Por Patricio Guzmán

Las mujeres presentan mayores tasas de pobreza.

Se calcula que actualmente hay más de mil millones de personas atrapadas en la pobreza absoluta. el 70% de ellas son mujeres y niñas. Además se estima que 7 de cada 10 personas que mueren de hambre en el mundo son mujeres y niñas. (Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres, UNIFEM).

Las mujeres también son el mayor grupo entre los denominados trabajadores pobres, personas que trabajan pero que no ganan lo suficiente para salir de la pobreza absoluta. Según la Organización Mundial del Trabajo, las mujeres constituyen actualmente el 60% de los trabajadores pobres.

Más vulnerables a la precarización de los empleos y peor pagadas.

“Las responsabilidades familiares hace a las mujeres más vulnerables a la precarización de los empleos, ya que muchas veces deben aceptar trabajos de peor calidad, con menor protección laboral y de seguridad social, a cambio de flexibilidad para compatibilizar trabajo doméstico y trabajo remunerado. Esto permite transformar esta vulnerabilidad de las mujeres en parte de la estrategia desreguladora de los mercados de trabajo.” [i]

“La situación de las mujeres chilenas en el mercado laboral actual, presenta una alta segregación de género, confirmándose la tendencia a concentrarse en trabajos y ocupaciones con menor nivel de remuneración y protección social, es decir empleos precarios e inestables. Las mujeres siguen percibiendo ingresos notoriamente más bajos que los hombres, 70% en promedio respecto al ingreso masculino, siendo esta discriminación más brutal en la medida que las mujeres tienen mayor nivel de educación; a nivel universitario el ingreso medio de la mujer solo alcanza el 53% del ingreso promedio de los hombres en los mismos niveles educacionales.”[ii]

Si a lo anterior se añade que las familias mono parentales, con jefe de hogar mujer, superan en Chile el 20% de los hogares, inmediatamente se aprecia la importancia de la discriminación de género en la situación de pobreza en el país.

Según la Oficina Internacional del Trabajo, la participación de la mujer en la fuerza laboral chilena, en 2006 alcanzó el 38.5%.

La participación laboral femenina sigue siendo la más baja de  la región, y si se la compara con países de desarrollo socioeconómico similar como Argentina o Uruguay, la participación de la mujer es de 10 puntos menos.

Si se compara con la situación en el mundo se ve claramente las menores oportunidades que tienen las mujeres chilenas en el mundo del trabajo, empezando por el ingreso al mercado laboral. A nivel mundial, desde los años 80, hay mucha más participación de las mujeres en la fuerza laboral. A escala global constituyen ahora cerca del 50% de la fuerza de trabajo, mientras que en los años 80 eran alrededor de un tercio.

Sin embargo, las mujeres, no solo enfrentan más dificultades que los hombres para conseguir empleo, si no que aunque en promedio tengan más estudios que los hombres, ganan menos.

Antes de que comenzara la recesión global, el desempleo afectaba mucho más a mujeres que hombres. Había una tasa de cesantía de 6.9%  hombres y de 9.5% de mujeres.

Además el genero femenino enfrenta otras discriminaciones; Casi tres cuartas partes del empleo femenino se concentran en los sectores de servicios personales y sociales y en el comercio, la calidad de sus empleos es inferior, y ganan menos que sus pares masculinos.

Además las mujeres están más indefensas ante las empresas. De acuerdo con la OIT, la sindicalización en Chile, en 2006, alcanzó un 12,9% entre los hombres pero solamente un 7,5% entre las mujeres. Al considerar tanto los sindicatos como las asociaciones de funcionarios que existen en el sector público, se llega a una tasa de organización de 15% para los hombres y 11,6% para las mujeres.

Todo indica que con la recesión mundial, que provocó un fuerte aumento del desempleo en Chile, los jóvenes y las mujeres están siendo los más afectados. Además otros derechos y reivindicaciones de las mujeres trabajadoras como acceso a salas cunas y guarderías de buena calidad y cerca del lugar de trabajo, la igualdad de salario con los varones, a igual trabajo, están cayendo muy atrás en las prioridades del gobierno. En cuanto a la necesidad, medicamente reconocida, de extender el post natal después de dar a luz (que está semi impuesto en la práctica debido a la frecuencia con que doctores dan licencias a las madres para que cuiden a sus bebés por reflujo), el gobierno de  Sebastián Piñera, ha planteado mañosamente que lo promovería a cambio de terminar con el derecho de tomar licencia si los hijos pequeños se enferman.

Todo indica que las consecuencias de la crisis financiera y de la recesión global del sistema capitalista que se generalizó en 2008, especialmente su efecto sobre las condiciones del trabajo, y las cifras de desempleo, están afectando especialmente a las mujeres y los jóvenes. No solamente las empresas en problemas despiden gente, muchos bancos chilenos que siguen disfrutando de enormes ganancias, emprendieron despidos masivos especialmente de la fuerza de venta mayoritariamente conformada por mujeres durante la recesión.

Derechos conquistados en el pasado gracias a la presión de la clase trabajadora organizada en sus sindicatos, no son respetados, o están bajo ataque, como ‘muy caros en estos tiempos difíciles’.

Cerrar la guardería, o poner muy lejos su acceso,  puede ser el método más fácil de deshacerse de trabajadoras, si la empresa estima que hay exceso de mano de obra, sin necesidad de pagar por despidos, ya que las mamás se ven obligados a retirarse ‘voluntariamente’. Cuando no simplemente hostigar y acosar a las funcionarias que queden embarazadas, aprovechando un momento psicológico particularmente sensible.

En Chile, la privatización del sistema de pensiones, las AFP, y de la atención de salud de los trabajadores con mayores ingresos que se pueden afiliar a las instituciones de salud privadas, las Isapres, se han constituido en otra causa de inequidad hacia las mujeres. “Ya el año 1998 en un estudio realizado por el SERNAM, se planteaba abiertamente que en las Isapres existe un trato desigual hacia las mujeres, situación que se traduce en barreras al ingreso, mayores costos y restricciones al uso de prestaciones. En el mencionado estudio, se arguye que la variable género opera contra la mujer, encareciendo su plan de salud y adjudicándole exclusivamente el costo de la reproducción, cuestión que debiera ser de interés y responsabilidad social y no sólo de la madre”.[iii] Como el sistema funciona bajo la forma de seguros privados de salud, y las  ISAPRES han determinado que las mujeres tienen más riesgos de salud a causa de su fertilidad, sus planes resultan más caros. Las modificaciones legales posteriores para impedir la discriminación de género en la fijación de los planes de salud, se han encontrado con una ofensiva judicial de las empresas que cuestionan la constitucionalidad de las reformas, al tiempo que han encarecido los planes de todos los usuarios pretextando que estas reformas, y también las vinculadas a las patologías del plan AUGE,  las obligan a aumentar los precios.

Con el sistema privatizado de pensiones, que reemplazó a los sistemas de seguridad social solidarios y universales, por otro privado basado en la capitalización individual, todos los trabajadores han resultado perjudicados. Pero especialmente las mujeres, que al recibir remuneraciones menores cotizan menos, se ven obligadas muchas veces a abandonar el trabajo asalariado para atender a sus hijos pequeños generando ‘lagunas’ sin imposición. Las  mujeres tienen que renunciar a su jubilación a los 60 años, y permanecer trabajando hasta los 65 años para equiparar los años de capitalización de su fondo de pensiones con sus compañeros varones, lo que fue estimulado en la última reforma previsional.

La inequidad de género es parte integrante del modelo de acumulación del capitalismo en Chile.



[i] IGLESIAS, Margarita. 2004. En “Genero y Globalización. Mujeres”. Editorial Aún Creemos en los Sueños. Santiago.

[ii] RUIZ, M. Olga. 2003. “Recordar el Movimiento. Una mirada de las pobladoras al movimiento de mujeres en el proceso de transición a la democracia. (1989-2000)”. Santiago. Tesis de Magister Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina (CEGECAL) Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile.

[iii] “Discriminación, equidad de género y reforma de salud en el sistema ISAPRE”. Departamento de Estudios y Desarrollo Diciembre 2008. Superintendencia de Salud, Gobierno de Chile.