Por Sebastián Chavarría Domínguez

Continúan los rejuegos entre las maltrechas fuerzas de la oposición burguesa. Todos hablan de unidad para derrotar la nueva candidatura de Daniel Ortega, quien aspira a otra reelección, pero cada grupo o alianza tiene los puñales listos para hundírselos por la espalda a los supuestos aliados.

Tres alianzas

Hasta el momento se han conformado tres grandes coaliciones contra el FSLN, de cara a las elecciones generales del 2016.

1.- La Coalición Nacional por la Democracia (CND) encabezada por el Partido Liberal Independiente (PLI), de Eduardo Montealegre, con las dos corrientes escindidas del PLC, más una alianza con el Partido Nueva Alianza Cristiana (PANAC) que agrupa a las poderosas Asambleas de Dios, y otra alianza de grupos de ex contras.

El Movimiento Renovador Sandinista (MRS) se mantiene a la expectativa, y ha resultado crítico ante las vacilaciones del PLI, pero es bastante probable que forme parte de esta alianza.

2.- La Unidad Democrática (UD) aglutina al Partido Acción Ciudadana (PAC), Partido Conservador de Nicaragua (PCN), Movimiento 3 Revoluciones (M-3R), Partido Liberal Independiente Histórico (PLI Histórico) y el Partido Social Cristiano (PSC); todas estas son organizaciones minoritarias, no tienen personalidad jurídica salvo los casos del PCN y PAC.

3.- La Alianza Liberal y Sindical (ALS) impulsada por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que controla el expresidente Arnoldo Alemán, en alianza con el hasta ahora conocido Partido Unidad Republicana (PUR), presidido por Noel Vidaurre, ex candidato a la presidencia por el Partido Conservador de Nicaragua (PCN) en el año 2001.

Esta alianza está conformada centralmente por el PLC más 14 pequeñas organizaciones, entre ellas la Confederación General de Trabajadores (CGT), Federación de Trabajadores y Docentes Libres y Democráticos de Managua, y otras más.

Alemán, viejo zorro de la política y aliado privilegiado del FSLN, ante la posibilidad de un auge de la CND, ha comenzado a torpedear creando su propia alianza, que crea mayor división entre la ya maltrecha oposición burguesa. Alemán es conocido por su habilidad de llamar a sus antiguos detractores, para ofrecerles puestos de primera línea. Así lo hizo con José Rizo Castellón y Antonio Alvarado, dos elementos de la vieja guardia del PLC que se le rebelaron. Ahora llama como precandidatos de la ALS a Noel Vidaurre, un acérrimo crítico de Alemán en el pasado, y también a Maximino Rodríguez, ex dirigente de la contra.

Las dificultades de las elecciones internas

Debido a que cada alianza tiene un partido central que la soporta, y que entre el PLI y el PLC no solo existen odios personales, sino intereses económicos y sociales diferentes, es muy poco probable que se produzca una alianza voluntaria entre estas agrupaciones de origen liberal.

La UD se perfila como una organización centrista, que se coloca por encima del tradicional pleito entre liberales, con la desventaja de estar conformada por partidos sin estructuras ni arraigo electoral.

Desde hace muchos años, el argumento de las elecciones internas ha sido utilizado para criticar el dedazo de los caudillos, promover candidaturas únicas, pero ha sido poco efectivo al momento de su implementación, al grado que nunca se han producido las elecciones internas.

Recientemente, la organización “Hagamos Democracia” desenterró la propuesta de realización de elecciones internas para escoger un candidato único de la oposición. Todos dicen que se someterán a elecciones internas, pero el gran problema es quién organiza ese proceso electoral. Todos desconfían del Consejo Supremo Electoral (CSE), acusado de organizar fraudes electorales.

Mientras no exista una ley que obligue a elecciones internas de manera simultánea, dada la fortaleza electoral del FSLN, éste puede intervenir con su voto cautivo para escoger a tal o cual candidato de la oposición, debilitando a las opciones más duras y favoreciendo a las más conciliadoras.

El problema de fondo

La debacle de los partidos de oposición burguesa no solo se debe al caudillismo de sus dirigentes, sino al hecho irrebatible de que los partidos o alianzas de la oposición se representan a sí mismos, no tienen un sector burgués a quien representar, no tienen clientela electoral. Los empresarios del COSEP están encantados con las políticas del gobierno sandinista, no les interesa promover mecanismos de elección de candidatos únicos, no necesitan otro candidato que no sea el propio Daniel Ortega, con sus política de “negociación y consenso” con los empresarios. La oposición burguesa sigue en la orfandad.