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Por Orson Mojica

Los resultados de las elecciones parlamentarias de Venezuela, realizadas el pasado 26 de Septiembre, revistieron una singular importancia para la izquierda en América Latina. Por su riqueza petrolera, por haber levantado el estandarte del “socialismo del siglo XXI”, por su estridente discurso antiimperialista, el gobierno nacionalista del coronel Hugo Chávez ha desplazado a Cuba como ejemplo de la lucha revolucionaria y se ha convertido en el modelo a seguir por parte de la mayoría de la izquierda centroamericana y latinoamericana. Todo lo que ocurra en Venezuela tiene repercusiones directas sobre Centroamérica.

La crisis económica

Lejos de construir el llamado “socialismo del siglo XXI”,, el gobierno de Chávez sostiene una política abiertamente capitalista, pero teniendo como eje la intervención del Estado en la economía. En ese sentido, Chávez no es un neoliberal cualquiera sino que cree firmemente en el capitalismo de Estado, por eso interviene y compra empresas extranjeras. Y es que la política de asistencia social, conocida como “misiones”, que llevan agua, luz, salud y demás servicios básicos a la población necesitada, provienen de los recursos que el Estado obtiene de la renta petrolera.

El problema es que, producto de la crisis del capitalismo, los precios del petróleo han bajado y con ello se han mermado los recursos del Estado venezolano para atender a tanta gente pobre. Aquí es donde la crisis económica se transforma en descontento social y esto en un aumento del caudal de votos de la oposición burguesa. Es un círculo vicioso descendente, que pone en aprietos al gobierno de Chávez.

El juego de la democracia burguesa

Hasta ahora nadie le puede quitar el mérito a Chávez de haber derrotado a sus enemigos a punta de procesos electorales. En el periodo 1999 - 2009 se han realizado 14 referendos de distinto tipo, cuatro de ellos de carácter nacional y otros diez de tipo municipal. Además de las elecciones parlamentarias, regionales y municipales.

Sin embargo, en la medida en que la crisis económica se ha agudizado, al grado que Venezuela siendo un gran productor de petróleo padece de largos apagones de energía eléctrica, también ha empeorado el descontento social y político contra el gobierno de Chávez.

La mañosa reforma del sistema electoral

El sistema electoral venezolano siempre ha sido complejo y antidemocrático. Incluso, bajo esas condiciones, Chávez logró ganar la primera elección presidencial en 1998, y también imponer los cambios a través de una Asamblea Nacional Constituyente, que logró modificar pacíficamente el marco constitucional.

Pero, después de la derrota del referendo constitucional de diciembre del año 2007, cuando una ligera mayoría se manifestó por el No, el presidente Chávez aprovechando la ausencia de la oposición burguesa en la Asamblea Nacional, comenzó a aprobar reformas legales que le daban facultades al Consejo Nacional de Elecciones (CNE) para modificar la composición de los distritos electorales.

En las elecciones municipales del año 2008, se produjo un reacomodo de los distritos electorales que permitió al Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) ganar holgadamente la mayoría de las gobernaciones y de los municipios, pero la oposición burguesa logro ganar en los estados más poblados (Carabobo, Táchira, Miranda, Zulia y Nueva Esparta), además de imponerse en el súper poblado Distrito Metropolitano (Baruta, Chacao, el Hatillo, Sucre y la Alcaldía Mayor)

Pero la reforma electoral más importante se produjo con la nueva Ley Orgánica de Procesos Electorales, vigente desde el 12 de agosto del 2009. El sistema electoral venezolano es mixto, es decir, combina el sistema de representación proporcional con el antidemocrático sistema de representación mayoritaria. Cuando los venezolanos acuden a las urnas, deben marcar 2 o 3 boletas para un mismo tipo de elección. También se vota por candidatos uninominales, plurinominales y listas cerradas.

Con la manipulación de los distritos electorales, Chávez aumentó la representación de los despoblados distritos campesinos y disminuyó la representación de los poblados centros urbanos. Una maniobra que le garantizo la mayoría simple, pero que no puede ocultar el fenómeno político del desgaste acelerado del chavismo.

Sistema de elección paralelo

Mientras el artículo 186 de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela establece que la votación es “universal, directa, personalizada y secreta con representación proporcional”, el artículo 8 de la LOPE estableció un sistema de “elección paralelo”: “Para la elección de los integrantes de la Asamblea Nacional, de los concejos legislativos de los estados, de los concejos municipales, y demás cuerpos colegiados de elección popular, se aplicará un sistema electoral paralelo, de personalización del sufragio para los cargos nominales y de representación proporcional para los cargos de la lista. En ningún caso, la elección nominal incidirá en la elección proporcional mediante lista”.

Con la nueva LOPE se instauró un sistema de elección combinado que impedía la plena representación proporcional, y que combinado con la manipulación de los distritos electorales, posibilito una representación ponderada de la población. En los hechos, Chávez acabó con el principio democrático de cada persona un voto, debido a que los distritos menos poblados llegaron a obtener más representaciones que los distritos más poblados.

Los resultados electorales

De esta forma es que observamos que la coalición de derecha denominada Mesa de la Unidad Democrática obtuvo 58 diputados, el Partido Patria Para Todos (PPT) ganó 2 diputaciones, y el PSUV obtuvo 95 diputados. Aparentemente se trata de otro triunfo contundente del chavismo sobre sus oponentes, pero cuando revisamos la votación nos percatamos que la Mesa de la Unidad Democrática obtuvo el 52% de los votos válidos, por encima del PSUV.

Tanto en el referendo constitucional del año 2007, como en las pasadas elecciones del 26 de septiembre del 2010, observamos que la derecha comienza a ser mayoría en los procesos electorales, lo que indica que el chavismos ha llegado al cenit, al punto de inflexión que presagia su caída electoral.

Lo anterior no significa que el chavismos ha llegado a su fin, sigue teniendo un fuerte apoyo popular pero ha perdido la mayoría electoral que le daba autoridad moral a Chávez para atacar a la derecha y al imperialismo.

Por primera vez Chávez no salió al balcón del palacio presidencial a pronunciar el discurso de la victoria. Las cosas comienzan a cambiar peligrosamente en Venezuela.

El único que salió a defender a Chávez en medio de la derrota fue Fidel Castro, quien escribió en sus acostumbradas “Reflexiones”, lo siguiente: “El enemigo logró una parte de sus propósitos: impedir que el Gobierno Bolivariano contara con el apoyo de las dos terceras partes del Parlamento. El imperio tal vez crea que obtuvo una gran victoria. Pienso exactamente lo contrario: los resultados del 26 de septiembre constituyen una victoria de la Revolución Bolivariana y su líder Hugo Chávez Frías (…) Estados Unidos no cuenta en Venezuela más que con fragmentos de Partidos, hilvanados por el miedo a la Revolución, y groseras apetencias materiales”.

El optimismo de Fidel Castro suena a discurso hueco, palabras altisonantes para encender el entusiasmo, pero no logra. Lejos de advertir el peligro del crecimiento electoral de la derecha, lo minimiza, lo ridiculiza, y eso no alerta a los revolucionarios de lo que está por venir y los peligros que se ciernen sobre la llamada “revolución bolivariana”.

Por su parte, Philip Crowley, portavoz del departamento de Estado de los Estados Unidos, en tomo mesurado pero contento, declaro que “Chávez y su gobierno tendrán que gobernar como parte de una democracia que funciona y no podrán simplemente imponer políticas a una Asamblea Legislativa obediente (…) Los resultados sugieren que ahora hay una oposición real" y a renglón seguido llamó al gobierno y la oposición a “profundizar el diálogo". (El Universal 28/09/2010)

Los socialistas centroamericanos debemos sacar las lecciones de lo que ocurre en Venezuela.