Europa


Por Nicolas le Brun

Las potencias imperialistas se reunieron la última semana en la ciudad suiza de Ginebra para tratar de llegar a un acuerdo sobre la crisis en Ucrania.

En esta conferencia relámpago buscaron limar las asperezas de una crisis que tiende a prolongarse y a salirse de las manos en medio de una situación global que apunta al caos y a la inestabilidad.

Al día de hoy las fuerzas separatistas pro-rusas y las fuerzas leales al gobierno ucraniano se han enfrentado y causado algunas victimas mortales, lo que ha llevado a crispar de nuevo los ánimos. Las amenazas van de lado a lado y la posibilidad de que aumente la escalada militar se hace más probable con el paso del tiempo.

Sin embargo, habría que analizar el conjunto de la situación para ver si la salida militar es la que prima el imperialismo y los rivales rusos en este momento o bien si esto no es más que un aumento de la presión para llegar lo mas rápido posible a un acuerdo.

La crisis política y económica se prolonga

La conferencia de Ginebra tenía por principio desactivar la bomba de tiempo que se incuba en la región. En artículos anteriores se ha explicado la creciente movilización que se ha producido en los antiguos estados obreros como en Bulgaria, donde las masas lograron provocar la caída del gobierno por un asunto de las tarifas de electricidad en medio del invierno. Por otro lado, en la antigua Yugoslavia las tensiones intercomunitarias no han cesado a pesar de la intervención de las fuerzas militares de la SFOR que tienen cerca de dos décadas en el sitio.

Para las burguesías de todos los sectores, esta situación empieza a producir desgastes importantes, sobre todo porque de conjunto, la zona se encuentra frágil debido a la crisis económica desatada en el 2008.

En ese sentido, los indicadores económicos rusos no son tan relucientes como se quiere hacer creer. A finales del 2013 la bolsa de Moscú estaba en caída de casi el 25% en comparación al 2008. De igual manera, el gigante ruso de la energía, Gazprom, reflejaba una caída casi de la misma magnitud. Otros sectores como el automotriz también reflejaba una importante caída en la bolsa, la más importante del conjunto con casi 75%, como un reflejo de la inestabilidad que puede existir dentro del gigante ruso. El único sector que no reflejaba una caída era el sector bancario, que más bien daba señales de vigor con una tasa positiva cercana al 23%. (Correo Internacional no. 1196)

Del otro lado del planeta, las cosas no parecen más fáciles que para los rusos desde el punto de vista económico. Como apunta el Wall Street Journal de 7 de abril 2014:

“… occidente podría ganar la guerra de sanciones contra Rusia, pero le faltaría un estomago de acero…la mano de los rusos sobre el aprovisionamiento energético de Europa no va a durar eternamente. El dinero fácil de la FED (Reserva Federal) que hace subir los precios de las materias primas no va durar eternamente”

Esto en pocas palabras quiere decir que la posibilidad de sostener esta situación por mucho tiempo es imposible debido al escenario económico precario y a una situación política todavía más delicada para la burguesía imperialista.

La inestabilidad al interior de Ucrania

Por otro lado, después de la caída del muro, la constitución de una burguesía nativa no ha sido un proceso evidente. El enfrentamiento gansteril entre diferentes fracciones ha provocado una gran inestabilidad política, cargada de golpes de estado disimulados y un férreo control por parte de Moscú.

El cambio de camiseta en estos momentos no es fácil y por más esfuerzos que quieran realizar los yanquis y la Unión Europea, constituir un gobierno de transición que sea legitimado como interlocutor válido por el conjunto de los sectores no es posible en estas circunstancias. “…la élite local del este (del país ndlr) está presta a colaborar con los invasores para no perder sus privilegios, lo que es el caso… no hay que olvidar que los todos representantes de la autoridad sin excepción casi, son parte de una generación que ha estado implicada en el pillaje del país” (Gaceta de Ucrania, 17/04/2014)

Esta descripción de la prensa local, que ha sido baluarte de la rebelión de la plaza Maidan, deja claro el estado de ánimo de la población con respecto al gobierno. Las disidencias dentro de la clase política no han cesado. La burguesía busca con afán llegar a un acuerdo político lo mas rápido posible, sin embargo la coyuntura todavía no lo permite.

“Frente a los 110 multimillonarios que atesoran un tercio de la riqueza rusa, la docena de oligarcas ucranios podría parecer en desventaja, tanto en número como en la cuantía, más modesta, de sus fortunas. Pero el tradicional protagonismo de estos últimos en la vida política del país, entre bastidores o como puntales del nuevo Gobierno de Kiev, les da una considerable ventaja con respecto a los rusos, que controlan la economía pero dependen de las decisiones del Kremlin y, sobre todo, del presidente Vladímir Putin”.

“No es de extrañar que Kiev recurra a oligarcas para apuntalar zonas sensibles en el este del país; además, ya no tienen nada que hacer en Crimea, de donde se baten en retirada ante la llegada de los rusos. Los oligarcas son los primeros interesados en una Ucrania estable y unida. Si el Este sigue los pasos de Crimea tendrían todas las de perder ante sus colegas rusos, mucho más poderosos. Y para la mayoría de la población son un poder incontestable”, explicaba el periodista Andrei Grimov en Donetsk. Ajmétov ha reiterado en sus escasas declaraciones tras el vuelco en el poder en Kiev —la mayoría mediante comunicados— su apuesta por una Ucrania territorialmente íntegra y una salida negociada a la crisis. (El País 21/04/2014).

Además, las disidencias no han cesado de producirse, no solo en el seno de las fuerzas armadas ucranianas como lo apunta la cita anterior, si no que también figuras políticas como el alcalde de Donest se han hecho manifiestas.

“Serguéi Taruta, el gobernador de Donetsk, se distancia de la operación militar lanzada desde Kiev para controlar las protestas en su región y considera ‘el creciente caos’ como el mayor peligro. “Yo no dirijo la operación. Se hace desde Kiev. No está ni concertada ni coordinada conmigo y no influyo en el proceso (El País, 17/04/2014).

La visita de Joe Biden, el vicepresidente de los Estados Unidos a Kiev, se hace en medio de la creciente inestabilidad en la zona y como una forma de presionar a los dos campos para que los acuerdos a que se llegó en Ginebra sean puestos en marcha y para presionar también al gobierno ucraniano para que avance en la consolidación de las zonas en conflicto por medio de la garantía de las fuerzas armadas leales al régimen. El fiasco producido por las fuerzas armadas ucranianas que se vieron expulsadas por la milicia pro rusa no ha sido bien visto por la administración yanqui.

“Biden llega a Ucrania con un paquete de ayuda técnica y económica bajo un brazo y la amenaza de nuevas sanciones contra Moscú bajo el otro, para el caso de que no cumpla su parte del citado pacto, en un claro ejemplo de la estrategia que la administración Obama ha decidido adoptar ante el conflicto: el aislamiento internacional de Rusia y el apoyo al proceso electoral y constitucional ucranio. El vicepresidente quería venir a Kiev para enviar un mensaje claro del apoyo de EE UU a la democracia, la unidad, la soberanía y la integridad territorial”, explicó un alto funcionario de la Casa Blanca. “Él también hará un llamado para el cumplimiento inmediato del acuerdo alcanzado en Ginebra la semana pasada y dejará claro que habrá nuevas consecuencias para Rusia si en los próximos días opta por desestabilizar, en lugar de por la vía constructiva”, advirtió. (El País 21/04/2014).

Pero a pesar del panorama desolador para las potencias occidentales con respecto a la conformación de un nuevo gobierno, los llamados son a guardar el gobierno así como esta.

“No maten al pianista, el hace lo que puede, el gobierno debería ser un motor de la sociedad, puede ser criticado pero esa critica no debe transformarse en asistencia al enemigo” (La Gaceta Ucraniana 17/04/2014).

La posibilidad de que el conflicto pase a un enfrentamiento armado no es de descartar, pero las iniciativas que se siguen llevando adelante apuntan más bien a la resolución por medio de un acuerdo político. Putin no lo ha dejado de señalar. En una emisión televisiva donde respondió a preguntas de toda índole, pero fundamentalmente sobre el tema de Ucrania, afirmó: “El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la única manera de que el gobierno de Ucrania fue el ‘diálogo’ y no el uso de la fuerza que conduce al país hacia el ‘abismo’, en su sesión de preguntas y respuestas televisión. ‘Es sólo a través del diálogo en los procedimientos democráticos y no usar las fuerzas armadas, tanques y aviones que pueden poner orden en el país’, dijo Putin. En cuanto a las afirmaciones sobre la participación de las fuerzas rusas en los disturbios, ‘es toda esa basura’, ha dicho” (Le Monde, 25/04/2014).

Una salida de las masas es posible

Mientras las potencias imperialistas se aprovechan de las aspiraciones nacionales de los pueblos y las transforman en caldo de cultivo de la ultraderecha fascista, las masas ven cómo su situación no mejora con ninguna de las falsas alternativas que ofrecen tanto los imperialistas occidentales como los rusos.

La dicotomía no se plantea entre la liberación nacional y el respeto de la nacionalidades dentro de una federación en igualdad de condiciones, si no de opresión nacional a largo y mediano plazo. Putin no es una garantía de respeto para las minorías, tal y como fue su modus operandi en Chechenia. Por otro lado ya sabemos con creces el rol del imperialismo con respecto a las minorías nacionales a lo largo y ancho del planeta.

El único camino posible viene de la tradición soviética en los inicios de la revolución. Las masas deben apuntar las armas no en contra de sus hermanos de clase sino en contra de los opresores y de aquellos que entregaron las conquistas de la revolución de octubre para enriquecerse a manos llenas.

En ese sentido es el llamado que hacemos desde el PSOCA, a que los trabajadores ucranianos enfrenten al enemigo común, las burguesías imperialistas de Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos, y la oligarquía ucraniana. La alternativa es la construcción de una Federación de Estados Unidos Socialistas de Europa.