Por Aquiles Izaguirre.

La crisis política en Nicaragua ha generado enormes problemas en el país, las penurias para el pueblo no se aminoran, la bestial represión desatada por el tirano ha arrojado a miles de nicaragüenses en búsqueda de una salida, para resguardar sus vidas, integridad física, huyendo de la cárcel, la tortura y hasta la muerte. Por eso es que las oleadas de nicaragüenses que buscan refugio en Costa Rica no se hicieron esperar, miles de nacionales han buscado en Costa Rica la libertad y seguridad que no encuentran en su propia tierra. Sin embargo, esta onda migratoria, no ha encontrado la acogida esperada en una parte de la población tica, que ve con desconfianza e incertidumbre la masividad con que llegan los desplazados. Sin embargo, es en estas épocas de crisis humanitaria cuando más debemos apelar a la fraternidad, comprendiendo la importancia de rescatar lazos de solidaridad entre pueblos que son hermanos.

La migración producto del capitalismo.

La migración no es un fenómeno nuevo, sin embargo, no siempre ha sido causa permanente de problemas y hostilidades. Por milenios fue uno de los grandes motores de nuestra especie, la conquista del mundo solo se hizo posible por las oleadas migratorias que partieron de África y que paulatinamente conquistaron el planeta y su entorno.

Hace miles de años esas oleadas moldearían el mundo y redefinirían el futuro de nuestra especie. Pasaron miles de años y todo ha cambiado producto de la ambición empresarial, la migración pasó de ser una fuerza motriz, convirtiéndose en un problema que acosa a todos los países del mundo, especialmente a las potencias y los países subdesarrollados.

Hay algunos casos curiosos en que regiones o países vecinos se han vivido flujos migratorios constantes, producto de la guerra, inestabilidad política y mala gestión económica fruto de la corrupción propia del sistema.

Las migraciones de origen económico y político

Esa es la historia reciente entre Costa Rica y Nicaragua, en donde la derrota de la revolución creó condiciones para la constante salida de nicaragüenses hacia el sur. La pobreza extrema, la acumulación de riqueza, el apego al poder, la guerra son los gérmenes generados por el sistema que han vuelto la migración uno de los grandes problemas del siglo XX y XXI. En Nicaragua esa expresión se ve claramente en el apego que tienen los gobernantes a la administración del Estado, fuente de sus negocios y riquezas. La represión del dictador, es la materialización de su férrea determinación de defender los negocios de su familia.

Marchas xenófobas en Costa Rica.

Migrar nunca ha sido fácil, ya que el migrante tiene que abandonar su vida, su familia y la tierra en la que estaba su memoria, su ser. Y como todo fenómeno crea contrafenómenos expresados políticamente en marchas xenófobas organizadas por grupos fascistas, barras bravas y otros que han explotado el sentido de inseguridad y los sentimientos nacionalistas imperantes en Costa Rica y la campaña xenófoba costarricense y de Ortega desde Nicaragua. Sin embargo, no es fortuito que también se estén creando conciencias que llaman a la solidaridad que por muchos años han acompañado a ambas naciones, como se expresó en las décadas previas al derrocamiento de la dictadura Somocista.

La exnadadora, Sylvia Poll resume una parte de esta historia: “Con este vídeo que les comparto y que me sacó las lágrimas, es la Costa Rica que SI quiero. Lo que se vivió en el parque La Merced... NO! Yo nací en Nicaragua, dónde durante mis primeros años tuve una linda infancia, pero por la guerra de 1979, con 8 años emigré repentinamente con mi familia a Costa Rica. No fue fácil dejar todo lo que conocía, pero en Costa Rica fuimos recibidos con brazos abiertos y solidarios, lo cual mi familia estado de terna mente agradecida. En Costa Rica nací como nadadora. Gracias a ese cariño recibido cuando llegamos como inmigrantes, me hice costarricense y representé como atleta Costa Rica con mucho amor y orgullo” (La Prensa Libre 21-08-2018)

A pesar de la solidaridad que los nicaragüenses, como parte de la nación Centroamericana, demandan de un país hermano como Costa Rica, debemos estar claros que nuestra realidad no cambiará fuera de Nicaragua. Si hoy nos toca salir por la brutal represión que ha hecho el dictador, también debemos estar conscientes que aún en el extranjero debemos organizarnos y crear comités de solidaridad con la lucha en Nicaragua, reuniéndonos políticamente para discutir lo que pasa en nuestro país y desarrollando estrategias que permitan derrotar a la dictadura y regresar al tan anhelado suelo que busca libertad. Podemos salir de Nicaragua, pero nunca abandonar la causa de la lucha democrática, de los pobres y de nuestro propio futuro.

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