Por Maximiliano Fuentes

A casi un año del fallecimiento del Ex Presidente de la República bolivariana de Venezuela, el comandante Hugo Chávez Frias, las bases edificadas por su gobierno parecieran derrumbarse. El clima de intensas movilizaciones ha logrado sacudir al gobierno de Maduro, sucesor de Chávez. ¿A qué se debe este vuelco en la relación de fuerzas? Hasta hace algunos años era impensable un levantamiento popular contra el gobierno de Hugo Chávez; no obstante a un año de su fallecimiento la derecha ha logrado amalgamar fuerzas tomando las calles ha puesto en la encrucijada al gobierno de Maduro, quien intenta a toda costa mantenerse en el poder, y por ello ha tenido que convocar al gran diálogo nacional para llegar a acuerdos con las fuerzas que atentan contra su gobierno.

Los últimos acontecimientos han dado vuelta al mundo, y sin duda alguna han despertado el interés de analistas y de los grupos de oposición. En el caso específico de Centroamérica el chavismo tiene una enorme influencia política y económica, específicamente sobre el FSLN de Nicaragua y sobre el FMLN de El Salvador. La influencia política del chavismo es tan grande en Centroamérica que la mayoría de los grupos de izquierda aclaman a esta corriente sin darse cuenta de su verdadera procedencia. Por tal razón, para los socialistas centroamericanos es de vital importancia analizar el proceso, ya que un eventual cambio de gobierno traería repercusiones directas en la vida política y económica de la región centroamericana. No obstante, todo pareciera canalizarse por la vía de la negociación ante y no hacia una guerra civil, en ese sentido, la orientación de la derecha ha dado fructíferos resultados, dado que con el gran diálogo nacional se aseguran crear las bases para negociar una transición política y de esa manera relegar al chavismo del control del aparato estatal.

Un poco de historia

El chavismo representa un proyecto nacionalista burgués, que no goza del apoyo del sector industrial y empresarial tradicional de Venezuela. Desde 1999, cuando Chávez ascendió a la presidencia, apoyado en las masas y en sector de las fuerzas armadas, se dio a la tarea de reformar gradualmente las instituciones del Estado, estableciendo un régimen bonapartista sui generis, que se apoyaba en las masas para regatear los ingresos de la renta petrolera a los Estados Unidos y las transnacionales petroleras.

En este agitado proceso político, que incluyó el golpe de Estado del año 2002, Chávez mantuvo la estrategia de repartir una parte de la renta petrolera entre los sectores más pobres, a través de los programas sociales conocidos como “misiones”, al mismo tiempo que nacionalizaba una parte de la industria. Con ello creó una poderosa base social que le permitió ganar muchas elecciones, y realizar los cambios institucionales sin mayores traumas. El modelo económico del chavismo no es socialista, aunque haya inventado el slogan del “socialismo del siglo 21”, sino que es un capitalismo de Estado, que tiene la ventaja de contar con los miles de millones de dólares que produce la renta petrolera.

A la par del capitalismo de Estado, el chavismo impulsó el proyecto nacionalista burgués latinoamericano del ALBA, que permitió oxigenar a la economía cubana con petróleo al crédito, y que creó amistades y dependencias políticas en torno al tratado de PETROCARIBE, en momentos en que el precio del petróleo se disparaba.

Los recursos petroleros explican en última instancia la relativa fuerza del chavismo, cómo logró tener influencia dentro de la OEA con sus aliados, cómo impulsó la CELAC, cómo llegó tener preponderancia dentro del MERCOSUR, etc. El problema es que el modelo del capitalismo de Estado con el ALBA está en crisis. En vez de promover una industrialización de Venezuela, subsidiando la industria y la agricultura, como lo hizo México bajo la presidencia del general Lázaro Cárdenas, el chavismo extendió el modelo de clientela política que tenía el interior de Venezuela, trasladándolo a la relación con los gobiernos del ALBA, utilizando en ambos casos los recursos petroleros.

Detrás de este modelo se incubó una nueva burguesía, encargada de comprar alimentos y manufacturas en el exterior, ya que la producción de Venezuela es mínima. Venezuela depende totalmente de su petróleo. Al utilizar los recursos del petróleo para comprar casi todo en el exterior, el sector que maneja actualmente el Estado se enriquece y provoca el conflicto con el otro sector de la burguesía que queda fuera de los beneficios de la renta petrolera. Este es el origen material del largo conflicto inter burgués en Venezuela.

Cuando los ingresos se reducen, el chavismo ha comenzado a racionar la venta de divisas, provocando mayores conflictos con otros sectores de la burguesía, que aprovechan la situación de penuria de las masas, para incitar a la rebelión contra el gobierno de Maduro.

El detonante de las movilizaciones

El detonante de las recientes movilizaciones fue el recorte de la venta de divisas para los medios de comunicación, que le son adversos al chavismo. Hasta ahora, la oposición burguesa se ha mantenido unida en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que levantó en dos ocasiones la candidatura del gobernador Henrique Capriles Radonski, primero contra Chávez en 2012 y después contra el sucesor Maduro en 2013.

La MUD no ha mantenido la política de derrocar al gobierno, sencillamente porque no puede, sino de obligar al gobierno de Maduro a negociar, para que cambie su política económica de capitalismo de Estado, liberalizando aún más la economía, creando las condiciones políticas para una transición que no implique una nueva revolución, o el surgimiento de otro Chávez.

Pero el estallido de las movilizaciones estudiantiles en Febrero del 2014, muestran una fractura en la oposición burguesa, producto de la enorme presión social que provoca la crisis económica en Venezuela. Como casi siempre ocurre, la clase media pasa a luchar bajo banderas democráticas, esperando que el resto de las masas la sigan. Esto no es así en Venezuela, porque a pesar del enorme descontento social, el chavismo sigue manteniendo el control sobre los trabajadores y las masas populares, a través de los programas sociales y subsidios.

Existen roces y algunas diferencias entre Henrique Capriles y Leopoldo López, que tienen que ver con el método y la política para enfrentar al chavismo. Capriles pretende negociar con el gobierno, mientras que Leopoldo López se inclina por presionar en las calles. En el fondo, no son contradictorias, sino que se complementan, independiente de la rivalidad por el liderazgo.

La política de Capriles es de presionar para dialogar con el Gobierno de Maduro: "No queremos más heridos ni muertos en nuestro país (…) hay mucho interés del Gobierno en mantener la violencia (…) El diálogo no es para escuchar lo que el Gobierno quiere decir, sino para escuchar lo que las personas están pidiendo. Ustedes se llevaron preso a Leopoldo López para mantener al país en confrontación (…) Los golpes los dan las fuerzas armadas, los civiles no damos golpes de Estado. Después de ver las conductas de los funcionarios del Gobierno, pareciera que es obvio que es eso lo que quieren (…) Si debo resumir en una palabra el pedido del Papa, es diálogo y le pidió al presidente venezolano que permita que la Iglesia sea mediadora (…) Nunca respaldamos el 'vete ya. No le acepto más a Maduro que califique a la mitad del país de fascista. No pisen el peine de la violencia. A no seguir un libreto macabro de los que están en el poder y saben de la fragilidad de su gobierno. No respaldamos el 'vete ya', pero hay sectores del Gobierno que parecieran querer solicitar el 'Dios dado, vente ya'" (infobae.com).

La realidad ha catapultado a la palestra política nacional de Venezuela a nuevos dirigentes políticos, como es el caso de Leopoldo López. Este no es un desconocido, fue alcalde del municipio metropolitano de Chacao por dos períodos. En el año en 2000, fue elegido con el 51% de los votos para su primer período en la alcaldía de Chacao, el municipio más rico de la gran Caracas, y en su reelección, en 2004, arrasó con 81%. Después, fue inhabilitado para ejercer cargos públicos tras ser acusado de haber recibido recursos de la estatal PDVSA en el año 1998 (todavía no había triunfado Chávez), para fundar el partido Primero Justicia, que ha sido gran opositor al chavismo. Leopoldo López obtuvo una sentencia favorable de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH y Corte CIDH), lo que provocó que Venezuela se retirara de estos organismos en septiembre del 2013.

López representa un ala radical del campo de la democracia burguesa. Con las movilizaciones estudiantiles, López está creando condiciones para solicitar el referendo revocatorio. En este proceso se han producido movilizaciones, enfrentamientos con el resultado de muertos y heridos.

Las enormes contradicciones sociales producto de la crisis del modelo económico del chavismo y las diferencias interburguesas producto de la reducción de la rentabilidad son algunos de los factores causales de la actual crisis en Venezuela, sin embargo ante la represión del gobierno y ante la manipulación de las instituciones de la derecha, desde este peldaño del mundo y concretamente desde el PSOCA, hacemos un llamado a los trabajadores de Venezuela a movilizarse por la defensa de sus libertades democráticas, sobre todo por el derecho de huelga y desde luego a luchar contra la crisis económica. Esto no implica movilizarse al lado de Capriles o de Lopez, sino defender el legítimo derecho a la movilización contra la crisis económica.

El programa de lucha debe de obligar al gobierno de Maduro a que tome medidas para combatir la agobiante crisis económica y a respetar las libertades democráticas.