La crisis de la energía que hoy cubre como un negro nubarrón a la pujante y próspera Panamá, es parte de la crisis mundial de la producción de energía, debida a un sistema que consume sin control todos los recursos energéticos no renovables de nuestro planeta.

El problema es que Panamá ha crecido a un ritmo no previsto por la propia burguesía local, como le pasa con todos los problemas del país, sin pensar en una solución planificada del suministro de energía para este crecimiento desbordado, debido entre otras cosas a la llegada de muchos inversionistas que huyen de los países acosados por la crisis económica, o de las mafias que se vienen con sus millones a acampar en Panamá, entonces construyen edificios de vidrio, hechos para funcionar solamente con aire acondicionado, sin preguntar por la capacidad de las redes de suministro de agua potable y alcantarillado, agravando los problemas de infraestructura de la ciudad.

Las hidroeléctricas y termoeléctricas que se construyen en Panamá, obedecen primero al carácter de negocio de los capitalistas y sus ganancias en el jugoso monopolio que les han entregado los sucesivos gobiernos locales. De modo que el nivel de los lagos se maneja con los criterios del mercado capitalista del sector eléctrico y no pensando en la previsión de la escasez del recurso energético del país o resolviendo con planificación estratégica los posibles déficits que se veían venir.

El gobierno Martinelli tomó la medida absurda de suspender las clases en las escuelas y universidades, aduciendo que es una medida de prevención del racionamiento, cuando él mismo canceló el proyecto de interconexión con Colombia, una línea de transmisión que podría en el corto plazo resolver la crisis de suministro de energía a costos más económicos que la generación con gas. Este proyecto venía frenado por el gobierno porque estaba organizado por la empresa estatal (ETESA), y porque probablemente no se podía privatizar tan fácil, para que el sector privado (los amigos del gobierno) se aprovecharan del negocio. Mejor les pareció promover una central de gas de 500 millones de dólares para dentro de 5 años, pero donde los capitalistas privados sean los dueños y puedan seguirse enriqueciendo con la privatización del sector energético.

El consumo a un ritmo imparable de energía, ya sea eléctrica o de combustión, en la sociedad capitalista de hoy está llevando al planeta a los límites de su equilibrio básico, no solo por los efectos negativos sobre el ambiente y el clima mundial, sino porque la sociedad de consumo desde hace décadas no progresa en la dirección de lograr un equilibrio con la naturaleza y un crecimiento no destructivo de nuestro Planeta, como ocurre a diario con el consumo irracional de los recursos naturales, como la energía, el petróleo, los bosques, etc.

En el sistema capitalista de producción, donde lo único que importa es la acumulación de ganancias para los ricos, cada día se destruye el equilibrio ecológico, se ataca conscientemente por parte de las multinacionales y sus gobiernos cualquier intento de parar el deterioro del clima mundial. Por ejemplo, la negativa de USA a las mínimos requerimientos del pacto de Kioto. Confirmando una vez más que este sistema es irracional en la práctica y en la política.

Las multinacionales norteamericanas y europeas continúan imponiendo, en todo el mundo, el consumo de autos de combustión en base a los derivados del petróleo, a pesar que desde hace décadas se han inventado los autos eléctricos. La generación eólica y solar de energía eléctrica ya existen, pero éstas y otras más novedosas formas de producir energía limpia, no son objeto de estudio e investigación en las universidades y compañías de los países imperialistas, sencillamente porque ellos lucran manipulando las condiciones del mercado mundial que dominan a su antojo, subiendo los precios del petróleo artificialmente para acumular ganancias obscenas. No desarrollan nuevas tecnologías, porque no lucrarían tanto, ya que serían muy económicas y accesibles a la mayoría de la población y quedarían por fuera de los monopolios mundiales del mercado.

Las ciudades crecen sin ninguna planificación, con deficientes sistemas de transporte masivo, obligando a las masas a endeudarse con los bancos al tener que comprar autos pequeños y caros o apretujarse en un bus o tren.

En Panamá también se manifiesta la crisis energética. Por un lado, con la subida exorbitante de los precios del petróleo mundial, inflados artificialmente por los monopolios del crudo (Exxon-Mobil, Shell, Chevron, Total, BP, etc). Subida que se dijo que era temporal pero que ellos han instalado en la economía mundial, saqueando más rápidamente los bolsillos de todos los pobres del mundo en beneficio de los pocos accionistas de estas multinacionales. Ahora viene el dichoso racionamiento de energía que vamos a sufrir los pobres, porque los ricos pueden poner en marcha las plantas diesel de sus comercios y edificios y de paso contaminar más la ciudad.

Lo que se requiere para enderezar esta situación, es la renacionalización del sector eléctrico y energético del país, para poder tener una planificación y organización del sistema eléctrico nacional, que permita afrontar con previsión y planificación, los posibles eventos de emergencia como el que se vive en estos días de calor. Entre otras medidas que se pueden tomar de inmediato, además de la interconexión con Colombia y la suspensión del proyecto (léase negocio privado) de la térmica de gas en Colón, están los planes nacionales de reforestación de las cuencas de los ríos, las comarcas indígenas, la suspensión de la tala comercial de árboles de la región del Darién , la protección de los humedales y áreas costeras contra la voracidad de los capitales de la construcción.

Todos sabemos que estas medidas no las va tomar este gobierno ni el próximo, básicamente porque son gobiernos de los capitalistas, que están allí para enriquecerse ellos y sus socios empresarios privados, mientras que el pueblo sufre las consecuencias de sus políticas irracionales, depredadoras del medio ambiente, e irresponsables con las mayorías empobrecidas y explotadas de nuestro país.

Panamá, 15 de mayo de 2013

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