Por Maximiliano Cavalera

El 24 de febrero de 1821 fue proclamado en la ciudad de Iguala, México, el plan que lleva el nombre de dicha ciudad, es decir, el plan de Iguala. Este plan fue diseñado por Augusto de Iturbide y proclamaba la independencia de México adoptando un sistema monárquico, preservando el privilegio de la corona a Fernando VII, miembro de la casa de los Borbones, o en su ausencia, cualquier otro infante en línea de sucesión. Siete meses después, las luchas por la independencia en toda Latinoamérica llegan a Centroamérica y la presión del pueblo exige la independencia respecto de la corona española. La presión social era tan fuerte, que el 15 de septiembre de 1821 en la ciudad de Guatemala se proclama la independencia de las repúblicas centroamericanas. Este proceso tan singular es propio de Centroamérica, en donde fue la misma institucionalidad criolla la que proclamó la independencia sin siquiera disparar una bala. Esta situación sin precedentes en Latinoamérica terminaría marcando el destino de la patria centroamericana; ante la cobardía de nuestra oligarquía criolla por construir un Estado nación, terminó buscando la primer palo en que ahorcarse y los Estados Centroamericanos se anexaron al plan de Iguala, dejando a la nación centroamericana bajo la égida de la pretensión monárquica en México.

La colonia española

Desde la época de la colonia la monarquía española balcanizó territorial y administrativamente sus colonias. En el caso de Centroamérica no existían grandes imperios, como era el caso de México y el Perú, todo lo contrario, en lo que es actualmente Centroamérica nos encontramos con una gran variedad de tribus que se encontraban en diferentes estadios productivos. Es decir, Centroamérica estaba poblada por migraciones indígenas del norte de América y del sur de América. Muchas de estas poblaciones eran recolectoras y practicaban el comunismo de consumo, otras estaban en la etapa esclavista. Sin embargo, no se conocía un imperio ni organización política que hubiese avasallado grandes poblaciones. Es hasta la llegada de los españoles que se inicia el proceso de conquista de las poblaciones indígenas. Aun así, la conquista no significó una orientación sistemática y dirigida, Guatemala fue conquistada por Pedro de Alvarado, en cambio la conquista por el sur la realizó Francisco Hernández de Córdoba. Curiosamente este había participado activamente junto a Hernán Cortez en la conquista de México.

La conquista española significó el vasallaje de todas las poblaciones indígenas de Centroamérica, muchas con lenguas, alimentación, dioses y tradiciones comunes. Para asegurar este vasallaje la corona española dividió sus colonias con centros administrativos en donde se concentraba toda la burocracia estatal. La corona española decidió que tenía que hacer política y bajar sus orientaciones en bloques, así fue que se organizaron los Virreinatos de Nueva España, de Perú, Nueva Granada y de la Plata. Dentro del virreinato de la Nueva España se encontraba La Capitanía General de Guatemala. Esta Capitanía se encontraba compuesta por lo que actualmente son las repúblicas de Centroamérica, Chiapas y una provincia de lo que es actualmente Panamá.

Para toda la España latinoamericana, la colonia significó la segregación de las comunidades indígenas, pero no solo de nuestras comunidades autóctonas, sino de los africanos que fueron esclavizados y traídos a las américas para servir como esclavos, de los mestizos y hasta de los mismos hijos de españoles que nacieron en nuestras cálidas tierras. El despotismo era el pan de cada día, pero a esto se sumaban las enormes cargas impositivas que tenían que pagar las colonias para mantener los lujos decadentes de la corona Española.

La independencia y el plan de Iguala

Pero el colonialismo tenía sus días contados, en América Latina se comienzan a organizar movimientos independentistas. Grandes serían los nombres de Bolívar, San Martin y otros que lucharon por la independencia. Contradictoriamente, el golpe de gracia a la corona Española lo asestaría la pretensión expansionista de Napoleón Bonaparte, quien al invadir España le asesta un golpe contundente a la corona. Así es que en el virreinato de Nueva España se comienzan a producir luchas importantes por la independencia. En el caso de Centroamérica se producen brotes en algunas ciudades en 1810. Estas pequeñas revueltas fueron sofocadas por la oligarquía criolla. Así es que el 24 de febrero de 1824 en México se proclama el plan de iguala; este pretendió instaurar una monarquía constitucional. El plan tenía 3 pilares fundamentales que eran: establecer la independencia de México de España, establecer la religión católica como única, establecer la unión de todas las clases sociales. Al darse el plan de Iguala, la Capitanía General de Guatemala estaba entrando en una profunda crisis política, su población estaba dividida así: “Las provincias más pobladas eran Guatemala y El Salvador. Los habitantes de Nicaragua se concentraban en el área de los lagos y litoral del Pacífico. El este de Honduras era un espacio natural vacío y en el centro y el oeste habitaban dispersos algunos pueblos de indios. La mayoría de las gentes de Costa Rica vivían entre montañas, en el Valle Central” (La independencia de Centroamérica en las luchas de descolonización, Juan del Llano). Por otra parte algunas ordenanzas que buscaban cómo saquear más a las poblaciones indígenas sembraron un enorme descontento social: “Las normas fiscales introducidas en 1747, ataron a los pueblos de indios a los intercambios mercantiles, y las ordenanzas reales de 1785 crearon las intendencias de Chiapas, Salvador, Honduras y Nicaragua -incluida Costa Rica-. La monarquía pretendía satisfacer los apetitos de tierras, riquezas y dinero de los hacendados, funcionarios, clérigos y comerciantes locales, en consonancia con los privilegios de las clases dominantes de Guatemala.” (Ídem). No es nada extraño que al final del período colonial las insurrecciones indígenas fuesen cosa común dentro de la Capitanía General de Guatemala: “Hubo cuatro enfrentamientos entre populares con las tropas de la monarquía. El primero en noviembre de 1811 en San Salvador, cuando se solicitó un obispado independiente de Guatemala. El segundo en diciembre de 1811 en Granada, debido al malestar por las ventajas políticas de León y la mala gestión del Intendente. La tercera de nuevo en San Salvador, en enero de 1814, inspirada por la insurrección de Morelos. La lucha más importante ocurrió en Guatemala en diciembre de 1813, organizada en los pasillos y la iglesia del convento de la orden de los Bethlemitas. Estos movimientos fueron disueltos y reprimidos en 1814 y 1815.” (Ídem)

Analizando bien el andamiaje colonial, uno puede llegar a la conclusión de que al finalizar la época colonial, las provincias supeditadas a la Capitanía General de Guatemala tuvieron enromes recelos de la administración colonial: “En un segundo momento esos Consulados, asentados en Guatemala, fueron la base de la élite que consolidaría el comercio en el istmo. El hilo conductor fue siempre una política que impedía de facto el libre comercio. Este fue uno de los motivos que empujaron a los conservadores centroamericanos, que no tenían lazos con esa élite, sobre todo de León, en Nicaragua, Comayagua, en Honduras, y Cartago, en Costa Rica, para que inmediatamente después de la independencia de España, solicitaran a México la anexión” (Centroamérica y México: desde la anexión hasta el Plan Puebla Panamá. Rosamaría Messén Ghidinelli). En este proceso de independencia se debe ver claramente que las élites conservadoras lo que más temían era que la independencia fuese proclamada por el pueblo y por ende, perdiesen los privilegios que la misma corona les había otorgado. ¡Qué contradicción más grande! fueron los agentes de la corona los que declaran la independencia, pero sus verdaderas intenciones y el propósito de la anexión al plan de Iguala esta resumida en un abstracto de la declaración de independencia de las provincias de Centroamérica: “Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo” (Acta de Independencia de Centroamérica). El temor a una insurrección popular hace que los criollos centroamericanos busquen la sombra de Iturbide y el plan de Iguala para protegerse de cualquier insurrección armada que aboliese sus privilegios. Esta se transformaría en la norma en nuestros criollos y futura burguesía, que buscaría la ayuda o el protectorado de alguna potencia en aras de defender sus privilegios materiales, en aquella época fue México, luego el imperialismo norteamericano.

En 1823 fue derrotado Iturbide y el plan de Iguala fue aniquilado; para ese entonces las oligarquías criollas centroamericanas declaraban una segunda independencia proclamando Las Provincias Unidas de Centroamérica, en el acta de independencia quisieron enmascarar su incapacidad para construir un Estado y declaraban: “Considerando por otra parte: que la incorporación de estas Provincias al extinguido Imperio Mejicano, verificada solo de hecho en fines de 1821 y principios de 1822, fue una expresión violenta, arrancada por medios viciosos e ilegales”. Como vemos, nuestra primera independencia fue efímera, nuestra oligarquía nos supeditó a una potencia para preservar sus privilegios, en los hechos fueron incapaces de siquiera construir un Estado para la nación centroamericana. Pasados 180 años de la declaración del Plan de Iguala y nuestra anexión al imperio de Iturbide, la tradición de nuestras burguesías es tan entreguista como la de aquel entonces, por ende, será tarea de los y las trabajadores de Centroamérica luchar por nuestra verdadera liberación.

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