Europa


Por Nicolás Le Brun

El territorio de la actual Ucrania ha sufrido durante siglos constantes movimientos, ligados fundamentalmente a la volatilidad de las fronteras y a los conflictos armados que, por su posición estratégica, no han cesado desde casi cuatro siglos.

La posición de Ucrania en el contexto actual no ha disminuido de importancia, por el contrario, es una joya que se disputan dos bandos en creciente conflicto, no solo en esta zona sino en otros puntos de la periferia.

Por un lado Rusia, que luego de la independencia de Ucrania en el año 1991, después de la desaparición de la Unión Soviética, ha mantenido una relación privilegiada.

Para el emergente imperialismo ruso, encabezado por Vladimir Putin, Ucrania es el equivalente de lo que es la región de Centroamérica y el Caribe para los Estados Unidos : su patio trasero. Por lo tanto, es evidente, desde la perspectiva de mantener o acrecentar la dominación sobre el país, que el enfrentamiento sea fuerte y sin concesiones.

Una zona económica y militarmente estratégica

La composición de este país es particular, con la presencia de una minoría ruso parlante bastante importante. El peso de esta comunidad no es solo cuantitativo, sino también lo es en términos de influencia cultural.

En Ucrania, el ruso se utiliza como lengua franca en un 70% de la población. 60% de la población es de la lengua y la cultura rusa. Algunas áreas como la región oriental, están pobladas principalmente por colonos rusos. Rusia también utiliza como arma el otorgamiento de pasaportes rusos. En Crimea aproximadamente 180,000 personas poseen un pasaporte ruso.

Han existido tentativas de los ultranacionalistas de instaurar el ucraniano como única lengua oficial. A pesar de que el proyecto fue aprobado por el Senado, esto no ha representado un mayor problema, porque las “transacciones” en el país se siguen haciendo en ruso, independientemente de los exacerbos nacionalistas.

Los medios de comunicación utilizan también mayoritariamente el ruso. Cerca de tres cuartas partes de la televisión se transmite en ruso, asimismo, los sitios oficiales tienen su versión rusa incluida. De igual manera los sitios web de las revistas y periódicos tienen su versión rusa. Otro dato que apunta en esta dirección es el hecho de que la mayor parte de la élite estudiantil, se desplaza a Rusia para formarse. Esta élite viene a ser luego la que se encarga de administrar y dirigir el país, de la misma forma que nuestras élites locales van a formarse a Estados Unidos o Europa para luego sentarse en los más altos escalafones de la administración del país y de las empresas transnacionales y sus representaciones locales.

Pero esta lectura es superficial si no vamos a las causas estructurales de estos fenómenos mencionados anteriormente.

El primero es de orden militar. El puerto de Sebastopol es el primer puerto de importancia en el Mar Negro. Desde hace mucho tiempo, el control de este puerto es vital, antes durante la época zarista, posteriormente durante la era soviética y ahora en el en el juego de los nuevos zares como el caso de Putin.

Rusia ha firmado ya varios acuerdos militares con el país para conservar las bases navales en el estratégico puerto. En 1997 firmaron un tratado por veinte años según el cual los rusos darían la suma de cien millones de dólares anuales. Antes de que este tratado venciese, los rusos firmaron otro en el 2010 que lo prolonga hasta el 2042. Eso garantiza el control de lo más importante en este asunto, el gas y el petróleo.

En primer lugar el mar Negro es una de las zonas por donde transitan grandes cantidades de hidrocarburos a través de oleoductos que suministran estos combustibles no solo a este país, sino que también a los miembros de la UE. Este control ruso de esta autopista de combustibles está en disputa principalmente con los Estados Unidos, que no lejos de ahí controla el suministro de petróleo y gas natural de los países del Golfo Pérsico, del Medio Oriente y del Magreb, por lo que tiene un competidor que no le hace nada de gracia para tener la supremacía energética bajo su entero control.

En los últimos años, el conflicto en el mar Negro, donde los protagonistas son Georgia y el minúsculo país, pero de enorme importancia de Abjasia donde se puso de manifiesto, no solo un viejo conflicto, sino también la volatilidad de la región. En ese momento, Georgia aspira a mantener el control de esta región que desde 1992 se encuentra en guerra en contra de la fuerzas georgianas y que es de vital importancia puesto que representa dos tercios del acceso al mar. Sin embargo, en el 2008 esta región proclamó su independencia que solo ha sido reconocida por Rusia y sus aliados. Georgia ha sido un aliado importante de los Estados Unidos, por lo que la secesión de este territorio aumenta el control ruso sobre el suministro de gas a Europa, que es dependiente del mismo y se ve amenazada al no poder contar con aliados fuertes dentro.

Entonces se entrecruzan los intereses de tres potencias, Rusia, la Unión Europea y los Estados Unidos.

La situación actual

En medio de las negociaciones que empezaron en el 2010 entre la Unión Europea y Ucrania, las tensiones provocadas se iban acrecentando producto del escenario descrito anteriormente.

La economía ucraniana se encuentra debilitada por los tratados leoninos suscritos con Rusia, por los cuales el país se compromete a pagar casi el doble del precio anterior por el gas, pasando a pagar 95 dólares por cada 1000 metros cúbicos en lugar de los 50 dólares que pagaba antes. El gas representa una fuente importante del combustible utilizado por la economía y los hogares ucranianos. Esta fragilidad la hace una presa de los intereses imperialistas que buscan obtener el control político del país poniendo en los puestos claves, a dirigentes proclives a uno u otro sector.

Pero la historia post-soviética ha estado marcada por un férreo control policial por parte de la antigua burocracia soviética reconvertida en burguesía.

El primer presidente, Leonid Kravtchuk es remplazado por su entonces primer ministro Leonid Kutchma, que se mantiene en el poder con métodos dictatoriales, que dejan entrever escandalosos casos de corrupción, en los cuales sus allegados y su familia engrosan sus fortunas, bajo el estilo de neo burguesías mafiosas y sus métodos de acumulación de capital que caracterizaron a los estalinistas reconvertidos.

Luego de una revuelta democrática en el 2005, llamada la revolución anaranjada, accede al poder Víctor Iuchtchenco, que nombra a Yulia Timochenko como primera ministra interina. Es en este momento que se firma el acuerdo gasífero que desata una nueva crisis política que lleva a Iuchtchenco nombrar como primer ministro a Víctor Ianokovitch. Este último toma el poder luego de unas elecciones en el 2010 y procede a la mejor manera del estalinismo, a ajustar cuentas con su opositora Yulia Timochenko, enviándola a prisión por los actos de corrupción cometidos durante su período de primera ministra.

La Timochenko representa los intereses de la UE y los EEUU, quienes la transforman en su ficha política para demandar reformas democráticas al interior, dado que el régimen no deja de hacer uso de la corrupción, la represión y el nepotismo.

Dentro de ese marco, las negociaciones con la UE presuponen la entrada en vigencia de ciertas medidas que pudiesen suponer cierto respeto a las libertades democráticas, bien entendidas desde el punto de vista de los intereses europeos y yanquis. A finales del 2013, se esperaba la liberación de Timochenko, lo que no se dio y puso en alerta, puesto que el tratado de “libre comercio” que se venía negociando con la UE caía al agua, sin posibilidades casi de volver a tomar el camino. Ucrania pedía también una “ayuda” de 20 millardos de euros que no llegaron.

Las manifestaciones callejeras desde noviembre del 2013 no han cesado, mostrando la polarización del país y poniendo en el tapete la posibilidad de caer en un conflicto de mayor envergadura.

Rusia ha marcado el territorio y Putin ya anunció desde el principio de la crisis el desembolso de 15 millardos de dólares frescos para “relanzar la economía” en palabras del actual primer ministro.

Los enfrentamientos callejeros no cesan y se agudizan llevando a la dimisión del primer Ministro Azarov.

Una propuesta

Los socialistas revolucionarios no somos nostálgicos del estado obrero burocratizado, ni podemos hacernos ilusiones en figuras como Putin para “enfrentar” a occidente. Esta es una pugna interburguesa, dentro de un marco donde las masas empobrecidas por la reacción económica y política luego de la caída de la URSS, no han dejado de experimentar opresión y explotación. Las masas anhelan no solo mayores libertades formales, si no empleos y desarrollo.

La UE solo puede ofrecer austeridad y rigor, Rusia más de lo mismo. La caída del régimen podría abrir la perspectiva no solo para los ucranianos, sino también para los bosnios que han entrado a luchar o como lo hicieron los búlgaros anteriormente, enfrentando el deterioro creciente de sus condiciones de vida, dentro del marco o fuera del marco de la UE, que no les hace ilusiones, más que emigrar. Eso hace el gran negocio para los empresarios que aprovechan para bajar los costos de producción utilizando esta mano de obra mal pagada.

Llamamos a luchar dentro de un marco común, para volver a establecer un estado obrero, sin burócratas que como ya hemos visto, con mucha facilidad se cambian de traje para pasar al terreno de la clase enemiga.