El "Gurú" Emilio Alvarez Montalván

Por Sebastián Chavarría Domínguez

El pasado 18 de junio, el diario La Prensa, publicó una corta pero interesante entrevista a Emilio Álvarez Montalván, de 95 años de edad, quien en los últimos 35 años ha sido el gran “gurú” político de la oposición burguesa. Su padre, aunque no pertenecía a la oligarquía, fue un “notable” intelectual del Partido Conservador, y su hijo retomó la tradición de ser consejero de los principales grupos políticos y económicos.

En los años 80, cuando estaba en lo fino la guerra civil y la agresión imperialista, Álvarez Montalván desde las sombras del anonimato, inspiraba y alentaba a los pequeños partidos de la derecha, que habían sufrido una derrota histórica el 19 de Julio de 1979. Desde el diario La Prensa, junto con el difunto Horacio Ruiz, escribió editoriales que eran fuente de inspiración para los 14 partidos que formaron la Unión Nacional Opositora (UNO), que en el año 1990 derrotó electoralmente al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Entonces, las opiniones de Álvarez Montalván tienen cierta importancia política, tomando en cuenta su rol de analista y consejero político.

Sus comentarios críticos a los actuales dirigentes de la oposición burguesa, no son una novedad. Todos, los de arriba y los de abajo, los critican y desprecian por su incapacidad de unirse contra el sandinismo. Montalván considera erróneamente que la división del liberalismo en las elecciones del 2006, permitió el retorno del FSLN al gobierno.

Montalván se lamenta: “Los sandinistas no pasaban del 38 (por ciento) y la oposición unida, con doña Violeta, con el doctor (Arnoldo) Alemán y con Enrique Bolaños, llegaban al 45 y al 55%. Al dividirse le dieron chance a los sandinistas para que subieran al poder”.

En un sentido tiene razón; al dividir la votación, el peso electoral del sandinismo, la minoría más grande, se impuso con la victoria. Lo que no dice Montalván es cómo y por qué el sandinismo logró dividir y derrotar electoralmente al liberalismo.

Montalván culpa al caudillismo, sin mencionar los nombres de Arnoldo Alemán y Eduardo Montealegre, pero este es un análisis muy simplista, ya que no toma en cuenta los cambios sociales que se produjeron, producto de severos planes de ajuste económico en el periodo 1990-2006, que posibilitaron al FSLN aparecer nuevamente como el redentor de los oprimidos.

La conclusión de Montalván es de índole moral: “(…) mientras los nicaragüenses no cambien los antivalores de su cultura política seguirán teniendo gobiernos autocráticos”.

Al parecer, los males de Nicaragua, no son producto del capitalismo y la opresión imperialista, sino de la mala levadura de los hombres, de los “antivalores”.

Y de manera consecuente, Montalván concluye con resignación en lo siguiente: “Nicaragua no se va a componer mientras los nicaragüenses no cambiemos, porque somos nosotros los que incubamos a los dictadores, ellos no son ningunos genios, ellos lo que hacen es apoderarse del poder de una sociedad débil, desarticulada, desunida y que es frágil a los sobornos y a los halagos y a las dádivas y al discurso populista. Mientras este país tenga esas características tendrá dictadores”.

Ya hemos visto que Montalván analiza la situación política desde el punto de vista de los “antivalores” de los nicaragüenses, nosotros en cambio explicamos la relativa estabilidad del gobierno sandinista, tomando en cuenta las condiciones materiales de vida.

El éxito del FSLN consistió, primero, en apoderase de la mayoría de las alcaldías, y después, desde la gestión local logró atraer a una parte del electorado independiente, para restar votos a la oposición, la cual se divide precisamente porque no sabe cómo enfrentar al sandinismo.

Una vez en el gobierno, el FSLN tuvo la estrategia de consolidar su base social electoral entre los sectores más pobres, subsidiando servicios, medicina y comida, algo que no ocurría desde 1990. Todo ello fue posible por los fondos del generoso acuerdo de PETROCARIBE.

Cambiar el discurso y las actitudes

Siete años después que el FSLN recuperó el gobierno, la oposición no solo está dividida, sino destrozada políticamente, sin mayor credibilidad, peleándose unos contra otros, acusándose mutuamente de falta de beligerancia contra el gobierno sandinista, quien ríe maliciosamente desde las alturas del poder.

Aquí es donde el “gurú”, antes de morir, quiere dejar un útil testamento a la oposición burguesa: “La oposición tiene que cambiar de discurso. Tiene que ocuparse seriamente de los grandes problemas nacionales y exponerlos. Por ejemplo, deberían tener un asesor en el Seguro Social y demostrar todas las irregularidades que ahí existen. Tiene que tener también un experto que los ilustre sobre la política fiscal (…)”

En pocas palabras, Montalván recomienda hacer una oposición constructiva, y participar lo más que se pueda dentro de las instituciones del gobierno.

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