Por Daniel Polaco

La situación política cambió dramáticamente a partir del asesinato de Mariano Ferreyra, con la movilización de 30000 personas, el repudio generalizado y la bronca contra la burocracia sindical de la Unión Ferroviaria culpable del crimen.

La lucha de los tercerizados por la cual Mariano dio su vida, obtuvo un gran triunfo con la reincorporación de los despedidos y el pase a planta permanente en ferroviarios, generalizando el reclamo a otras empresas privatizadas durante el menemismo (energía, teléfonos, etc.).

Esta lucha se une a la que están librando todos los trabajadores contra la inflación, que  será de un 27%, y que es el principal problema que Cristina Kirchner debe enfrentar.

La muerte de Néstor Kirchner: un salto más en la crisis política

La muerte de Kirchner se precipitó por la crisis desatada tras el asesinato de Ferreyra, ya que la bronca alcanzó al gobierno, identificado con la burocracia sindical, que es su principal base de sustentación, como se vio en el acto de River Plate del 17 de octubre.

Kirchner era el eje del gobierno y su desaparición dejó un vacío político, porque cumplía la función de disciplinar a los distintos sectores del gobierno, era el ministro de Economía y el dirigente del Partido Justicialista.

Ahora hay una puja por intentar llenar ese espacio vacío: por un lado la presidenta, que no se tomó ni un minuto de duelo, sino que lo utilizó para profundizar la misma línea política, y por otro la oposición, que no logra presentarse como una alternativa.

La primera decisión de Cristina

La primera decisión de Cristina en su viudez, fue pagar de contado la deuda de 7900 millones de dólares al Club de París sin ninguna renegociación, aunque la mayor parte de la deuda fue contraída bajo la dictadura, se ha acumulado una enorme suma de intereses, y no habrá ni la más mínima quita.

El segundo gesto de Cristina fue viajar a la reunión del G20 en Seúl, acompañada por los empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA), para cumplir su cita con Obama y los presidentes europeos, llevándoles un mensaje: Argentina seguirá pagando puntualmente a los acreedores externos.

Presupuesto: derrota convertida en triunfo

Cristina quiso obtener un triunfo en el terreno político intentando aprobar el Presupuesto 2011 en el Congreso, pero se empezaron a notar las grietas en su entorno: los conflictos entre ministros salieron a la luz, como los cruces entre el jefe de gabinete Aníbal Fernández y el ministro de Economía Amado Boudou, para quien la inflación solo afecta a los ricos, y la pelea dentro del peronismo por el control del partido.

La ausencia de Néstor el disciplinador, hizo que el oficialismo actuara de manera desordenada, intentando comprar los votos de algunos diputados, demostrando la podredumbre del sistema político argentino y la validez del grito de 2001: “que se vayan todos”.

La oposición garantiza la “gobernabilidad”

Aunque el presupuesto no se aprobó, Cristina se salió con la suya, porque podrá gobernar con el presupuesto de 2010, lo cual le dará amplias facultades para manejar a su antojo los enormes ingresos de las exportaciones de soja.

Esto fue posible por el papel de la oposición, que se desgajó frente a la presión oficial y que en los hechos le dejó a Cristina las manos libres para gobernar. El PRO, la UCR, y sectores del Peronismo Federal como Felipe Solá, el Partido Socialista, el GEN y Proyecto Sur, fueron funcionales a la estrategia del gobierno. Hasta Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, apareció presionando a los diputados a favor del gobierno.

Las denuncias de corrupción y de compra de votos terminaron ahogándose en la comisión constitucional, porque la mayoría de la oposición cajoneó las denuncias, lo cual llevó a un nuevo escándalo, con la cachetada de Graciela Camaño, presidenta de la comisión, al diputado K, Carlos Kunkel.

En el radicalismo, hay una puja abierta entre alfonsinistas y cobistas, los primeros a favor de colaborar con Cristina. En el PRO un sector está a favor de dejarle las manos libres al gobierno, y el Peronismo Federal está desapareciendo tras la renuncia del senador de Santa Fe Carlos Reutemann.

Este lamentable papel de la oposición obedece a que no tiene alternativa. Todos están de acuerdo en pagar la deuda y contener la “puja salarial”, y por eso aceptan discutir el presupuesto del gobierno, haciéndole uno que otro cambio. Tienen diferencias tácticas, pero de últimas permiten que el gobierno realice el ajuste por la vía más dolorosa.

La inflación: el verdadero ajuste

Con una inflación del 27%, el gobierno “nacional y popular” está haciendo un brutal ajuste sobre los ingresos de los trabajadores. Así lo reconoció Cristiano Ratazzi, el empresario presidente de la FIAT: “La inflación es una manera desordenada de ajustar la economía”.

Cristina cuenta con el viento a favor de las exportaciones de soja, y utiliza la inflación para cobrar cada vez más impuestos a los propios trabajadores. Hoy, un asalariado debe trabajar hasta el 17 de junio para cumplir con sus obligaciones tributarias.

El modelo de dólar barato, enormes ingresos por las exportaciones de materias primas, e inflación, está provocando la crisis en sectores industriales. Estamos volviendo a los años noventa: exportamos bienes primarios e importamos bienes de consumo. Hasta el mismo Paolo Rocca, presidente de Techint, dijo que el país se está “primarizando”. Este año, las importaciones ya son 46% más que en 2009.

Mientras tanto, la pobreza se mantiene en el 30%, niñas desnutridas mueren en Misiones, hospitales y escuelas se destruyen, y el trabajo en negro llega a casi la mitad de los asalariados.

El pacto social con los empresarios y la burocracia sindical

Cristina participó de la conferencia de la UIA para proponer un “pacto tripartito” gobierno-empresarios-CGT con el fin de frenar la “puja salarial”. “Hay que darle racionalidad, institucionalidad y legalidad a la puja distributiva y encauzarla en el marco de las leyes y la Constitución”, dijo. Antes, Paolo Rocca había dicho: “llegamos al límite con los salarios”.

Los empresarios salieron muy contentos con el discurso de la presidenta.  “Estamos muy sorprendidos. Por primera vez la escuchamos hablar de la conflictividad laboral como un problema”, dijo Héctor Méndez, titular de la UIA. En otras palabras: hay que frenar los reclamos salariales. La primera prueba de esta política fue el acuerdo entre los sindicatos petroleros, los gobernadores patagónicos y los dueños de las principales empresas petroleras como Eskenazi (YPF) y Bulgheroni para hacer un pacto social, fijando un aumento salarial del 20% y la paz social.

El desprestigio de la burocracia sindical

Hugo Moyano participó de la conferencia de la UIA, mostrándose muy moderado. Cristina sabe que el secretario de la CGT tiene la soga cada vez más ajustada al cuello, por las denuncias sobre los medicamentos truchos en la obra social de camioneros, y lo utiliza para exigirle que modere los aumentos salariales.

El verdadero temor de los empresarios y del gobierno, es el enorme desprestigio de la burocracia sindical. Los trabajadores odian a esa burocracia que se saca fotos haciendo compras en París (Moyano), o haciéndose masajes en alguna isla del Caribe (Fernández de la UTA), a los que lucran con los medicamentos oncológicos y asesinan a jóvenes militantes.

El conflicto de los tercerizados fue leído por los dirigentes de la UIA como la expresión de la falta de control de la CGT sobre camadas enteras de nuevos trabajadores y activistas, que salen a luchar sin ningún control por parte de la burocracia sindical.

El año pasado, la burocracia recibió un golpe con el surgimiento de una nueva conducción en el gremio de la alimentación. Este año, en Volkswagen de Córdoba los trabajadores del SMATA derrotaron en la elección del cuerpo de delegados a la burocracia sindical.

Un año electoral marcado por grandes luchas

En este marco, se lanza la pelea electoral. Mientras que Cristina continúa arriba en todas las encuestas, en diciembre se anuncia el lanzamiento de Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín y Pino Solanas.

Pero lo fundamental es apoyar y unir las luchas salariales que se vienen. Ya los docentes hicieron fuertes paros, los aceiteros amenazaron con pedir un 60% de aumento salarial, y los bancarios arrancaron un plus por única vez de $7000 para fin de año. Este es el único camino.

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