Por Melchor Benavente

Si hay un factor que incide en la estabilidad política de Nicaragua, es la alianza del gobernante partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) con el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Esta luna de miel inició en 2007 con el segundo gobierno sandinista y se ha consolidado con la reelección de Daniel Ortega en el 2012.

Los banqueros nicaragüenses tienen los más altos márgenes de ganancia en relación al resto de Centroamérica, porque el Estado no controla ni regula los intereses. Lo mismo ocurre con los empresarios maquiladores, debido a la política salarial que siempre está retrasada en relación al costo de la vida.

En esta santa alianza de los empresarios con el gobierno sandinista, no es exagerado afirmar que los primeros se han fortalecido en todos los niveles. El gobierno sandinista siempre los toma en cuenta, y sale desesperado a calmar sus berrinches.

Pero, en los dos últimos años, se han producido roces y contradicciones entre los empresarios del COSEP y el gobierno sandinista, en relación al salario mínimo. En la última negociación que acaban de finalizar, los empresarios del COSEP han mantenido la clásica postura de que no se debe subir el salario mínimo para garantizar el empleo, o sea que entre más bajos son los salarios, habrá más posibilidades de inversión extranjera que genera empleo. Y por ello han presionado para que se reforme la Ley del Salario Mínimo, para que las negociaciones no se produzcan semestralmente, sino cada dos años.

En esta última negociación exigieron que el aumento al salario mínimo no fuese más allá del 9,8%, en cuanto al salario de los trabajadores del sector de la micro y pequeña empresa, ya que la industria sujeta a régimen especial (las Maquilas) tiene un salario vigente hasta 2016 (en los hechos el COSEP ha impuesto la negociación bianual, sin necesidad de reforma de la Ley del Salario Mínimo). Actualmente el salario para el sector de la pequeña y mediana industria es de 3,142.25 córdobas mensuales (120 dólares) y con el ajuste del 9.8 por ciento, el aumento sería de 150 córdobas en el primer semestre y otros 150 córdobas en el segundo semestre.

Para presionar, los empresarios abandonaron la negociación tripartita (sindicatos-gobierno-COSEP) y el gobierno tuvo que imponer por segunda ocasión el salario mínimo. Pero detrás de este forcejeo ante los medios de comunicación, observamos que la alianza del gobierno con los empresarios está más fuerte que nunca.

Los empresarios del COSEP plantearon el 9.8% de aumento del salario mínimo; ante el boicot del COSEP, el Ministerio del Trabajo (MITRAB) decretó un aumento del 10,98% a los otros sectores, es decir, la diferencia fue de 1.18%.

Para los otros sectores, en el año 2014 el salario mínimo estaba en 4,261 córdobas (US$159) y para el año 2015 será de 4,729 córdobas (US$176,4). El aumento fue de 17 dólares, ridículo en relación al alza de los precios de la canasta básica. El aumento se dividirá en dos semestres.

Los sindicatos habían peleado un aumento del 15%, pero debido a que no convocan a movilizaciones ni a asambleas, es una simple pantomima ante los medios de comunicación.

José Adán Aguerri, presidente del COSEP, en un editorial del diario La Prensa, lamentó que en “las dos últimas negociaciones (2014 y 2015) no ha habido acuerdo tripartito, lo cual obedece a la comprensión del sector privado de que la ley y la variable que se ha utilizado ya logró su objetivo, y que frente a las nuevas realidades regionales y mundiales, debe pasarse a otro esquema de negociación que incluya elementos de productividad, mejora de la competitividad y promoción de las inversiones; todo lo cual ha sido ignorado por sindicalistas y autoridades de gobierno.” (La Prensa, 2/3/2015).

El COSEP argumenta que el aumento salarial solo beneficia “al grupo directo de trabajadores que reciben salario mínimo en el sector formal (solamente 8.25 por ciento del total de ocupados), pero castigando con una mayor inflación a todos los demás trabajadores del país tanto formales como informales que no gozan de salario mínimo (…) Esperamos que para el futuro, el Gobierno no siga reaccionando nada más a posiciones políticas y que realmente este sea un tema de orden económico”. (ibíd.)

En realidad, no hay contradicciones serias entre el COSEP y el gobierno sandinista, sino mínimas en relación al salario mínimo. Observamos a un COSEP fuerte y envalentonado, y a un FSLN maniobrando ante las presiones de su propia base electoral, que aspira a mejorar los salarios, y por ello decretó unilateralmente un aumento al salario mínimo que apenas fue de 1,18% por encima de la propuesta del COSEP.

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