Por Octavio Gasparico Asabá

Con la convocatoria de la Comisión Nacional Anti Reformas Oligárquicas (CARO), guiada  por el Antropólogo Jorge Murga,  el 20 de noviembre, en el Salón del Paraninfo Universitario, lugar de reuniones históricas; con la asistencia de quince departamentos; más de treinta organizaciones sociales,  incluyendo la decidida participación de los jóvenes y otras personalidades como  Elías Barahona, Miguel Ángel Alvizúrez, Américo Cifuentes, Mario Roberto Morales, entre otros; nació el FARO que será la guía, el norte que orientará y unificará las luchas, como  resultado de un problema nacional,  provocado por el grupo Pro Reforma encabezado por Manuel Ayau, José Luis González Dubón y Juan Carlos Simons, que añoran los tiempos del MLN y enfocan su propuesta de Reformas a la Constitución de la República,  en los derechos individuales como la propiedad y la certeza contractual; dejando fuera de contexto los convenios internacionales y  todos los derechos sociales como la salud, la educación, etc. En otras palabras, quieren apropiarse de todos los recursos naturales, quieren concesionar todos los bienes y  tener el control absoluto del Estado.

En consecuencia, es necesario redoblar  esfuerzos para  consolidar esta instancia denominada Frente Anti Reformas Oligárquicas FARO, y que ahora se integran las organizaciones sociales, personas de las ciudades, pueblos, barrios, aldeas, caseríos, cantones, parajes y comunidades del país, para hacer frente común contra ese monstruo de la oligarquía que no escatima esfuerzos y recursos para conseguir lo que persiguen,  especialmente cuando se trata de asegurarse de no pagar impuestos; dejando como únicas opciones de tributación los impuestos indirectos como el IVA, con lo cual condenan y sacrifican únicamente a los más pobres, los que menos ganamos. Con esos recursos que a la hora de hacer una investigación superficial no resistirían una auditoría, pagaron a gente necesitada de trabajo para que recolectara las firmas necesarias para poder presentar esa iniciativa de ley titulada: “Iniciativa que dispone aprobar reformas a la Constitución Política de la República de Guatemala” con registro No. 4028.

Si recordamos las luchas populares de la década de los setenta y ochenta, cuando las condiciones eran de alto riesgo, pero aglutinaban a los sectores populares. Después de la firma de los Acuerdos de Paz, sin imprecar de los mismos, hemos caído en una especie de letargo, inmovilidad y acomodamiento, que tienen su explicación en el asesinato de dirigentes y líderes consecuentes como resultado de la represión sufrida por nuestro pueblo. En este sentido queremos compartir con nuestros lectores algunas reflexiones extraídas de nuestro himno nacional y acta de independencia, que justifican la continuidad y vigencia de nuestras luchas: “…nuestros padres lucharon un día encendidos en patrio ardimiento…”

No hay peor mentira que este fragmento de nuestro himno nacional. Basta leer las últimas líneas del primer punto del acta de independencia para confirmar lo anterior: “…el señor jefe político la mande publicar para prevenir las  consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Como podemos ver, desde entonces mandan estos señores herederos de los colonizadores y primeros criollos. Y, quien convocó a la sesión del quince de septiembre de 1821 para declarar la independencia, fue el ayuntamiento de Guatemala, representante de los criollos, temerosos de que los sucesos revolucionarios que tenían lugar en México, donde sí hubo lucha, pudieran desembocar en Guatemala en una guerra generalizada hacia las demás provincias. En las primeras líneas del primer punto,  los criollos se adelantaron a expresar que, es el pueblo quien ha manifestado su deseo de independencia y que atendiendo esa voluntad general, piden que se decrete cuanto antes. Pero piden a Gainza que acepte la componenda criollo-peninsular. No cabe duda que fue eso, una componenda entre criollos y peninsulares. No hubo participación del pueblo en la declaración de  independencia. No hay tal independencia. Por lo tanto, la lucha de nuestro pueblo debe continuar con renovado espíritu, ahora para evitar que la oligarquía se consolide con el poder absoluto a través de las reformas que quiere imponer a como dé lugar con los aliados de la derecha en el Congreso.

La lucha no cesa. Desde la invasión europea, con un pequeño respiro en la década de 1944-1954 que la oligarquía terrateniente y los intereses norteamericanos permitieron gobernar a los únicos presidentes democráticos que ha tenido Guatemala: Arévalo y Árbenz, el pueblo se ha mantenido en resistencia, porque desde 1954 nos han gobernado partidos de derecha que no han sido capaces de mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos.

En conclusión, si se llegara el caso de una consulta popular, el pueblo debe oponerse con un rotundo NO.

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