Declaración del PSOCA.

!ALTO A LOS ATAQUES DEL IMPERIALISMO CONTRA SIRIA!

LA ESTRATEGIA DE OBAMA: ATAQUES MILITARES PARA NEGOCIAR Y ESTRANGULAR LA REVOLUCIÓN

Siria, al igual que otros países del Medio Oriente, forman parte de la gran nación árabe, artificialmente dividida por los imperios coloniales en múltiples Estados. A pesar de la fragmentación, todos los países árabes tienen profundos vasos comunicantes, por ello la caída del régimen dictatorial de Mubarak en Egipto y el derrocamiento de Gadafi en Libia, aceleraron la crisis del régimen dinástico en Siria.

 

Siria ha jugado un rol importante en las guerras de Medio Oriente, especialmente en Líbano, pequeño país vecino, creado en 1920 por el colonialismo francés, que originalmente era parte de la gran Siria. La posición geopolítica de Siria (tiene fronteras con Israel, Líbano, Irak, Turquía y Jordania, y se encuentra muy cerca de Irán, la principal potencia regional), y los resabios nacionalistas de la dinastía Assad, han creado periódicamente roces o conflictos con el imperialismo.

1.- Diferentes momentos de la rebelión popular

La rebelión popular en Siria ha pasado por varios momentos. Las manifestaciones pacíficas de protesta del año 2011 fueron brutalmente reprimidas, convirtiéndose rápidamente en insurrección y más adelante en una guerra de guerrillas, que se defiende con las uñas de las incesantes masacres y del genocidio, hasta convertirse en una abierta guerra civil, en una lucha a muerte por el poder político.

El temor al triunfo de la insurrección popular obligó al imperialismo norteamericano y europeo, junto a las burguesías árabes, a buscar salidas negociadas a la guerra civil, aceptando incluso la sobrevivencia del régimen dictatorial, bajo el compromiso de realizar ciertas reformas políticas.

Este profundo temor a la revolución popular contribuyó a la sobrevivencia del régimen y que éste superara parcialmente el aislamiento internacional, alargando la guerra civil y provocando más de 100,000 muertos y tres millones de refugiados en los países vecinos.

Bashar Al Assad aprovecho el impasse del año 2012 y el arribo de la Misión de Observadores de la ONU, para reconquistar el terreno perdido, intensificando la represión contra los civiles. Las masacres en Siria han contado con la complicidad de todas las potencias imperialistas, que hipócritamente derraman lágrimas de cocodrilo por los civiles muertos, pero han hecho muy poco por ayudar a los milicianos. Es más, han permitido deliberadamente que el ejército sirio golpee y debilite la insurrección popular.

Los grupos insurgentes pelean con escaso armamento. Solos los grupos salafistas son apoyados militarmente desde Qatar y Arabia Saudita, dos reaccionarios reinos sunitas que son enemigos mortales de Irán y del régimen de Bachar Al Assad. Tenemos, pues, dentro de la guerra civil siria una refracción del conflicto religioso entre sunitas y chiitas.

2.- Etnias y guerras civiles con banderas religiosas

Siria es un país heterogéneo desde el punto de vista étnico. Aunque el 90% de los 22 millones de sirios son árabes, existen también minorías kurdas, armenias y turcas. En el plano religioso, el 87% de la población es musulmana. El 74% pertenece a la rama suní, mientras que la chií, la alauí (que es una rama del chiismo) y la ismailí, suman el 13% del total. Los cristianos son el 10% y los drusos (una secta de origen islámico) un 3%.

Esta abigarrada composición étnica y religiosa crea una tremenda división dentro del movimiento de masas, que oculta las abismales contradicciones sociales.

Como una herencia del colonialismo francés, desde la independencia de Siria en 1946, la privilegiada minoría alauita domina el país con mano de hierro. El clan de los Assad pertenece a los alauitas, de ahí su profunda identificación con los ayatolas de Irán y con las milicias chiitas de Hezbolah en Líbano. Las minorías drusas y cristianas apoyan al régimen dominado por los alauitas, que alardea de laico.

Siria, Líbano e Irán forman parte de los países de Medio Oriente que tienen fuertes contradicciones con el imperialismo, y que coincidentemente son dominados por el chiismo, corriente minoritaria del Islam. Por ello, la guerra civil en Siria ha adquirido la engañosa forma de un enfrentamiento sectario o religioso, como ocurre en la vecina Irak. Pero las dinámicas son diferentes. En Siria la mayoría sunita se rebela contra la opresión política y social de la minoría alauita y chiita. En Irak la otrora dominante minoría sunita se enfrenta a la mayoría chiita, con el objetivo de recuperar sus privilegios.

Esta confrontación sectaria o fratricida entre chiitas y sunitas es alentada por el imperialismo mundial, como un mecanismo de división y atomización de la nación árabe. Incluso, el régimen de Assad en un afán de ganar adeptos en los países occidentales, enarbola las banderas del laicismo contra el fundamentalismo islámico de los grupos sunitas más radicales. Pero, en realidad, detrás de las diferencias religiosas está la lucha por el poder y el control del aparato del Estado, está la insurrección de las masas contra el aparato del Estado burgués.

3.- Las “khatibas”: organismos de poder popular

Las milicias populares o “khatibas” en Siria han proliferado como mecanismo de autodefensa de los jóvenes, ante la brutal represión desatada por el régimen dictatorial de Bashar Al Assad.

A diferencia del ejército regular de Al Assad, un cuerpo bien armado, bien entrenado y con una férrea disciplina, las “kathibas” son espontáneas, desorganizadas y mal apertrechadas. La única ventaja que tienen en el campo de batalla, es la masividad de sus tropas, pero su dispersión por todo el territorio nacional no permite concentrarlas en batallas semi regulares o regulares. Las “kathibas” han llegado incluso a apoderarse de tanques, producto de las deserciones o del asalto directo, pero ello no les permite enfrentar al ejército regular en batallas de gran envergadura, como se demostró en la retirada rebelde en la ciudad de Alepo, sencillamente porque no podía combatir contra una fuerza militar superior.

Las “kathibas” mantienen el orden en los barrios liberados, evitando los saqueos, manteniendo el control de los precios. La policía y los tribunales han desaparecido en los barrios insurrectos, y las “kathibas” ejercen el rol de tribunales de justicia y de cuidadores del orden público, en medio del caos de los bombardeos y de la guerra civil. Las “kathibas” son organismos embrionarios de doble poder, son el embrión de un nuevo Estado.

El debilitamiento del control dictatorial del gobierno de Assad en los barrios y territorios liberados, ha permitido el surgimiento de comités y de milicias populares, que ejercen funciones de doble poder. Pero este proceso de auto organización no es lineal ni ascendente, está influenciado por las oscilaciones de la guerra civil.

4.- La unificación de la oposición burguesa en Siria

Dentro de la oposición siria se distinguen dos ramas: una política, compuesta por el Consejo Nacional Sirio (CNS) y el Comité Nacional por el Cambio Democrático (CNCD), y otra militar compuesta por dos sectores; el Ejército Libre de Siria (ELS), que es un aparato militar alimentado por las burguesías árabes y el imperialismo, y las milicias populares que han nacido y proliferado con la insurrección.

Después de muchos roces y diferencias, presionados por la Liga Árabe a finales del 2011, la oposición burguesa inició un proceso de unificación bajo la hegemonía del CNS y en estrecha alianza con el ELS.

Con la negativa de dotar armas al bando rebelde inmediatamente después del levantamiento popular en 2011, el imperialismo norteamericano y europeo, con un cínico cálculo político, prolongaron la guerra civil y los sufrimientos del pueblo sirio, obteniendo a la larga la domesticación de la mayor parte de las direcciones que luchan contra Bachar Al Assad. Pero este control político sobre la oposición y la conducción militar del bando rebelde no ha significado un vuelco de apoyo militar del imperialismo a favor de estos, sino que la ayuda militar la siguen manteniendo a cuenta gotas – autorizada en Junio del 2013 por Obama. Este chantaje sigue siendo un arma formidable para arrodillar y subordinar la lucha rebelde a los objetivos estratégicos del imperialismo norteamericano y europeo.

5. Las guerrillas y los grupos fundamentalistas islámicos

El Ejército Libre de Siria (ELS) es la principal guerrilla que tiene su retaguardia de operaciones en el territorio de Turquía. Ante la ausencia de una dirección obrera revolucionaria reconocida por el movimiento de masas, el ESL es la guerrilla que más ha aprovechado la proliferación de milicias populares, encuadrándolas y disciplinándolas dentro de su estructura militar verticalista, pero incluso en este proceso han surgido las naturales contradicciones entre quienes dirigen la lucha militar desde el exterior, y quienes están en las trincheras, dentro de los barrios y territorios liberados. Las milicias se resisten a ser controladas, aquí es donde el condicionamiento de la ayuda militar juega a favor de los planes imperialistas.

También combaten grupos fundamentalistas islámicos como: el Frente

Al Nusra, Al Sham, Estado Islámico de Irak y Levante. Estos grupos fundamentalistas islámicos constituyen el ala más radical del amplio movimiento anti Bachar, y aunque todavía son minoritarios, ostentan una ideología religiosa medieval y reaccionaria. Pese a su antioccidentalismo y anti secularismo, representan los intereses de la burguesa sunnita qatari que es pieza clave en el engranaje de la política imperialista.

Estos grupos han concentrado sus ataques contra las comunidades alauíes, así como a cristianos y sunnitas que no comulgan con ellos, priorizando las diferencias sectarias y religiosas por encima de la urgente lucha militar contra el enemigo común. El régimen de Assad presenta este tipo de acciones militares como parte de una estrategia de grupos terroristas vinculados a Al Qaeda, que se preparan para tomar el control de Siria y Medio Oriente. De esta manera, Assad pretende asustar a las potencias occidentales y obtener su neutralidad para ganar la guerra civil.

6.- El fracaso del Plan de Paz de la ONU

En estos dos años de guerra civil, la inoperante Liga Árabe emitió varias declaraciones de condena a las masacres perpetradas por el ejército sirio contra la población civil, pero no realizó ninguna actividad real para detenerlas.

En 2012, todas las burguesías árabes se alinearon con el Plan de Paz promovido por la ONU, que alentaba una transición ordenada, es decir, esperarían que Bashar Al Assad renunciara y que sus sucesores impulsaran desde arriba la reforma democrática del régimen político.

El Plan de Paz impulsado por Kofi Annan, de 6 puntos, apoyado por Rusia, incluía el cese de la violencia, ayuda humanitaria, apertura política y liberación de presos políticos, libertades democráticas, libertad de prensa, etc. Pero la dinámica de brutal enfrentamiento de la guerra civil se impuso por encima de los esquemas de negociación política.

7.- Los intereses estratégicos de Rusia y China

A diferencia de Libia, en donde el imperialismo norteamericano en pocos meses logró formar un consenso mundial contra el régimen dictatorial de Gadafi, arrastrando a Rusia y China, dos imperialismos emergentes con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el caso de Siria la situación se ha tornado mucho más compleja.

Las diferencias, como siempre, son económicas. Rusia se ha rebelado contra el engaño sufrido en Libia. El nuevo gobierno libio no reconoció las anteriores concesiones petroleras de Rusia, y esta actitud del actual gobierno libio ha dificultado los planes imperialistas de pacificación y estabilización de Siria. Rusia, al igual que China, no solo vetó en dos ocasiones (febrero y julio 2012) dentro del Consejo de Seguridad de la ONU cualquier resolución que permitiera la intervención militar en Siria, sino que ha mostrado con firmeza que no está dispuesta a abandonar a su suerte a su aliado incondicional, Bashar Al Assad, sin antes garantizarse la salvaguarda de sus intereses geopolíticos en la región, como el control de la base naval de Tartus, en el mar mediterráneo.

China mantiene fuertes lazos económicos con Irán. A pesar del bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, Irán es un vital abastecedor de gas y petróleo a China. Las empresas chinas impulsan proyectos eléctricos y de carreteras en Irán. Por ello, la diplomacia China sirve de mediadora entre Irán y las potencias imperialistas occidentales, sobre el tema nuclear.

En ese contexto, una abrupta caída del régimen de Bachar Al Assad, dejaría un camino abierto para posibles incursiones militares en Irán, un país que tiene una vasta frontera con China.

8. El giro de la guerra civil y las victorias militares del régimen

Al comienzo de la guerra civil en 2011, la insurrección popular provocó que el régimen perdiera territorios, que ya no podía controlar. Por ello, y como una correcta táctica militar, el ejército sirio concentró sus tropas en las zonas costeras, para recuperar fuerzas, y proceder a la contraofensiva militar sobre los principales bastiones rebeldes, como ocurrió en la batalla de Alepo.

Después de dos años de guerra civil, mientras los rebeldes carecen de armas, medicinas, alimentos y apoyo económico, las informaciones disponibles indican que el régimen ha comenzado a recuperar la iniciativa en el terreno militar, debido a que las milicias populares están fragmentadas, no han logrado construir un ejército regular, y porque la política del imperialismo y de las burguesías árabes no es construir un poderoso ejército revolucionario, sino obligar a Bachar Al Assad a abandonar el poder.

El régimen sirio reconquistó en junio del 2013, con la ayuda de la experimentada milicia de Hezbolá, la estratégica ciudad de Qusair. Esta victoria militar le permitió unir Damasco con esa zona alauí en el noroeste de Siria, que había sido cercada por las milicias. Con este triunfo militar, Asad se garantizó el control con la frontera de Líbano, obtener una retaguardia segura que le permite abastecerse de armas y obtener refuerzos de combatientes de las milicias de Hezbolá. Este giro en el campo de batalla fue el campanazo de alerta en el campo imperialista. Casi inmediatamente después de la reconquista de Qusair, la administración de Obama, que había estado muy cautelosa, anunció que proporcionaría armamento y apoyo material a las milicias sirias.

9.- El imperialismo también se reacomoda

Y aquí es donde observamos un giro en la política del imperialismo en torno a la guerra civil en Siria. Primero intentó negociar un acuerdo global con Rusia y China, que incluyera la sobrevivencia del régimen de Bachar Al Assad, apoyando una salida negociada con el Plan de Paz de la ONU, pero esta opción fracasó por la obcecación del régimen y por la posición hostil de Rusia y China.

Después, en la medida en que el régimen de Assad recupera terreno militar, el imperialismo se muestra preocupado que una victoria militar del ejército sirio, arruine la estrategia de poner fin a la guerra civil a través de una negociación política. La sobrevivencia del régimen sirio significaría un fortalecimiento del eje Siria-Líbano-Irán, que estropearía los planes del imperialismo y cambiaría dramáticamente la correlación de fuerzas en Medio Oriente, debilitando al sionismo en Israel y al gobierno de Turquía, considerado el ejemplo de democracia islámica.

Contra su voluntad y planes anteriores, presionado por los recientes triunfos militares del ejército sirio, el imperialismo se ve forzado a intervenir militarmente para evitar que Assad gane la guerra civil. Una derrota o aplastamiento de la oposición siria, ahora ganada a la política del imperialismo, significaría la bancarrota de la política imperialista en Medio Oriente. Por eso Obama amenaza con represalias militares directas sobre Siria. El imperialismo nunca interviene para apoyar revoluciones, sino para ahogarlas y sepultarlas, sobre todo en el caso de Siria donde la rebelión popular se muestra incontenible a pesar del escaso armamento.

10.- La experiencia de Libia

Lo que está ocurriendo Siria es similar, con las diferencias del caso, a lo que ocurrió en Libia. Recordemos que en 2011, el imperialismo impuso un ultimátum “amistoso” a Gadafi, su antiguo aliado. Cuando éste se resistió a abandonar los privilegios del poder, y se produjo la insurrección en Bengasi, entonces el imperialismo cambió de posición: apoyó tímidamente a los rebeldes para incidir políticamente en los acontecimientos, inició bombardeos para evitar que el ejército de Gadafi aplastara los bastiones rebeldes, para equilibrar fuerzas y forzar las negociaciones. Para aplicar una política de negociación, necesita mantener con vida la rebelión, pero bajo su control.

En la agresión contra Libia, Estados Unidos y la OTAN implementaron una intervención militar fríamente calculada, sin usar tropas terrestres, basada en el uso masivo de la aviación y misiles de largo alcance. La entrega de armas a los rebeldes libios fue a cuentagotas y siempre con el objetivo de controlar a la dirigencia de las milicias. Al final, la renuencia de Gadafi para abandonar el poder, complicó los planes del imperialismo y radicalizó a los rebeldes. Ninguna fuerza quería negociar con el sanguinario gobierno de Gadafi.

En todas las revoluciones, la política del imperialismo siempre se reduce a un solo punto: evitar la destrucción de las fuerzas armadas del viejo orden, pilar del Estado burgués. Al final, al fracasar una salida negociada, el ejército libio se derrumbó ante el avance militar de las milicias.

¿Cometerá el imperialismo los mismos errores que en Libia? Creemos que el imperialismo aprende rápido las lecciones, y que tratará de evitar a cualquier precio que la guerra civil en Siria termine como en Libia, con el triunfo total de las milicias.

11. La campaña mediática sobre el uso de armas químicas

Barack Obama y el Partido Demócrata tuvieron como gran bandera en la campaña electoral del 2008 en Estados Unidos, la crítica a las actitudes unilaterales de la administración Bush en Irak y Afganistán.

De la misma manera que la administración Bush usó el falso argumento del supuesto uso de armas de destrucción masiva para invadir Irak en 2003, ahora la administración Obama, para justificar los ataques militares contra Siria, utiliza un nuevo pero similar argumento: el ejército sirio está usando armas químicas contra la población civil.

El régimen sirio ha negado el uso de armas químicas y más bien acusa a las guerrillas de utilizar gases tóxicos. En medio de los bombazos, es difícil comprobar quien dice la verdad, pero estos “dimes y diretes” están siendo utilizados por el imperialismo para montar su campaña mundial contra las masacres que ha realizado el ejército sirio, como antesala para la justificación de acciones militares directas.

El gobierno de Siria autorizó una misión de la ONU para que inspeccionara in situ el uso de armas químicas, y aunque todavía ésta no ha rendido su informe, el imperialismo norteamericano se ha adelantado advirtiendo que tomará medidas unilaterales, retomando la estrategia de la criticada administración Bush. La historia es implacable.

12.- Inminentes ataques militares, Segunda Conferencia de Ginebra y Reunión del G-20.

Para este mes de Septiembre está programada la Segunda Conferencia Internacional sobre Siria, que se realizará en Ginebra, Suiza, en la que participaran, entre otros países, Rusia, China y Estados Unidos. De igual manera se realizará la Reunión del G-20 en Moscú, Rusia.

Todo parece indicar que los movimientos bélicos de la flota de Estados Unidos en el Mediterráneo, frente a las costas de Siria, y la amenaza de ataques militares puntuales por parte de Obama, forman parte de una estrategia que pretende obligar al régimen sirio a negociar y poner fin a la guerra civil, al mismo tiempo que la administración Obama teje una red de países amigos para impulsar la negociación en Siria.

Por ello, de cara a la Segunda Conferencia de Ginebra, y la Reunión del G-20, el imperialismo realizará, antes o después de las mismas, los ataques aéreos o de misiles, para imponer su política de negociación. La intensidad de los ataques, si llegan a realizarse, dependerán de la reacción de la resistencia que muestre el régimen de Bashar Al Assad y también de la posición o colaboración de Rusia y China.

13.- Dificultades para crear un bloque mundial

A diferencia de Libia, donde el imperialismo logró montar rápidamente un bloque mundial y regional contra el gobierno de Gadafi, en el caso de Siria han aflorado las enormes dificultades y contradicciones. Irónicamente, la crisis económica mundial juega a favor del régimen sirio.

El intento de David Cameron, primer ministro de Inglaterra, de obtener la aprobación del parlamento, para iniciar los ataques militares contra posiciones del ejército sirio, se encontró con un primer voto de rechazo. La oposición británica insistió que cualquier ataque militar contra Siria debe ser aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, y con el veto de Rusia y China, eso nunca ocurrirá.

Aunque Francia ha confirmado su anuencia a atacar militarmente al ejército sirio, la neutralización del ejército inglés, principal aliado militar de Estados Unidos, obligó a Obama a realizar una maniobra al interior de Estados Unidos. Aunque insiste en la necesidad de atacar unilateralmente posiciones del ejército sirio, ha subordinado esta decisión a la aprobación del Congreso de Estados Unidos, cuando este se encuentra en receso. Un comité del Senado de Estados Unidos, ya dio luz verde para un ataque limitado a 60 días.

Mientras el imperialismo crea las alianzas necesarias para atacar militarmente a Siria, se produce un pequeño compás de espera, dándole tiempo a las negociaciones que pueda parir la Segunda Conferencia de Ginebra o la Reunión del G-20.

14.- Pacifismo y guerra civil

Las amenazas de ataques militares contra posiciones del ejército sirio, han provocado manifestaciones pacifistas en Estados Unidos y algunos países europeos.

Toda movilización pacifista contra los inminentes ataques del imperialismo, es sumamente progresiva, de eso no hay duda. No obstante, estas manifestaciones contra el imperialismo, no deben interpretarse o transformarse en apoyo político al régimen dictatorial de Bashar Al Assad.

15. Debemos apoyar militar y materialmente al bando rebelde

En Siria, existen actualmente dos ejércitos o fuerzas militares que luchan a muerte por el poder. No hay campo intermedio o terreno neutral.

Por un lado está el ejército sirio, al servicio de la dinastía Assad, apoyado militarmente por Rusia y China, que oprime y masacra a la mayoría de la población. Este bando refleja las viejas y antidemocráticas estructuras de poder del Estado burgués en los últimos 40 años, no es revolucionario ni progresista, defiende el actual statu quo. Si tiene fuertes roces con el imperialismo norteamericano es porque se resiste a modificar las estructuras de poder que favorece a la minoría alauita. El imperialismo norteamericano y europeo presiona militarmente, no porque les interese la democracia en Siria, sino porque quieren detener la revolución democrática en curso, no quieren que Siria termine como Libia, con un triunfo militar de las milicias populares.

Por otro lado, está el bando rebelde, que refleja la insurrección de la mayoría de las masas populares contra las instituciones del Estado burgués. Dentro de este amplio bando rebelde existen distintas fuerzas de izquierda que luchan para derrocar al régimen de partido único. Tambien, existen comités locales y milicias populares que combaten militarmente al ejército sirio y que se resisten a ser instrumentos de la política de negociación del imperialismo.

Este bando heterogéneo y plural refleja una genuina y auténtica revolución democrática, pero tiene una gran contradicción: la conducción de este bando está conformada por la oposición burguesa, vacilante, timorata, ahora domesticada por la política del imperialismo norteamericano. Esta es la dura realidad. Al no contar con una dirección revolucionaria, se han acrecentado los sufrimientos de las masas insurrectas. La política de la oposición burguesa y su colaboración con el imperialismo pone en peligro la lucha democrática y el resultado de la guerra civil.

Las amenazas de inminentes ataques militares del imperialismo norteamericano no buscan que triunfe el ejército rebelde, sino presionar al ejército sirio para que detenga su avance militar, negocie y termine la guerra civil, liquidando la posibilidad de un triunfo militar de los rebeldes, preservando intacta esa gigantesca maquinaria militar como es el ejército sirio.

En esas condiciones, impuestas por la dura realidad, los trabajadores de Centroamérica y del mundo tenemos que rechazar cualquier ataque militar del imperialismo, al mismo tiempo que rechazamos la política de Obama que consiste en evitar el triunfo militar de la revolución, salvando el régimen opresor, pero despidiendo únicamente a su cabeza visible: Bachar Al Assad.

Y la única manera de que triunfe el ejército rebelde, es apoyando militarmente la insurrección, independientemente de las profundas diferencias políticas con su actual conducción. Llamamos a los sindicatos, centrales obreras, partidos de izquierda y fuerzas democráticas y antimperialistas, a exigir a los respectivos gobiernos, sea Estados Unidos, las potencias europeas, los países árabes o cualquier país latinoamericano, que reconozcan a los grupos rebeldes de Siria como fuerzas beligerantes, con derecho a recibir armas, alimentos, medicinas y todo lo necesario para evitar el sufrimiento de la población civil y garantizar el triunfo militar sobre la dictadura de Assad.

Confiamos que al calor del combate, surgirá una nueva dirección revolucionaria que orientara correctamente a las masas sirias en su lucha por la liberación nacional y social. Nuestro apoyo material y militar incidirá en el surgimiento de esa nueva dirección revolucionaria que tanto necesita la revolución siria.

Desde Centroamérica, zona donde hubo guerras civiles en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en nombre de los caídos en combate alertamos a nuestros hermanos de Siria y Medio Oriente de la engañosa política del imperialismo norteamericano, que hoy amenaza con atacar al régimen sirio pero que en el fondo anhela una negociación con el mismo, con el objetivo de abortar la revolución siria en curso.

De la misma manera que se requiera una amplia unidad de acción contra la dictadura de Bashar Al Assad, brindando apoyo material y militar a los rebeldes, para que triunfe la insurrección siria, también se requiere la más amplia unidad de las fuerzas antiimperialistas a nivel mundial para frenar los ataques del imperialismo, y evitar que el futuro de la revolución siria sea decidido en una mesa de negociación del imperialismo.

¡Alto a los ataques del imperialismo contra Siria!

¡Abajo la dictadura de Bashar Al Assad!

¡Por el apoyo material y militar a los rebeldes, por el triunfo militar de los rebeldes!

¡Que los grupos rebeldes sean reconocidos como fuerzas beligerantes, con derecho a recibir armas, municiones, medicinas y alimentos!

Centroamérica, 4 de Septiembre del 2013

Secretariado centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA).

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