Por: Minerva  

Cada cuatro años se suma al sofocante ambiente de crisis en Honduras, tensiones que surgen por el inicio de la contienda política previo a las elecciones. El enfrentamiento entre partidos a través de sus campañas, agudizan la disputa por ocupar los cargos de elección popular. La realidad nacional se manifiesta entonces, saturada no solo de violencia sino de masiva propaganda política, promesas de cambio, utopías, discursos que reproducen los ideales que avivan pasiones y grandes concentraciones. Con la miseria humana, las mismas ilusiones  y la desolación,  en el curso de la vida se reproducen escenas propias de una narrativa de realismo mágico.

El terror de lo cotidiano.

Pero en este momento se discuten puntos clave nunca antes vistos en la tradición hondureña, cambiando de posición las piezas en el tablero de ajedrez, se suman  nuevos actores a la lucha para derrocar el Statu Quo asentado desde hace tantos años en los puestos del gobierno y sectores privados.  Por su parte, el discurso oficial que se maneja es que Honduras debe continuar fiel al golpeado y fallido modelo democrático. Todo lo anterior apunta a que Honduras debe seguir el mismo rumbo, con la falsa estabilidad que la Constitución y las elecciones proporcionan. Estos postulados deben ser acatados y respetados por todo buen ciudadano amante del orden. Sabiendo esto, se llega hasta el punto de proponer una ética ciudadana que debe obviar un pequeño detalle que se añade en vísperas de elecciones: la introducción de la reelección presidencial como una práctica legal respaldada por la incompetencia de una Corte Suprema al servicio de otro poder.

Sin ánimos de recitar nuevamente el ya trillado artículo de la Constitución que prohíbe la reelección presidencial, haciendo de ello una opción poco viable, en las próximas elecciones se podría apreciar una cara ya conocida que se lanza nuevamente para continuar gobernando el país. Por esta razón, no es casual que se pongan en evidencia secretos a voces que exponen el verdadero panorama nacional, una Honduras corrupta que acoge bajo su seno una pseudo democracia cómplice, que ampara los intereses de pequeños grupos que por generaciones enteras, defienden no solo el derecho de Honduras sino de América Latina a seguir siendo explotada. El modelo democrático en Honduras con largos antecedentes que van desde la dictadura hasta repetidos golpes de Estado, evidencian la fragilidad y la facilidad con la que las leyes pueden ser modificadas a conveniencia. Por esta razón, no es casual que la crisis social se acrecienta y que sean muchos sectores los que se encuentran contrariados con el paisaje actual.

Es evidente que existe el descontento, pero acompañado de cierta pasividad de la población que hacen de la supresión de la memoria, el mejor mecanismo de defensa para olvidar el verdadero deber ciudadano. Abandonando la carga moral y la memoria histórica, se deja en “manos” de la clase política y otros grupos aislados todos los asuntos que atañen o deberían de involucrar a la sociedad en general. Dicha indiferencia se acompaña de un temor bien justificado: nadie quiere verse afectado, o bien morir en circunstancias desventuradas. Hablamos entonces de una cultura de la corrupción, que calla, aprueba y violenta por temor, comodidad o bien ambas.

La ruptura del bipartidismo

La reelección implica la continuidad de un proyecto político que ha tomado forma concreta a partir del año 2009. Durante este periodo, se manifestaron fuertes intereses de transformación bajo la influencia del modelo del socialismo del siglo XXI que nacía en américa del sur, que se extendía y que pretendía destruir las burguesías que, amparadas del intervencionismo estadounidense, salvaguardaban un modelo  de explotación que mantenía en la miseria a millones de personas en los países de esta zona del continente. Con la aparición de dichas pretensiones, de la expansión de las famosas ideologías exóticas, se inició el proyecto de “defensa del orden constitucional” con ayuda de las fuerzas armadas que da como resultado el golpe de Estado en 2009.

Con el derrocamiento del ex presidente Manuel Zelaya Rosales, la clase burguesa evidenció, una vez más, las relaciones que existen a lo largo de la historia con el cuerpo castrense y la “sociedad civil” para conservar los derechos que se obtienen con el pseudo modelo democrático instaurado en el país. Pero la crisis del 2009 trajo consigo un panorama que no figuraba dentro de las predicciones: la fragmentación de uno de los partidos políticos tradicionales acarreó consigo un duro golpe para los intereses de las clases dominantes. El golpe de Estado rompió así con la tradición bipartidista manejada hasta ese entonces.

Con la perdida de adeptos dentro del Partido Liberal, surge el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) compuesto por el ala rebelde que deserta del liberalismo y se consolida como un movimiento de resistencia  contra del golpe de Estado, y también integrado por figuras simpatizantes de una ideología izquierdista, intelectuales, clase obrera, sindicalistas y políticos derrocados. El FNRP se inició, con manifestaciones apoteósicas en defensa de los derechos atropellados con el golpe de Estado. Dicha rebeldía, el desconocimiento de las elecciones subsiguientes por parte del FNRP, dio como resultado la victoria del otro partido de tradición, el Partido Nacional. A través de la figura del ex presidente Porfirio Lobo Sosa inició una nueva configuración del gobierno, y el uso de los recursos de Honduras dejando al liberalismo en la necesidad de servir, coincidir y respaldar todos los proyectos a modo de evitar su inminente desaparición.

La metamorfosis del FNRP

Fuertes contradicciones surgieron cuando el FNRP se transformó en proyecto político e inició la formación de un partido que se desligaba del tradicionalismo prevaleciente: el ala rebelde del Partido Liberal se transformó en el Partido Libertado y Refundación (LIBRE), el cual posee o poseyó en algún tiempo el modelo ideológico que impulsó el desligue de grandes sectores del Partido Liberal. Se desconocieron las elecciones del  2009 que trajeron como respuesta la victoria de Porfirio Lobo Sosa, quincuagésimo cuarto “presidente constitucional” de la república de Honduras entre los años 2010 a 2014. El cambio de estrategia por parte de los opositores al golpe de Estado, el paso del no reconocimiento al reconocimiento, arrojó la condición de dar continuidad al actual modelo “democrático”.

El reconocimiento del modelo actual, bajo el slogan de “venceremos en las urnas”, dio como resultado el desentenderse del hecho que fue dentro de ese mismo modelo democrático en donde surgieron las irregularidades, las que acabaron como golpe de Estado en 2009. La situación no fue vaticinada por los rebeldes lo que en muy pocos aspectos favoreció al nuevo partido. En las elecciones de noviembre del 2013 obtuvo nuevamente la victoria el Partido Nacional, asumiendo las riendas del poder el actual presidente Juan Orlando Hernández (JOH), dejando al partido LIBRE ante la mirada atónita de la candidata Xiomara Castro de Zelaya. quien observaba con incredulidad los resultados con una inminente derrota y con pocos diputados del dentro del congreso nacional.

Refugiados en el Congreso Nacional

En la profunda ingenuidad prevaleciente de aquel entonces, se creyó que desde el Poder Legislativo, se podría ejercer alguna fuerza que hiciera contrapeso, y que diera un poco de ventaja a los intereses del partido emergente. Diferente se manifestó el escenario cuando LIBRE, por medio de vituperaciones y escándalos en el Congreso Nacional se enfrentó a una fuerza dominante, un  partido fuertemente organizado como el Partido Nacional, respaldado en todo momento por el golpeado Partido Liberal y algunos partidos pequeños. 

La gestión del ex presidente Porfirio Lobo Sosa dio como inicio un proyecto político que evidenciaba la lucha por la preservación del statu Quo ganado a partir de los comicios olvidados de 2009, cuando la balanza se inclinó a favor de un grupo político acomodado dentro de la estructura estatal. El Partido Nacional inicio su victoria con la campaña de limpieza de imagen ante el mundo. La gestión del presidente Lobo se consolidó como un plan de gobierno enfocado principalmente en la #reconciliación nacional” e internacional, un proyecto de gestión de transición y de silencio legalmente reconocido por el Pacto de Cartagena de Indias, que arrojaría poco tiempo después al verdadero gestor del mayor proyecto político sin precedentes.

“Vida Mejor”

La instauración de un modelo socioeconómico arduamente modificado bajo la consigna de “Vida Mejor”, introdujo la descarada privatización de los servicios públicos, reducción de presupuesto en educación, aumento de la militarización en aras de la seguridad y la centralización de los poderes que forman el aparato estatal.  El gobierno de la vida mejor se construyó bajo la promesa de una transformación radical en la imagen superficial del país, dejando como trasfondo una dictadura respaldada por la ilusión de democracia y participación ciudadana.

Con el gobierno de la “vida mejor”, se reitera nuevamente la estrecha relación, la alianza político-militar-sector privado que planificó y apoyó el golpe de Estado, y que respalda, en defensa de sus propios intereses, el rápido proceso de reforma que experimenta actualmente el país. El proyecto inició con el fuerte énfasis en favor de la defensa, de la seguridad nacional,  la lucha contra el narcotráfico y la corrupción; comenzó el desfile de grandes figuras ligadas a la droga y el lavado de activos, entre ellos el sonado caso de la familia Rosenthal y Fabio Lobo (hijo del ex mandatario Porfirio Lobo Sosa), quienes involucrados en uno de los incontables escándalos debaten aun hoy su presunta inocencia ante las acusaciones del gobierno de Honduras a los Estados Unidos.

La lucha contra la corrupción

La lucha contra el narcotráfico y demás ofrece al gobierno actual las garantías de que su proyecto político no será intervenido de ninguna manera. Las estrategias utilizadas incluyen delatar a los incontables involucrados que conforman la enorme red de corrupción que flagela y mantiene en un constante temor a la ciudadanía, pero manteniendo el crimen organizado infiltrado en las instituciones del Estado. El proyecto surge a través de la crisis social sobrevenida con el golpe de Estado. Se planeaba arrasar con la delincuencia común y la especial en un corto tiempo; dicha estrategia sobrevino como una justificante más para fortalecer el presupuesto en seguridad, reduciendo de esa forma los fondos destinados a otros aspectos fundamentales en cualquier nación: salud y educación.

La legitimación de la Policía Militar “PM” junto con la depuración policial constituyen el escenario previo para la creación de un régimen autoritario, que de a poco fue cercenando, mediante estrategias irregulares, cualquier tipo de movimiento reaccionario que se opusiera a su proyecto de reforma. Las crisis en educación y salud no se hicieron esperar, uno de los mayores escándalos del gobierno pasado fue el silencio casi sepulcral ante uno de los mayores acontecimientos de corrupción perpetrados en el país, el robo de más de siete mil millones de lempiras del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), fue un duro golpe que trajo consigo no solo las muertes de los afectados, la indignación fugaz de la ciudadanía sino también el escenario propicio para dar continuidad a la privatización de los órganos del Estado y a la absolución impúdica de cargos para los implicados en el escándalo.

La restructuración del Estado

El sector de salud, representado por el Hospital Escuela Universitario (HEU) es entregado a manos de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH),  la cual comienza con un proceso de semiprivatización que se evidencia por la introducción de sistemas de facturación, cobros, aumento en las tarifas por los servicios, entrega de medicamentos controlados por empresas farmacéuticas privadas, seguridad privada, cierre de citas entre otros. El sistema de salud entra en un estado de aparente estabilidad arrastrando tras de sí, las nuevas reformas que dificultan aún más su acceso tan necesario en el país.  

La crisis de educación por otra parte se evidencia con la inminente desarticulación de los sindicatos quienes en otros tiempos, tuvieron una poderosa participación dentro del curso histórico del país. La desarticulación de los sindicatos trajo consigo enormes cambios dentro de los cuales figura una evidente pérdida de fuerza dentro del sector del magisterio.  Con el sector magisterial inmovilizado se introdujo una reforma curricular que agilizaría los procesos de producción de profesionales para el país, con la tecnificación de la educación y la introducción de varias recuperaciones,  el índice de reprobación se reduciría promoviendo de esta forma una mejora estadística en el sector educativo. Sustituyendo calidad por cantidad, el gobierno liderado por el partido hegemónico da continuidad con su plan de gobierno.

El clientelismo

El proyecto político impulsado por el Partido Nacional se preocupa enormemente por la creación de una imagen más afable de Honduras, lo cual no es cosa barata: la “Marca país”, el fomento del ejercicio “Honduras Actívate” , la creación de parques de recreación en puntos estratégicos de la capital, la bolsa solidaria, construcción de cárceles de máxima seguridad, la preocupación medioambiental por medio de la promoción del uso de los Eco Fogones, etc. El trabajo para mejorar las cifras estadísticas ponen en evidencia los grandes esfuerzos del gobierno por hacer que el proceso de reforma orientado a que los mayores intereses sean situados a un nuevo sector de la clase burguesa, sea más digeribles por el populacho y la comunidad internacional,  y se dé continuidad con la desviación de enormes presupuestos para campañas políticas en el futuro.  La suma, el aumento y recolección de impuestos, el saqueo de las instituciones del estado, fue la garante para sostener la asociación con los poderes del estado centralizado; las resoluciones arrojadas por la corte suprema y el tribunal electoral apuntan con la continuación del mandato del actual presidente del país.

El silencio del Partido Nacional versus la contienda interna de la oposición.

Las elecciones en Honduras representan puntos cruciales para entender el escenario político. Los resultados obtenidos en las recientes elecciones primarias llevadas a cabo el 11 de marzo del presente año, arrojaron como resultado una ya conocida y considerable ventaja del partido oficialista versus los partidos de oposición. Dicha situación, ha generado una polémica mayor de la esperada. Esto se debe a que en la actualidad los sectores que integran la denominada “oposición” están compuestos por mayoría de militantes de diversos partidos. El conflicto interno de la oposición da inicio cuando se plantea la posibilidad de una alianza de partidos. Esta posibilidad  es tomada en cuenta debido a que en el caso del Partido Anticorrupcion (PAC) y LIBRE son la segunda y tercera fuerza más grande después del Partido Nacional; la disolución del bipartidismo trajo consigo la fragmentación en partidos moleculares de menor envergadura pero que unidos constituyen una fuerza política más grande que la del oficialismo.

Diversas son las penurias que han de atravesar para consolidar una oposición, entre ellas los conflictos y las incesantes tácticas divisionistas que emanan de diversas direcciones, muchas veces sin rostro. Los eternos debates convertidos en tertulias, evidencian un  severo conflicto ideológico que se manifiesta cuando los dos partidos más grandes tratan de conciliarse en la búsqueda de un bien común. Todo apunta a que se ha tratado de obviar dichas diferencias, hasta una vez transcurridas las elecciones venideras en el mes de noviembre.  En el caso de PAC y LIBRE, al ser dos partidos grandes, conformados con bases ideologías diferentes, se enfrentan entre sí tras tener una visión completamente desemejante del gobierno. El partido PAC encabezado por el ingeniero Salvador Nasralla sostiene una postura neoliberal semiconservadora, sobre la cual descansa como base, su propuesta política de gobierno y que, en comparación a la propuesta del oficialismo, resulta ser un tanto similar en el aspecto de la lucha contra la corrupción.

La idea basada en que el modelo socioeconómico neoliberal tiene esperanza de progreso mediante una limpieza de los aparatos de gobierno, ha sido una de las principales razones por la cuales personas que no se encontraban involucradas en la actividad política del país, tomaron la decisión de incorporarse al partido al encontrarse identificados con las propuestas de campaña del Ingeniero Nasralla. Por su parte, el ala radical ya desvinculada del partido liberal, el partido LIBRE, defiende aun el modelo del “socialismo del siglo XXI”, que es herencia directa de las relaciones establecidas con los países de sur América, rarificadas y se distorsionadas por diversas razones.

El choque ideológico entre los partidos ha traído consigo fuertes enfrentamientos entre los cuales surge un nuevo detractor y opositor: militantes del Partido Liberal que en rebeldía se oponen a la dirigencia de su partido y abogan por la posibilidad de una integración a la oposición. Pero esta última resolución tomada por algunos simpatizantes también resultó contradictoria. Esta situación no solo ha traído consigo fuertes enfrentamientos sino que también una pugna sobre el candidato que enarbolará la bandera de la oposición. Los integrantes, desertores del Partido Liberal, abogaron por tener a su propio líder como candidato para la oposición. Una nueva figura se añade entonces con intenciones dudosas producto de la pugna: el candidato Luis Zelaya, quien tras rápidas maniobras, se posiciona como una fuerza política que trae aires de la resurrección y polémica al golpeado Partido Liberal. Esta figura no solo proponía encabezar la oposición sino también propone un retroceso, cuando se plantea la idea de una reconciliación entre el partido y los desertores que también integran al Partido LIBRE.

Todos los enfrentamientos entre partidos de oposición dejan una clara evidencia de lo que es una lucha de poder. Con la separación de un sector del Partido Liberal, militantes rebeldes que inician un nuevo encauce político, modifican la lectura del panorama nacional, la cual parece ser otra. Y es que es imposible obviar el hecho de que la alianza de oposición se figura, no como la “mejor” opción de revertir todos los desastres acaecidos tras el golpe de Estado y la victoria del partido nacional; la alianza de oposición se figura entonces como la “única y ultima” opción para revertir el daño, aun cuando se evidencien las falencias por medio de una propuesta de plan de gobierno que roza con el ideal romántico más que con el consenso entre las partes. Tal vez esta sea una forma de callar las enormes dificultades que se viven dentro de la oposición, la fragilidad de una alianza que debe ser mantenida hasta llegadas las elecciones del mes de noviembre.

Por su parte, el Partido Nacional, ha mostrado seguridad y firmeza meses antes de celebrarse el proceso electoral, este, incluso ha reducido enormemente su participación en los incontables escándalos de la vida política de Honduras. El Partido Nacional  ha decidido cerrar filas manteniendo su postura reeleccionista de forma discreta. La campaña se mantiene previo a las elecciones, la estructura interna del partido demuestra que existe una solidez y un profundo hermetismo de las tensiones internas, haciendo que incluso los integrantes del movimiento Monarca, quienes favorecían la reelección del ex presidente Rafael Leonardo Callejas, unan sus fuerzas en favor del contendiente más fuerte: el actual presidente Juan Orlando Hernández. Aun cuando el Partido Nacional recientemente ha estado involucrado en escándalos como la aparición de personas fallecidas que continúan siendo votantes activos, el Partido Nacional ha dado pocas declaraciones y ha cuestionado las labores del Tribunal Supremo Electoral (TSE); concentrándose en el objetivo, han tomado la decisión de fortalecer el partido internamente continuando con las actividades tales como alianzas, propaganda, grandes concentraciones al interior del país y demás eventos.

¿Por qué es tan importante la Alianza de Oposición?

El surgimiento de nuevas fuerzas que se oponen al tradicionalismo partidario supone una nueva clase política emergente, que surge con ansias de derrocar a la clase política tradicional y al sector privado que se ha beneficiado de la corrupción. Esta nueva clase política prorrumpe por una parte, de la sociedad civil profesional conformada por la clase media, intelectuales que desempeñan labores especializadas como médicos, abogados, ingenieros, maestros entre otros, todos ellos provenientes de una porción social que poca injerencia política había tenido en un pasado.  

Por otra parte se encuentran los sindicalistas, grupos étnicos, militantes de organizaciones para la defensa de los derechos humanos, culturales y la preservación ambiental por mencionar algunos quienes ya contaban con una activa  participación política de incluso décadas. La alianza de oposición tan diversa como se muestra, se afronta entonces cara a acara con el oficialismo y amenaza con derrocar el statu quo mantenido durante años en un reducido sector de la sociedad. Es logico que ante este nuevo acontecimiento y las promesas venideras la alianza de oposición se trasforme en lo que vulgarmente se denomina como “La Gallina de los Huevos de Oro”; no es casual que muchos intereses dentro de la oposición y fuera de ella entren en juego, el poder gubernamental quedaría en manos del sector victorioso generando que muchas de las pretensiones disfrazadas hoy, se oculten con un disfraz de buenas intenciones bajo el ambiente electoral y se discurran durante el paso acelerado del tiempo que conduce a los próximos comicios. Los resultados obtenidos en las próximas elecciones serán de un carácter decisivo debido a que de las posibles coyunturas que surjan de los resultados transformarían el futuro del país:

1) la victoria del Partido Nacional y la presunta intención reeleccionista: no solo consolidará de forma legal amparada por el TSE la continuación del proyecto político que plantea un cambio radical en el país, sino que también consolida la instauración de una nueva dictadura igual o peor que la del presidente Carias Andino en tiempos pasados. Dicha dictadura por tener un carácter más elaborado, conserva tintes conservadores que coinciden con la tendencia actual de la prevalencia del modelo neoliberal. Dicho lo anterior, se encuentra bajo el favor o la aceptación de organismos internacionales que se muestran casi indiferentes a no ser por los vagos cuestionamientos acerca de las intenciones reeleccionistas del presidente Hernández. 2) la presunta victoria de la alianza de oposición: la obtención de la victoria de la alianza agregaría un nuevo panorama en la realidad nacional, no solo porque rompe con las pretensiones de dar continuidad con la instauración de una dictadura legalmente reconocida, sino porque también  supone en cambio de la dirección y el poder que surge dentro del aparato estatal de Honduras. Ello implica no solo reformas y borrones a las anteriores resoluciones hechas por el gobierno de turno, no sin la resistencia de los posibles derrotados, sino que también supone la desaparición de los órganos creados para la protección de la posible dictadura.

El ascenso de una casta política nueva integrada por sindicalistas, profesionales y defensores de los derechos, por mencionar algunos, involucra también el desplazamiento de políticos acomodados durante décadas en el ejercicio político y que integran los diversos órganos del estado, devengando enormes salarios, haciendo de la política un oficio lucrativo que agiliza gestiones y favorece intereses a cambio de la permanencia en los puestos. No se pretende con lo anterior evidenciar las intenciones que conforman la oposición, ya que estas pueden ser muy diversas en si dada su naturaleza.

Dicho lo anterior el panorama político vislumbra dos opciones en las cuales la segunda parece ser la más adecuada, pero eso implicaría cercenar la posibilidad de que con la asunción al poder por parte de la alianza de oposición se arrastren viejos problemas y surjan nuevos entre los cuales, la pugna ideológica aparezca con más fuerza para ralentizar los procesos de reforma y que sea la que propicie nuevos enfrentamientos que acarreen la desintegración del partido y una nueva ofensiva por parte del ala ultraconservadora.

Con el gane de la alianza de oposición surgiría una nueva lucha de poder entre las partes que componen a la alianza, el caos, debido a la falta de organización, evidencia que en Honduras difícilmente se podría gestar un ambiente donde se pueda producir un genuino cambio social sin afectar a algún sector de la población, con lo cual sería también vano apelar a la prudencia de las autoridades electas. Las grandes discordancias  que atañen a la alianza no deberían ser obviadas ni evadidas en ningún sentido, sobre todo por la necesidad de estar alerta ante nuevas formas de corrupción que se pudieran germinar dentro del gobierno que obtenga la victoria. Por su parte, el apresurado plan de gobierno (bastante cuestionable), difícilmente podría ser llevado a cabo sin la oposición del sector privado.  Es probable que dichos conflictos sirvan una vez más para alargar la agonía de la población quien expectante espera alguna desesperada solución para salir de la profunda crisis en la que se encuentra sumergido el país. Tal parece que el anhelo desesperado coloca en foco una vez más, en concordancia con la tradición, a los procesos de elección como solución a los problemas.  Es en este punto, en donde la crisis pierde su carácter humano y se convierte un problema burocrático y de hambre de poder.

La crisis universitaria: el juego de fuerzas decisivo para el futuro del país.

La realidad se compone por un entretejido que comprende todos los aspectos de la vida, por tal razón es imposible obviar el hecho de que la crisis universitaria involucra a todo el país. No se puede desconocer la premisa fundamental del discurso que manejan estudiantes y autoridades: “la educación es necesaria para el desarrollo de una nación”. Pero para que esta prevalezca las condiciones deben ser apropiadas para garantizar la misma.

La causa defendida por el MEU ha logrado tocar mediáticamente a todo el país y ha sido fuertemente apoyada en la defensa del derecho a la educación y a la no exclusión del pueblo Hondureño. Por su parte, las autoridades se han mostrado renuentes ante la tentativa de ceder ante las demandas exigidas por los estudiantes, contrario a eso, lo único que ha aumentado hasta el momento es el abuso de autoridad y las reprimendas en contra de los manifestantes. El panorama de la universidad se ha convertido en un “estira y encoje” que pone a prueba la ley de la elasticidad; una demostración de fuerzas que ha agudizado aún más la crisis, llevando al extremo a los huelguistas y la puesta en juego de la vida de los estudiantes que se encuentran hace varias semanas en huelga de hambre.

Una de las maniobras un tanto cuestionadas del MEU, ha sido la adopción de posturas reformistas manifestadas por medio de un anteproyecto de ley en el cual se solicita a intervención del congreso nacional y la instalación de una junta que permita conformar un gobierno de transición para la elección de las nuevas autoridades que integrarán el consejo universitario. La táctica casi desesperada del MEU ha traído severas consecuencias, entre ellas, el mostrar indicios de debilidad al recurrir al congreso nacional y solicitar su auxilio ante la incapacidad de solventar la crisis; mas allá de generar inestabilidad en el proceder de las autoridades, el MEU ha cometido un error que puede costar la lucha. 

Las soluciones expuestas hasta el momento no han sido favorecedoras debido a que en las últimas declaraciones, el Congreso Nacional aseguró que el tema de la crisis universitaria sería tocado hasta después de las elecciones generales. Las anteriores aseveraciones vienen a ser un duro golpe para la lucha estudiantil quienes armados únicamente de voluntad se mantienen aún con fuerza para continuar con la toma de los edificios en ciudad universitaria y algunos centros regionales. Son muchos los intereses involucrados dentro de esta lucha que ha perdido su objetivo inicial; día a día se devela que la complejidad de la problemática va más allá de una simple reforma a las normas académicas.

Las crisis universitaria ha alcanzado un punto de friccion entre el avance y el retroceso, situacion que deja en una seria desventaja al sector estudiantil. Parece que el conflicto, se ha vuelto mas una lucha por el control que por la implementación de una verdadera reforma, la indiferencia por parte de las autoridades que se encuentran en el congreso nacional evidencia también la friccion y las consecuencias que implicaría el intervenir la institución. Esto debido a que la lucha por el control de la universidad también funge como parte del proyecto político nacional, es decir la privatización de las instituciones estatales. La intervención de la universidad traería como consecuencia un duro golpe para el actual gobierno debido a que evidenciaría una debilidad estructural y que las resoluciones impositivas, los constantes atropellos pueden ser revertidos por medio de la protesta y la rebeldía de la ciudadana, lo cual, en ningún sentido es conveniente. El movimiento estudiantil se ha convertido en un referente nacional e internacional que surge como una débil luz en la lucha por la dignidad humana versus un sistema complejo que convierte la educación en una fábrica de profesionales para integrarse al sistema de explotación capitalista.

Por su parte, la elección de las nuevas autoridades universitarias involucra profundos intereses que se extienden mas allá de los muros que comprenden la universidad, la elección de las autoridades no solo implica criterios académicos sino también intereses por  encontrar sujetos que puedan continuar con la línea que es ya una tendencia general, esta anterior exposición puede explicar un poco mas la negativa por parte del congreso nacional de tratar de solventar la crisis universitaria de forma directa e inmediata. Las elecciones generales arrojaran resultados que sirvan para posicionar un nuevo juego estratégico ante la posibilidad de la victoria de la alianza de oposición, por esa razón es más factible contar con lo que es seguro, antes de tomar decisiones apresuradas en relación a la crisis y el presupuesto asignado a la institución. La elección de las nuevas autoridades no es un juego que puede tomarse a la ligera, se trata de relaciones de poder para mantener el control del país, para ello es sumamente fundamental evitar perderlo en una de las instituciones secuestradas.

Pero la indiferencia de las autoridades del gobierno de la república por solventar la problemática es una táctica de guerra arriesgada. Dejando de lado la crisis universitaria se plantean dos posibilidades: 1) apelar al agotamiento y escasez de recursos de los huelguistas  2) debilitar a los mismos para recurrir a una militarización para recuperar la universidad, la cual es una pieza fundamental dentro de los procesos electorales debido a que la institución educativa facilita sus instalaciones y proporciona a los custodios electorales para la celebración de los comicios. Es por esta razón que las medidas represivas empleadas por la universidad a través de la agudización de las sanciones para los huelguistas han sido bien recibidas, resulta de mayor conveniencia recurrir a la fuerza que iniciar procesos largos y tediosos de negociación. Todos estos factores implicados, no dejan bien parados a los estudiantes que se encuentran en la lucha y pareciera que de a poco, con el recurso de la fuerza, las autoridades tanto universitarias como de gobierno cumplen con el objetivo de aplastar al movimiento. Es en este punto donde es necesario entrar en un estado de alerta ya que en el juego de fuerzas, es posible que los estudiantes salgan poco librados del asunto.

¿Qué hacer?

El panorama nacional se encuentra plagado de tensiones por doquier, diversos actores colocados en diferentes puntos convergen para crear ambientes de inestabilidad y de incertidumbre. Uno de los grandes errores que se ha visto reflejado como antecedente histórico en más de una ocasión, es el de recurrir al sistema burocrático para dar solución de los conflictos. El actual modelo por característica general ha confirmado en constantes ocasiones encontrarse completamente viciado e incapacitado para solventar los incontables  apuros que se exhiben en el diario vivir, es por esta razón que las respuestas que se obtengan del aparato estatal, nunca serán las adecuadas ni mucho menos se ajuste a las colosales necesidades del país.

De las anteriores líneas surgen preguntas fundamentales: ¿es en verdad la alianza de oposición la única, la verdadera y la mejor opción para inclinar la balanza en favor del pueblo? En este caso ¿puede la alianza enfrentarse y confiar con un sistema electoral fallido para obtener la victoria? Por otro lado ¿puede la lucha estudiantil confiar para solventar su problemática en uno de los poderes que contiene una mayoría de congresistas alineados con el actual partido de gobierno? ¿Cuál es el papel de la ciudadanía en todo esto?

Es en este punto crucial donde se plantea la pregunta fundamental: ¿Qué hacer? El contexto social apunta a que para poder superar los constantes apuros que se manifiestan, el recurrir a soluciones ya utilizadas sin respuestas favorables, es decir, la confianza de colocar en manos de la justicia estatal las crisis de los diversos sectores conduzca a alargar  la agonía del pueblo Hondureño unas cuantas décadas más.  No es posible apelar a un sistema corrupto y esperar respuestas diferentes a su propia naturaleza. La inminente caída del MEU uno de los movimientos más progresivos en el país, puede depender de las acciones venideras y como se maneje el recurso de las tomas. Por esta razón, la dirigencia del MEU, es decir la cúpula debe adquirir con verdadera seriedad una carga moral que incluya la premisa de las vidas de los estudiantes en huelga de hambre y el futuro de la educación del país que está en juego. No basta representar una vanguardia que dio la señal de alerta e inició la lucha, se necesita mucho más. La dirigencia del MEU, debe  abandonar intereses individualistas que van desde candidaturas hasta el fomento de burocracias inservibles en nada contribuyen con el avance de la disputa. El adoptar conductas más beligerantes, ofensivas más inteligentes y menos radicalizadas, el enfocarse verdaderamente hacia un solo fin podría conducir a un nuevo panorama que provea un respiro para el movimiento, que permita adoptar y encontrar soluciones para ganar la batalla en la lucha por el derecho a la educación; el recurso de la toma de los edificios tiene que mezclarse con un repliegue organizado de las fuerzas para poder encontrar nuevas tácticas para ejercer presión.

La crisis en Honduras debe ser afrontada con creatividad y con un verdadero compromiso ciudadano por encontrar soluciones que no sean inmediatas ni mucho menos acomodadas. Uno de los mayores errores que se ha convertido en una tendencia generalizada es la enorme indiferencia y la predisposición de tomar los problemas de la realidad social como situaciones aisladas; la desidia social es la que prácticamente ha contribuido con el secuestro del país por mafias que van desde el gobierno, la empresa privada y que terminan en los barrios y colonias de las distintas ciudades del país. Pareciera que con ello, lo que nos espera son más años de sufrimiento sino se adoptan una nuevas actitudes ante el mundo. Así mismo, la inocencia de, que la alianza de oposición es  la solución que sirva para inclinar la balanza en favor de los desprotegidos es una pretensión muy descabellada, se trata de una solución pasiva; sino se incluye la participación ciudadana, la organización superficial e incluso la victoria de la oposición no es una garante de eliminar toda la red de corrupción que se encuentra imbuida en los diferentes aparatos estatales. El ascenso de una nueva casta política no garantiza un verdadero cambio para la sociedad, la independencia de Honduras en tiempos pasados solo inquirió en una permuta de dueño pero no en una verdadera transformación en beneficio de los más desprotegidos. Por dicho motivo, es imperativo un cambio de paradigma, la ciudadanía debe ejercer presión y organizarse para poder contribuir a solventar los enormes vacíos ideológicos y estratégicos que podrían entorpecer una posible ventaja en favor del pueblo por medio de la alianza, lo cual dicho lo anterior, es muy dudable. Debido a la fragilidad y apresuramiento con la que fue construida, es probable que una posible victoria sea opacada por la desorganización y los conflictos internos. Son muchos los intereses que se juegan para las clases dominantes del país, no es fácil subyugar al “establishment”, por esa razón,  no sería causa de sorpresa esperar nuevas formas de sabotaje; el control del estado no será cedido fácilmente.

La lucha por los recursos es una batalla campal que se libra en todos lados del mundo por esa razón la acción política no debe reducirse para la ciudadanía a la pequeña esfera del ejercicio del sufragio. Las revoluciones que se hacen para el pueblo deben ser hechas y sostenidas por el mismo.  Es necesario buscar nuevas soluciones.  Es de suma fomentar una nueva organización social. Por esa razón el interés de este escrito, es mostrar al lector la difícil situación de creer que las soluciones a la miseria de Honduras se encuentran donde siempre se han buscado. Es necesario entrar en un estado de alerta, fomentar una nueva ética ciudadana que incluya la solidaridad como premisa fundamental. Es necesario no continuar con procesos reformistas que solo tapen de forma superficial el abismo profundo en el que se encuentra el país, las soluciones deben de agudizarse si se desean respuestas a corto, mediano y largo plazo. En tanto, si el contexto social no es propicio, Honduras continuará aun sumergida en su propia miseria.

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