Por Edmundo Dantés.

La economía nicaragüense cerró 2011 con un crecimiento económico del 4.5%, así lo hace constar el balance regional de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL) y lo corrobora el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Por su parte,  el Banco Central de Nicaragua (BCN) confirmó el 4% como cierre del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

Pronósticos optimistas

A comienzos del mes de Septiembre, el BCN reveló las cifras (a precios corrientes/ año base 1994) de las actividades económicas del primer trimestre del año 2012. El BCN confirmó las proyecciones de crecimiento económico del 3,5 a 4 por ciento en 2012, anunciadas también por el gobierno en junio pasado.

Los funcionarios sandinistas han pronosticado que la economía crecerá más allá del 4%. La actividad industrial supera en un 4.96% a las registradas en el primer trimestre de 2011, así mismo las exportaciones después de ser dos veces menos que las importaciones, se han recuperado a pesar de los factores externos como la crisis económica de los países de la zona euro o las restricciones fiscales en Estados Unidos. La inflación se mantiene controlada y el empleo formal continúa creciendo. Sin embargo, estas agradables cifras contradicen la vida cotidiana de la mayoría de los nicaragüenses: la lucha por el pan de cada día continúa siendo dura.

Pero la vida sigue siendo dura

¿Si la economía esta marchando bien, entonces a qué se deben estas contradicciones? La demagogia del gobierno es claramente incompatible a sus acciones, las políticas económicas del gobierno del presidente Ortega no tienen nada de diferentes de las que aplicaban los anteriores gobiernos neoliberales. En materia macroeconómica, Nicaragua está sacando buenas notas en las evaluaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero por ningún lado vemos mejoras en el sector educación o salud o aumento del empleo formal con salarios dignos.

El fin de cualquier política económica debe ser la mejoría del nivel de vida, pero parece que ara el gobierno sandinista el fin último es la estabilidad macroeconómica en si, independientemente de la tragedia social que vivimos.

El gran negocio de los intermediarios

Declarar que el aumento de las exportaciones es significativo para el desarrollo económico no es del todo cierto. Sin duda, el PIB puede verse incrementado por su variación positiva, pero debe saberse que el crecimiento, si bien es un factor necesario para el desarrollo, no siempre se traduce en desarrollo. El incremento en las exportaciones, por ejemplo, no siempre beneficia a los pequeños y medianos productores (la inmensa mayoría) quienes venden sus productos agrícolas a través de intermediarios, que son quienes se quedan con la mayoría de las ganancias.

Los beneficiados de este boom agroexportador son los burgueses intermediarios que venden el producto en el exterior, especialmente al mercado venezolano. Por la falta de recursos muchas veces los productores no alcanzan ni a llevar sus productos al mercado de Managua.

El espejismo de las remesas

Lo mismo ocurre con las remesas, después de todo estas enormes cantidades de dinero que ingresa a Nicaragua, aunque sirven de sustento importante para las familias de la clase media y sectores populares, ayudan a elevar el consumo (así ayudan a elevar artificialmente el PIB) pero siempre se trata de transferencias (no son inversiones que puedan generar una verdadera ganancia o aumento importante del PIB).

Débil crecimiento de subsistencia

El crecimiento del 4% anual resulta insatisfactorio para mejorar la vida de los nicaragüenses. De igual forma, no es posible conseguir resultados superiores al 5% o al 6% de crecimiento anual con los medios de producción y empleo actuales en el país. Para lo que han servido este crecimiento económico es para que la economía subsista mínimamente y se mantenga la estabilidad relativa con la que ha funcionado hasta ahora. Ahí es donde el crecimiento del PIB se vuelve un fetiche.

Con este crecimiento del 4% el gobierno apenas puede financiar el gasto fiscal. El crecimiento que Nicaragua registra no es extraordinario, simplemente es el crecimiento mínimo que espera cualquier país de su categoría. Es el reflejo pasajero de  varios factores combinados: primero del efímero aumento del precio de los principales productos exportados, segundo y principal, de la política económica orientada a obtener buenos resultados macroeconómicos que no necesariamente se traducen en una mejoría de la dura realidad social de sus habitantes.