Por Vilma Bustamante R.

Venezuela se encuentra en una encrucijada. Ha alcanzado un punto crítico y se encuentra inmersa en un marco internacional complejo que podría incidir a mediano plazo en su contexto interno.

En el ámbito internacional, a la luz de los acontecimientos más recientes, observamos que con la llegada de la administración Obama se replantean las posiciones de EEUU como potencia, incrementando las amenazas a la soberanía de nuestros territorios. El golpe de estado en Honduras, el establecimiento de las siete bases militares en Colombia y la reciente incursión militar en Haití, nos indican por sentido lógico de las pretensiones reales del Imperialismo. Es evidente que el reacomodo de los gringos en espacios geopolíticos estratégicos de América Latina y el Caribe va dirigido a destruir al Alba y a lo que implica una política de integración e intercambio con una visión social y principios de soberanía. También obedece a la necesidad de implementar el control geopolítico-institucional de Cuba y de Venezuela, es decir "cerrarle el paso" hacia el petróleo y los recursos estratégicos de América Latina al eje Rusia-China, cuyo foco de penetración en la región se da principalmente a través de sus convenios comerciales, tecnológicos y armamentistas con los gobiernos de Hugo Chávez y de Raúl Castro. Aunado a estos argumentos, están los clásicos señalamientos implementados por las siniestras trasnacionales de los medios de comunicación de “falta de democracia”, “violación de los derechos humanos”, “menoscabo de libertad de expresión”, con Venezuela se añade el “armamentismo” “apoyo a las FARC-EP”, etc., todo preparado militar y mediáticamente para la estocada final.

Ahora bien, entendemos que Cuba lleva 52 años de Revolución Socialista en la cual la política económica llevada adelante por el gobierno revolucionario afectó, desde un primer momento, los intereses de Estados Unidos en Cuba. Nada parecido a lo que sucede en nuestro país. En  Venezuela se mantiene el intercambio comercial con el mercado estadounidense a través de sus exportaciones de crudo. Obviamente, en dicho intercambio el petróleo sigue siendo el principal producto de exportación desde Venezuela a Estados Unidos, pero el dinamismo comercial entre ambos se expande hacia otros rubros. Se añade a esto la nueva forma de actuar de las empresas trasnacionales a través de las empresas mixtas, que a nuestro juicio, profundiza la dependencia económica con Estados Unidos. La propiedad privada de los medios de producción se mantiene incólume, conservando intacta la estructura capitalista. Lo revolucionarista del actual gobierno podría ser la política social dirigida a la educación y a la salud aunque con grandes “altibajos” en los últimos tiempos, que motivó favorablemente a la participación política de las grandes masas venezolanas, también la política internacional antiimperialista  y un “discurso socialista” lamentablemente alejado de la práctica objetiva que profundiza sin sensatez las contradicciones, ya que no se han realizado las tareas fundamentales de la revolución socialista.

La situación interna de Venezuela en la actualidad viene caracterizada por algunos elementos:

1.- Una crisis eléctrica originada no solo por factores ambientales, sino por signos inocultables de ineficiencia administrativa y operativa, combinada con planes de sabotaje consumados. De acuerdo a las últimas informaciones si no llueve en los próximos meses, atravesaremos una de las mayores crisis de sequía que se traducirá en insuficiencia eléctrica y alimentaria.

2-   El desbordamiento de la delincuencia con características atípicas en el país nos reafirma lo que se ha denunciado desde hace aproximadamente cinco años de la presencia de grupos paramilitares colombianos, que a estas alturas mantienen estructuras delictivas que hacen vida en los barrios de Caracas y algunos estados del país.

3.-    La reciente devaluación de la moneda que inevitablemente disparará la inflación y los niveles de especulación en detrimento de los trabajadores y trabajadoras.

4.-    La impunidad de los asesinatos de sindicalistas, campesinos y dirigentes sociales, así como la tendencia a criminalizar algunas protestas de trabajadores, es una prueba de la penetración de la derecha en las instituciones del estado para reprimir a los sectores sociales que luchan por sus derechos.

5.-    La utilización, por parte del gobierno y específicamente por el Presidente Chávez, de un discurso “revolucionario” propio del nacionalismo pequeño burgués, con el cual cautiva movimientos intelectuales internacionales y nacionales que creen en la izquierda. No es marxista, pues su programa de gobierno pasa por acuerdos con la burguesía, y las expropiaciones que realizan son indemnizadas a precios de mercado.  Este discurso que se  contradice con la práctica, está creando un clima de inconformidad y confusión así como desaliento ante un verdadero proyecto socialista.

6.-  A pesar del descontento social, no se refleja una falta de popularidad concluyente del Presidente Hugo Chávez, paradójicamente y después de 10 años de gobierno, amplios sectores de la sociedad relaciona las fallas del gobierno bolivariano con sus asesores, ministros o allegados, eximiendo de culpa al primer mandatario nacional.

7.-       La injerencia de los medios de comunicación de derecha en la política venezolana, nos advierte del acercamiento de una nueva etapa de agresivas confrontaciones esta vez, encabezadas por jóvenes pequeño-burgueses, con discursos y actitudes estúpidas, pero con objetivos bien precisos dentro de los planes imperialistas de desestabilización. El movimiento “estudiantil” ha tenido una pésima participación en el ámbito político venezolano, entre sus “hazañas” podemos recordar el estrepitoso fracaso con la realización de una huelga de hambre frente a la sede de la OEA en Venezuela.

8.-      La derecha representativa de los intereses del capital no ha logrado aglutinar ese porcentaje de “desencantados” a sus filas, no se perfila un fortalecimiento de sus partidos y movimientos opositores. Se conduce con torpeza, manejando un discurso muchas veces incoherente en defensa frontal del sistema. La “nueva derecha”, “derecha endógena” o aquella que hace vida política dentro del gobierno se inserta progresivamente dentro de los instrumentos que crea el propio chavismo y que el Estado rentista promueve.

Ante este escenario discordante se encuentra el movimiento obrero y las organizaciones marxistas en lucha, pero desarticulados y disminuidos en fuerzas, que libran la batalla por la construcción de un auténtico proceso revolucionario  y por evitar retroceder a los cuarenta años de gobiernos neoliberales que marcaron a Venezuela, profundizando la represión,  miseria y  atraso.

La coyuntura actual nos reclama la construcción de un frente común de marxistas donde coincidamos en táctica y estrategia, para la presentación de una alternativa confiable a la clase trabajadora y a la población en general. Ese frente deberá establecer un programa de principios y una línea de conducta que nos permita diferenciarnos de la derecha dentro del chavismo y de la oposición denigrante defensora del capital.

La nueva referencia política  levantará las banderas de la clase obrera para la lucha por la toma del poder político, luego de un laborioso proceso de acumulación de fuerzas y de una ofensiva labor de formación política e ideológica.

Ha llegado la hora de construir una nueva organización política fortalecida con criterios de unidad, autónoma ante el Estado y  el gobierno, ha llegado la hora de pasar a la ofensiva y de no continuar forzándonos a  escoger  entre el mal menor.

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