Por Sebastián Ernesto González

La movilización del 1° de mayo pasó sin pena ni gloria, un día del año más en el que se olvidó la enseñanza de la huelga de 1954. Cada dirigencia sindical hace presencia con su manta y grupos de afiliados para al terminar la movilización ir a celebrar. No existe una planificación real por el sindicalismo que tenga como objetivo movilizar a los afiliados como un preámbulo a una lucha mayor: la defensa del trabajo.

Movilización espontanea

La movilización se caracterizó por la ausencia de propaganda política, o de líderes políticos con sus seguidores. Probablemente para evitar la estigmatización de la prensa burguesa, que inmediatamente acusan al Partido Libre de copar estas movilizaciones.

Las Centrales Obreras se pusieron de acuerdo en publicar un discurso único, pero esto no impidió que el ex Presidente Manuel Zelaya arengara a los trabajadores en la Plaza Morazán, lugar donde terminaba la movilización.

La arremetida neoliberal del régimen post golpe y los planes de miseria impuestos por Juan Orlando Hernández, no han sido suficientes para estremecer la conciencia de la clase trabajadora y su dirigencia sindical, a pesar de que ya se perdieron muchas conquistas y se amenaza con eliminar los contratos colectivos.

Ningún contrato colectivo se ha firmado desde hace 7 años; es evidente que con el golpe de Estado del 2009, quien ha pagado muy caro las consecuencias ha sido la clase trabajadora. Fueron golpeando por partes y muy letales, sin importar si violentaban la ley al reprimir a los sectores de vanguardia que se levantaban en lucha.

El ejemplo más claro es la derrota sufrida por el magisterio. Al derrotar al gran gigante y referente de la lucha de los últimos 30 años, el régimen daba el gran paso para su ofensiva inhumana con los trabajadores, todos los demás sindicatos fueron cayendo como baraja de naipes.

Actualmente los sectores laborales ya no tienen como prioridad las mejoras de sus condiciones de trabajo o la pelea por un salario digno. Todo se ha reducido a agachar la cabeza para poder mantener el trabajo. Los ejemplos de despidos masivos son diversos y las formas en que el Estado lo impone es sin ninguna consideración.

La doble cara de los Secretarios Generales

Es así como el globo sonda para abolir la firma de los contratos colectivos se escucha en los medios periodísticos. En el diario La Tribuna (02/0572016) “Los secretarios generales de las tres centrales obreras del país, coincidieron ayer que con los despidos masivos, el cambio de nombre de las instituciones y la abolición de los sindicatos, cada vez más está en precario el contrato colectivo de los trabajadores”.

Juan Barahona (secretario de la FUTH): “Estamos perdiendo todas las conquistas que se lograron con la huelga de 1954, como el derecho a la organización, a la contratación y a la estabilidad laboral, pero con estos gobiernos neoliberales nos están quitando hasta los contratos colectivos”. Hilario Espinoza (secretario de la CTH): “La violación de los derechos laborales por parte del gobierno está por todos lados con los despidos masivos, con cambios de nombre a las instituciones y no se negocia ni se platica con las organizaciones sindicales y eso es un abuso que nos preocupa”. Daniel Durón (secretario de la CGT): “La situación de la crisis actual es compleja, hay que tratar de defenderse para sobrevivir porque hay un avasallamiento y laceraciones y si no se le da seguimiento a esta situación dictatorial vamos a tener graves problemas todos los de la clase asalariada”.

Defender los contratos colectivos

Pero estos mismos dirigentes son los que han firmado con el régimen los aumentos miserables al salario mínimo y traicionaron la lucha, como el caso de Daniel Durón, que traicionó la huelga del magisterio en agosto del 2010.

La defensa de los contratos colectivos es una realidad que será exclusiva solamente de los propios trabajadores, a quienes corresponde organizarse y propiciar las condiciones correctas para la permanencia de los mismos. La amenaza de eliminar los contratos colectivos será real si los trabajadores no asumen el compromiso de levantarse en lucha.

Hasta ahora el régimen Juaorlandista no ha tocado los contratos colectivos, pero sin duda alguna que lo hará si no encuentra oposición, a pesar de que no se han firmado la vigencia de estos contratos, aún siguen ahí, esperando a ser defendidos por los trabajadores o abolidos por el régimen.

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