Por Maximiliano Fuentes

Los partidos tradicionales han iniciado sus campañas proselitistas. Las corrientes internas de estos partidos han empezado a invertir grandes sumas de dinero con la intención de obtener el asentimiento político de la población hondureña. Evidentemente,  son los recursos del Estado los que son utilizados con estos fines.  Los mismos candidatos de la burguesía hondureña han empezado a cuestionar el uso desmedido de estos recursos. Para el caso, Mauricio Villeda, candidato a la presidencia por el partido liberal de Honduras, y ex funcionario del gobierno espurio de Roberto Michelleti Bain, cuestionó la actitud del Presidente del Congreso Nacional y aspirante a la presidencia Juan Orlando Hernández.

“El precandidato Liberal, Mauricio Villeda, pidió este martes en el occidente de Honduras, que el presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández, deje de hacer campaña política con fondos del Estado. (..)El líder liberal criticó la forma de actuar del titular del Legislativo. No concibo que el presidente del Congreso haga proselitismo desde la presidencia de ese poder del Estado. Le pido que renuncie a ser diputado y a la presidencia del Congreso”. Añadió que “no entiendo que gaste tiempo por el cual recibe un salario para hacer proselitismo político y tampoco que utilice recursos del Estado para su campaña”. (http://www.proceso.hn/2012/03/14/)

Resulta irrisorio que los programas de desarrollo social del Congreso Nacional y de la Alcaldía Municipal del Distrito Central, y otras instituciones del Estado, como  la Secretaría de Obras Públicas y Transporte (SOTRAVI), en el momento que estuvo al frente Miguel Rodrigo Pastor como Ministro  (por cierto candidato por la presidencia de la república del partido nacional de Honduras) sean utilizados como parte de la campaña política.  Ha sido tan grande el impacto del gasto público para el financiamiento de las campañas políticas de los candidatos del partido nacional, que se ha desatendido una serie de proyectos desarrollo social. 

Esta actitud de los partidos tradicionales no solo es inmoral, sino también violatoria de ley, dado que según lo dispuesto por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ninguna organización política podrá hacer proselitismo, para ello  “la ley establece que las elecciones primarias e internas de los partidos políticos serán convocadas el 17 de mayo y esa fecha empiezan a correr los tiempos para los períodos de campaña y propaganda electoral. Las elecciones primarias serán el último domingo de noviembre; hasta 50 días antes de dichos comicios, los aspirantes a cargos de elección popular pueden hacer campaña abierta y pautar propaganda en la radio y la televisión. Pese a lo que dice la ley, el presidente del Congreso Nacional ha hecho unas siete concentraciones políticas en diferentes partes del país para anunciar su lanzamiento por la candidatura del Partido Nacional.” (La Prensa, 13/04/12)

El papel de los partidos emergentes

Los partidos  políticos recién inscritos por el TSE no se han quedado atrás, claro, su labor proselitista se ve reducida ante la gran maquinaria publicitaria de los partidos tradicionales. No obstante, cada partido desde su propio nicho ha iniciado con sus propias campañas. Así, vemos el candidato del Partido Anti Corrupción (PAC), el presentador de televisión Salvador Nasrralla quien aprovecha los espacios televisivos que conduce para hacer campaña y propaganda de su programa político.

Este partido se muestra como una organización política de oposición, sobre todo al realizar una crítica a la mala gestión y administración del Estado, no obstante, no presenta alternativas medulares, ya que su propuesta se puntualiza en la realización de una mejor gestión del Estado, sin modificar el antidemocrático y semicolonial modelo político y económico. Por otro lado, esta organización emergente no representa ningún sector social de amplias mayorías, parecido con al partido del general golpista Romeo Vásquez Velásquez. Me refiero al partido Alianza Patriótica Hondureña, por lo que a nuestro juicio su inscripción se debe a una hábil maniobra del régimen para restarle votos a las otras alternativas políticas y de esa manera fortalecer el sistema político acentuado en el bipartidismo político.

 Llama la atención el partido Libertad y Refundación (LIBRE) que surgió de la desnaturalización del FNRP como organismo de lucha.  Decimos lo anterior, porque a pesar de contar con una amplia base social entre los sindicatos, gremios y organizaciones populares, esta organización no se muestra como una alternativa política real para desbaratar el Estado burgués y las marcadas diferencias de la sociedad hondureña. Lejos de cuestionar a través de procesos de movilización social las injusticias sociales, el partido de Zelaya se presenta como una vía de oxigenación del corroído régimen político, ya que la lucha por la toma del poder no se realiza con los métodos de la clase obrera, sino que a través de los mecanismos de la institucionalidad burguesa en condiciones desfavorables de participación democrática.

El nuevo partido no cuestiona lo antidemocrático de la Ley electoral, la necesidad de su reforma y la instauración de un sistema político democrático y participativo,  al contrario, participa y legitima la institucionalidad del régimen.  Una vez que el Estado a través del TSE reconoció la nueva organización, el Ex Presidente Zelaya manifestó su agradecimiento a los magistrados que le habían concedido  la inscripción.

 

Gracias por ese reconocimiento que le están dando al pueblo”, le dijo Zelaya a los magistrados del TSE. Luego comentó que con la inscripción se reconoce “el esfuerzo del pueblo que se constituyó primero en resistencia contra el golpe de Estado y después en resistencia popular y  hoy el Gobierno reconoce a una población que aspira a tener paz y derecho”. Esto marca una ruptura con el pasado, expresó Zelaya Rosales, tras añadir que “recuerdo el momento cuando el presidente Lobo (Porfirio); el presidente Hugo Chávez (Venezuela); y el presidente Juan Manuel Santos (Colombia) firmábamos el acuerdo de reconciliación nacional que habla de la Asamblea Nacional Constituyente y de derechos humanos y la inscripción tácita del partido de la Resistencia.” (http://www.radiouno830.com, 14/04/12)

Crisis, marginalidad y miseria vrs propuestas políticas

Con los indicadores más altos en exclusión social, violencia y marginalidad del istmo centroamericano, así como los índices más bajos en desarrollo humano, con una elevada tasa de homicidios, robos, extorsiones, corrupción, crisis en las instituciones del Estado, presencia del narcotráfico en distintas aristas de la vida política y social,  y por si lo anterior fuera poco, una tasa elevada de analfabetismo, un millón de jóvenes que se encuentran desempleados y sin posibilidades de recibir educación, así como el peor servicio sanitario de la región, se evidencia la profunda crisis que experimentamos los hondureños producto de la enorme crisis social generada de las diferencias y contradicciones que engendra el  capitalismo.

Frente este panorama, no evidenciamos propuestas políticas serías por parte de los partidos políticos de la burguesía, al contrario, éstas manifiestan discursos falaces y prometedores que pretenden ilusionar a las masas. Para el caso, en la concentración de la presentación de su candidatura, Juan Orlando Hernández  “…realizó una buena movilización y un buen gasto de dinero, “pero para nada porque su discurso fue vacío, sin propuestas ni contenido”.  (….)  “Yo creo que el presidente del Congreso hizo una buena movilización de nacionalistas, hizo un buen gasto de dinero y contrató todos los canales de televisión, pero de nada sirvió porque su discurso fue vacío, carente de propuestas”.

Por otro lado, nos encontramos con las propuestas de Ricardo Álvarez que recoge como eslogan primero los pobres, situación que resulta paradójica, dado que los últimos gobiernos, donde él ha sido ejercido como funcionario, han incrementado la brecha entre ricos y pobres. Lejos de abogar por la reducción y erradicación  de la pobreza nos manifiesta con su débil y pobre discurso la necesidad de otorgar migajas a las personas más necesitadas, tal es el caso de su política de “techos dignos”.

Lo mismo ocurre con los candidatos del partido liberal, prometen y no cumplen con lo señalado, por tanto, el panorama político se repite y el pueblo no cuenta con una propuesta seria que retome las necesidades más sentidas por los hondureños. Por todo lo anterior, se hace necesario reeditar la experiencia de las candidaturas revolucionarias independientes, estas deben estar acompañadas por un programa de lucha y de defensa de las conquistas sociales y laborales, así como la necesidad de reformar a Honduras a través de una asamblea nacional constituyente.