripoli en manos de los rebeldes, inclino el curso de la guerra a favor de la revolución.

Ante el bombardeo de la OTAN y el avance de la revolución, sectores de las fuerzas armadas de Gadafi se fueron pasando lentamente y en silencio al bando de la revolución. Este era el principal objetivo del imperialismo, y en cierta medida lo ha logrado: El Ejercito, Policía, fuerzas de seguridad de Gadafi, están intactas.

El principal objetivo del CNT es desarmar a las milicias populares, para retornar a la normalidad. Por ello, una vez concluida la guerra civil, la tarea número uno de cualquier revolucionario en Libia, es iniciar la lucha contra el gobierno pro imperialista del CNT. El enemigo principal ahora es el gobierno del CNT, el nuevo agente del imperialismo, pero sin aliarnos a los gadafistas, buscando siempre la independencia política de los trabajadores libios en la consumación de la revolución democrática

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