Por Leonardo Ixim

En los últimos días la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland, cercano a la capital de los Estados Unidos, Washington DC, fue noticia debido a la movilización constante de la población afro descendiente, mayoría en esa ciudad, alcanzando importantes niveles de violencia pocas veces visto en la historia reciente de ese país.

Este es un fenómeno que se repite por lo menos en los últimos dos años, desde los incidentes de Ferguson, Misuri. Se evidencia una práctica cada vez más común de parte de los cuerpos de policía locales, dándose una serie de hechos donde elementos de estas policías golpean salvajemente, en muchos casos ocasionando la muerte a personas afro descendientes.

Los incidentes de Baltimore, donde la comunidad negra salió a las calles manifestándose con furia, generando que la policía reaccionara violentamente y con ello la respuesta de los manifestantes que quemaron vehículos e inmuebles de la ciudad. Situación que fue respondida por el gobernador de ese pequeño estado, el republicano Lary Hogand con el envío de elementos de la Guardia Nacional y el toque de queda de parte de la alcaldesa demócrata la afro descendiente Rawling-Black por casi una semana.

Racismo estructural

Este país se jacta de ser la mayor democracia del mundo y formalmente tiene un régimen político con esas características, argumento que usa para intervenir constantemente en función de los intereses de la oligarquía financiera y del complejo militar-industrial en varias partes del mundo. Es reconocido en su historia (pese a los intentos de parte de las élites norteamericanas de negarlo), el racismo estructural que opera en el ethos del sistema y la cultura política de tales élites.

Sin ánimo de pasar revista a la historia de ese país, solo mencionaremos que desde el mismo momento de su independencia las oligárquicas que la dirigen ya planteaban el sentido de dominio y de singularidad de parte de éstas con el destino manifiesto. La guerra de secesión marcó el fin de la lógicas productivas de los estados del Sur que desde la colonia se diferenciaron de las del Norte por instalar una economía de plantación con mano de obra esclava procedente de África, a diferencia del Norte caracterizado por una economía de granja con mayores rendimientos e incipiente industrialización; Abraham Lincoln, un verdadero demócrata liberal que le puso fin al esclavismo en el Sur, le dio paso al vertiginoso proceso de acumulación capitalista y de conformación de los grandes monopolios, ahora con la disponibilidad de una gran cantidad de mano de obra ex esclava, que pobló las grandes ciudades del norte como Baltimore, Boston, Nueva York, Chicago, etc.

Los estados del Sur siempre mantuvieron las estructuras manifiestas de racismo, como la segregación racial en cosas tan infames como buses o baños separados para blancos y negros, la exclusión de personas afro descendientes en la administración pública y en cargos de elección, el mantenimiento de extremos niveles de pobreza y la existencia de grupos parapoliciales como el Ku Klux Klan, que aterrorizaban a la población negra que osaba cuestionar tales estructuras.

De esa cuenta, en la década de los 60s del siglo pasado, en el marco de las movilizaciones obreras y proletarias contra la guerra de Vietnam, en un flujo de luchas que clausura la época dorada de paz social de la pos guerra y anuncia la crisis capitalista de los 70s, emergen figuras que cuestionan el mantenimiento de las estructuras de racismo, tales como el reverendo presbiteriano Martin Luther King, la organización musulmana Islam Nation u otros más radicales como Malcolm X y el Black Panther Party for Defense que abraza el maoísmo. El reverendo y Malcolm X serían asesinados, las Panteras Negras combatidas y el movimiento obrero y de los derechos de afro descendientes cooptados y mediados por la maquinaria del Partido Demócrata. Esto permitirá el ascenso de la mayoría silenciosa y la reacción conservadora de Reagan en los 80s, y con ello la ofensiva neoliberal, en un Estado que de por sí nunca logra crear condiciones de bienestar como sus pares europeos. Después, toda la oposición política y cultural que se manifestaba en los barrios negros, donde las Panteras Negras tenían su base, fue combatida con la introducción del crack y otras drogas y fenómenos como el Hip-Hop se fue mercantilizando tal como la pasó con el Rock, Jazz, Blues, etc.

De Ferguson a Baltimore

La crisis del capitalismo estadounidense se manifiesta también en la movilización cada vez más constante de la clase obrera y de sectores del proletariado y de las capas medias empobrecidas; primero fue Ferguson, ciudad de la periferia de St. Luis con el asesinato de Mick Brown. Después el asfixiamiento de parte de la policía de Nueva York de Erick Garner, en State Island, el asesinato por un balazo del niño de 12 años Tamir Race en Cleveland. Ahora es Freddy Gray, a quien la policía de Baltimore le quebrara la columna y lo matara a golpes.

La diferencia entre Baltimore y Ferguson pareciera aparente, pues mientras en la primera los afro descendientes están excluidos de la administración pública, en la segunda muchos de ellos son parte de la misma; además que la policía -varios de los agentes que asesinaron Garner- son afro descendientes. Después de Ferguson se mencionó que una salida para evitar estos hechos podría ser, que más agentes policiales fueran negros y que hubiera más control comunitario de la policía, pero como menciona la revista de izquierda Jacobism, en muchas ciudades el movimiento reivindicativo negro y sindical ha sido mediatizado desde el Partido Demócrata. Ello posibilita el mantenimiento de estructuras racistas que encubren las claras diferencias socioeconómicas, pese a la existencia de una pequeña burguesía y sectores medios afro descendientes que son agentes reproductores del sistema.

En ese sentido, la rabia de los manifestantes tras la muerte de Gray alcanzó, como es habitual en EU, la forma de saqueo y destrucción de bienes inmuebles, sobre todo de grandes empresas. A raíz de eso, la alcaldesa acusó a las pandillas locales de orquestar un plan de caos en la ciudad que fue acompañado por la acción de jóvenes y adolescentes. A raíz de eso se impone el toque de queda de 22 a 6 horas, lo cual fue constantemente cuestionado pese, a la presencia del elementos de la Guardia Nacional por manifestaciones pacíficas que provocaron una cantidad de arrestos. La presión social significó que la fiscal distrital, también afro descendiente, imputara a los policías por cargos de asesinato y abuso policial y un jurado iniciara un proceso penal además de que la alcaldesa levantar a días después el toque de queda.

Pero las particularidades de Baltimore y de las condiciones de vida de la población negra en las grandes ciudades del Norte, son además otro elemento de rabia. Esta ciudad fue conocida por su gran industria de aceros, donde la clase obrera (blancos y negros) logró importantes derechos desde la gran huelga de 1941. Pese a esto, todo el proceso de desindustrialización desde el gobierno de Reagan provocó la pérdida de empleos en la industria.

Con eso la situación de la población negra empeoró, manteniendo los empleos peor pagados. Ahora sin fuentes estables de ingreso, los niveles de pobreza han aumentado al grado de que, reportes de instituciones como el Brookings Institute, cercano a los demócratas, menciona que los niveles de pobreza en algunas comunidades negras se acercan a la de países empobrecidos.

Los socialistas centroamericanos saludamos la movilización negra en EU y denunciamos que los llamados “de paz” de parte de líderes demócratas negros y autoridades gubernamentales esconden simplemente el sentir de la clase dominante de mantener a la población afro como un gran ejército de reserva dispuesto aceptar los peores empleos.

En ese sentido, se han dado logros como el aumento del salario mínimo de empleados de McDonald y Wall Mart, en su mayoría latinos y negros, aumentos salariales en puertos y de refinerías, luchas estudiantiles en varias universidades contra los recortes, el paro de la filial del sindicato de puertos de Oakland en solidaridad con las movilizaciones de Baltimore, las luchas de los inmigrantes contra las reformas truchas, las de empleados públicos en Wisconsin o los maestros en Illinois, movimientos que se generan a pesar de las burocracias pro patronales de la AFL-CIO. También se dio la reelección de Kshama Sawant , militante de la organización marxista Socialist Alternative, para el consejo municipal de Seattle, por la utilización esa trinchera para apoyar las luchas obreras de esa ciudad. Consideramos importante que todas estas expresiones sievan de asidero para convocar un congreso de izquierdas en función de coordinación de todas estas luchas.

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