Por Melchor Benavente

Como una fiesta casi religiosa, el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) celebró el 34 aniversario del triunfo de la insurrección popular contra Somoza, llenando completamente la plaza La Fe (antes Carlos Fonseca Amador) y desbordando la recién ampliada avenida Simón Bolívar.

Contrario al pronóstico de la oposición burguesa, que anunciaba un nuevo periodo de caos económico, como el vivido durante la revolución (1979-1990), este segundo gobierno sandinista vive su mejor momento: economía estable y en crecimiento, que garantiza una sólida base de apoyo social al FSLN.

Las cifras macroeconómicas indican que el país progresa lentamente, en relación a los 16 años de gobiernos neoliberales que sirvieron sólo para desmantelar la propiedad estatal y poner en orden las finanzas públicas, pero a un enorme costo social. Esta relativa estabilidad económica ha generado estabilidad política, y una bancarrota estrepitosa de la oposición política burguesa. El atisbo de mejoría económica ha generado grandes expectativas e ilusiones, ha recompuesto y aumentado la base social electoral del FSLN, que ha logrado cruzar el límite del tradicional 38% de los votos hasta obtener, en las últimas encuestas, una aprobación superior al 60%.

Por ello es que Nicaragua es actualmente el país que tiene menores índices de luchas obreras y sociales, en relación al conjunto de Centroamérica. Pero no todo lo que brilla es oro. En este marco de mejoría, la clase media y los trabajadores asalariados son los más castigados, porque las políticas igualmente neoliberales del gobierno de Daniel Ortega castigan duramente a la clase media (pequeños negocios, profesionales, etc.), con un aumento de la carga tributaria, y con una política de deslizamiento cambiario del 6% anual que devalúa constantemente al córdoba en relación al dólar.

El salario real ha descendido un 15% en los últimos 3 años, a pesar del crecimiento de la economía agroexportadora, como producto del deslizamiento y la inflación. Esta devaluación programada del Córdoba en relación al dólar estadounidense reduce los niveles adquisitivos de los trabajadores y de los sectores populares, produciendo una dolarización real de la economía. Entonces, la estabilidad macroeconómica se ha logrado a costa de la clase media y de los asalariados.

¿Cuál es la principal base de apoyo social del FSLN? Son los sectores más pobres, quienes han tenido algún tipo de mejoría como producto de los subsidios focalizados que son financiados con la ayuda venezolana. También están los empresarios pequeños, medianos y grandes, ligados al boom agroexportador de alimentos (carne, café, frijoles, mariscos,) que son beneficiados con la política de deslizamiento cambiario.

Los últimos datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) indican que el PIB de Nicaragua crecerá el 5%, el segundo más alto de Centroamérica (después de Panamá) y el quinto en importancia en América Latina. Evidentemente que en relación al rezago de Nicaragua, este crecimiento del 5% es ultra mínimo.

Este contexto de pujanza económica brinda estabilidad política al régimen bonapartista, con rasgos autoritarios. Esta situación perjudica a la oposición burguesa que se ha quedado sin banderas de agitación política. La política económica del sandinismo es absolutamente burguesa, neoliberal. El único eje de ataque que tiene la dispersa derecha es la “lucha contra la dictadura”, pero una reciente encuesta de MyR demuestra que la absoluta mayoría de la gente prefiere la estabilidad económica a la institucionalidad democrática.

Por ello hay muy pocos movimientos sociales de lucha contra el gobierno sandinista. Y cuando estos existen, son desarticulados, como ocurrió recientemente con la lucha de la Unidad Nacional del Adulto Mayor (UNAM) por la pensión reducida de los trabajadores ancianos. El Bonapartismo sandinista, con la habilidad política que le caracteriza, cuando vio que la lucha iba a salirse de sus cauces, golpeó la mesa pero hizo concesiones parciales. El hecho de que el gobierno sandinista tenga todavía recursos económicos para hacer concesiones mínimas, en un periodo de agudización de la crisis del capitalismo a nivel mundial, nos brinda la clave de la estabilidad política en Nicaragua.

Los socialistas centroamericanos debemos analizar correctamente la realidad, por muy dura que esta sea. El margen de maniobra del gobierno sandinista irá disminuyendo en la medida en que las masas hagan su propia experiencia y se reduzcan los índices de crecimiento, producto de la crisis del capitalismo mundial.