Por Horacio Villegas

Estamos seguros de la falsedad que representa el diálogo nacional promovido por la ONU, el gobierno nacionalista y ciertos sectores de la Oposición; pues es una maniobra dilatoria que deja entrever la instauración gradual de la dictadura del Partido Nacional. Por otro lado, la crisis que el Partido Liberal ha tenido recientemente, alimenta ese juego aparentemente resolutivo de la crisis que vivimos luego de las elecciones de noviembre del año pasado.

El diálogo nacional o la farsa de los consensos entre la dictadura y la Oposición

El diálogo nacional, convocado por los nacionalistas y ciertos sectores de la oposición como el Partido Liberal, en acompañamiento de la ONU, se ha vuelto una excusa dilatoria, que no hace otra cosa que acomodar, a paso lento, la instauración de la dictadura.

Las posturas en el inicio del diálogo nacional, que se ha estructurado en cuatro mesas de trabajo, redundaron en señalamientos de un lado y de otro: del partido de gobierno hacia la oposición asegurando el ficcional acontecimiento del papel de las maras en las elecciones de noviembre del 2017, quienes aparentemente obligaron a los votantes nacionalistas a no ejercer el sufragio por su repulsión al partido nacional. Los nacionalistas como es de costumbre, se victimizan utilizando como plataforma perfecta este diálogo, en donde achacan hechos adulterados a la oposición.

De parte de Salvador Nasralla y los liberales hacia los nacionalistas, apuntando sus actos corruptos y fraudulentos desde las elecciones del 2013 hasta la fecha. Una postura atinada, con señalamientos que a la par llevan evidencias, pero vertidos y expuestos en un espacio controlado por el gobierno en contubernio de los gringos.

El supuesto diálogo, como se ha visto en el transcurso de las semanas y meses desde la crisis post-electoral, es una falsedad; una trampa en la que cayeron los representantes de los partidos tradicionales, tildados de opositores; quienes a su vez siguen encontrando en el “orden” de la democracia burguesa y en la aparente “ayuda” internacional de los Estados Unidos, la única salida al conflicto latente en que sobresalió a punta de fraude y represión, el partido de gobierno.

Crisis a lo interno del Partido Liberal

El pasado 26 de septiembre el Partido Liberal abandonó el diálogo nacional por un motivo preciso: la aprobación en el Congreso Nacional de la intervención del Registro Nacional de las Personas (RNP). En donde se eligió una comisión en donde están representados los partidos Liberal, Nacional y Libre.

La votación de varios miembros de la bancada del Partido Liberal a favor de esta intervención del RNP, provocó la moción de Luis Zelaya de expulsar a los 17 miembros, moción aceptada por el Concejo Central Ejecutivo (CCEPL).

Por su parte la fracción del Partido Liberal que no comulga con Luis Zelaya, quienes están en la lista de expulsados, encabezada por Elvin Santos –uno de los principales corruptos del caso Pandora– decidió solicitarle a la ONU su entrada al falso diálogo nacional, a sabiendas de los veredictos del Comité Central de su partido.

Los 17 diputados expulsados según declaraciones de Luis Zelaya, no podrán votar en el Congreso Nacional representando al Partido Liberal. Lo que abre el camino a que entren a las filas de otros partidos, o simplemente estén de diputados independientes.

La intervención del Registro Nacional de las Personas (RNP)

Coincidimos con el analista político de CESPAD, Gustavo Irías, quien afirma en un artículo dedicado al tema de la intervención del RNP, que “una salida a la actual crisis política no será el espacio del diálogo político”, pues las voluntades de los políticos representantes de la oposición y el gobierno, piensan dejar la supuesta resolución del conflicto político post-electoral en las determinaciones obtusas del Congreso.

Los intereses de la oposición ahora se concentran en tener representantes en esta institución que maneja en bruto la cantidad de cédulas de identidad de hondureños aptos para el sufragio. Tal parece que ahora la batalla “antigubernamental” definida por la oposición es la espera de nuevas elecciones, para lo cual son necesarias las reformas electorales y la intervención del RNP, y no las movilizaciones y el desacato y rechazo a cualquier negociación que orille a la trampa de postergar aún más la lucha por la caída del gobierno.

La marginalidad: un tema olvidado por los partidos tradicionales

A finales del siglo XX, Honduras atravesaría una de las crisis naturales más agobiantes y desastrosas: el huracán Mitch. Lo que repercutiría significativamente en el inicio de los años del nuevo siglo XXI. La pobreza, y la marginalidad social en su matiz más crudo –agudizada por esta catástrofe ambiental–, salieron a relucir como la condición más patente en la historia reciente del país.

Los gobiernos liberales y nacionalistas que asumieron la crisis en aquel entonces, no llegaron a subsanar semejante tragedia; más bien fueron los promotores de varios episodios de corrupción que ponían en precario la ya situación difícil del pueblo hondureño. Tanto la administración del liberal Carlos Flores Facusse, la del nacionalista Ricardo Maduro, y las subsiguientes de colorados y azules, no remediaron sustantivamente la condición de las personas que entraron de lleno en la marginalidad, luego de perder sus casas y demás bienes.

Fuera de los risibles programas asistencialistas de entregar migajas en manos de las personas más empobrecidas del país, no ha existido una verdadera estrategia que mitigue gradualmente este flagelo. El proselitismo ha llegado y sigue llegando, cada cuatro a estos barrios marginales, sin ninguna solución creíble y de largo plazo; lo que pone en el primer plano de culpabilidad de estas condiciones inhumanas, a los partidos tradicionales.

Desde el sábado 7 de octubre, las instituciones encargadas de hacer llegar los pronósticos del tiempo, tardíamente declararon una alerta roja en los departamentos del centro y sur del país. Este pronóstico no fue dado en el tiempo debido ya que arremetería con los planes absurdos del gobierno de complacer a los empleados públicos con su aclamado “feriado morazánico”; que no es otra cosa que propaganda gubernamental.

Las lluvias no cesaron por 24 horas, y fue suficiente para que la capital entrara en colapso debido a los desbordes de ríos, inundaciones y deslizamientos. Hasta el momento se contabilizan 7 muertos, 7 mil damnificados, 750 casas dañadas y varias zonas incomunicadas por las lluvias.

Esta nueva crisis, ocasionada por causas naturales, y que se asemeja a la que ocurriera en 1998 con el huracán Mitch, vuelve a traer al escenario público, la condición precaria en la que se encuentra una gran mayoría de la población hondureña. Esta crisis demuestra la ineptitud de las instituciones como COPECO y el mismísimo alcalde de la capital, quien ha modificado únicamente las calles, haciendo puentes y arreglos estrictamente para la población que posee vehículos, y no un verdadero reubicamiento de las familias que viven en las vegas de los ríos.

No podemos esperar menos de estas administraciones burguesas, que hacen a un lado el tema de elemental urgencia, como lo es la reubicación de personas que viven en la más sórdida marginalidad. Es necesario señalar a los verdaderos responsables de la muerte de estos hondureños que lucharon por salvar su vida en medio de inundaciones y derrumbes; los culpables han sido los recalcitrantes grupos económicos, traducidos en nombres y apellidos concretos como los Facusse, Atala, etc, que han desalojado a miles de personas que tienen el derecho legítimo a la tierra en la capital. Ellos, en contubernio con las administraciones de los partidos tradicionales, han modelado los centros urbanos a su conveniencia, excluyendo a sectores históricamente marginalizados.

La migración hacia EEUU

La intensificación de las migraciones hacia los Estados Unidos de Norteamérica es un hecho que los hondureños hemos tenido que sufrir desde hace algunas décadas atrás. Los factores de este fenómeno son múltiples; entre los más determinantes se encuentra el derrumbe y saqueo del Estado hondureño por parte de los partidos políticos tradicionales, quienes con las ganancias jugosas que extraen de la corrupción, impiden la generación de empleos y otros beneficios en pos de eliminar la pobreza extrema entre los hondureños.

Otro factor que pesa en este fenómeno, y que se puede señalar conjuntamente con el desenvolvimiento de la historia política del país, son las políticas de intervencionismo directo de Estados Unidos en los asuntos internos de los países centroamericanos. Desde el siglo XIX este país del norte ha tenido una estricta política de control económico y político de nuestro territorio y su gente; lo que se traduce en saqueos y acuerdos legales injustos que no le ofrecieron beneficios directos a los débiles gobiernos liberales: dígase el saqueo de madera, metales preciosos y a principios del siglo XX las bananeras.

Esta relación desigual no permitió que el país encontrara la suficiente independencia económica y política frente a los países imperialistas como Estados Unidos. Relación que nos definió como dependientes. Bastó, con que a finales del siglo XX el huracán Mitch destruyera nuestra débil economía, para darnos cuenta de esta condición impuesta por otros países extranjeros. Desde esta crisis que irrumpiera en 1998, y de ahí en adelante, la historia reciente del país se ha ido configurando alrededor de la migración hacia los Estados Unidos. Muestra de ello es la gran caravana de migrantes que desde ayer inician su recorrido hasta llegar a la USA.

El gobierno de JOH, con el consentimiento de la administración Trump, han declarado recientemente como violadores de derechos humanos a los grupos no estatales como los mareros, quienes a su vez son considerados los únicos culpables de estas multitudinarias caravanas, precisamente por las acciones de cobro del impuesto, asesinatos a empleados del sector transporte, etcétera. Lo cierto es que desde del Golpe de Estado del 2009, y ahora con el gobierno ilegítimo, continuista y corrupto de los nacionalistas, es que se ha agudizado esta crisis que lleva a los hondureños hacia un país que no los recibe de la mejor manera.

La embajada de EEUU en Honduras ha declarado el día de hoy que “la situación en Honduras ha mejorado notablemente, y esta tendencia sólo continuará si sus ciudadanos permanecen e invierten su extraordinario potencial aquí” (Declaración sobre la caravana de migrantes. Embajada de los Estados Unidos en Honduras, 14 de octubre de 2018). Es más que evidente el cinismo de los gringos, quienes históricamente han sido cómplices de la dependencia económica, de la imposición de dictaduras, y al fin y al cabo de la pobreza en que vivimos hoy los hondureños. 

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