Por Orson Mojica

La gran sorpresa anunciada de la VII Cumbre de Las Américas, que se realizó los días 10 y 11 de abril en ciudad Panamá, fueron las reuniones directas del presidente Barack Obama primero con el presidente Raúl Castro de Cuba y después con el presidente Nicolás Maduro de Venezuela.

Un continente en paz

Esta fue la principal afirmación del presidente Juan Carlos Varela, al momento de inaugurar la VII Cumbre. Y tiene razón: ya no existen guerrillas en América Latina que representen un peligro para la existencia del Estado burgués o la dominación del imperialismo norteamericano. Las FARC de Colombia están en la etapa final de negociación para entregar las armas.

Aunque se han producido luchas de masas en las últimas décadas, estas no han logrado poner en peligro o destruir al sistema capitalista. No hay paz social en América Latina, mientras exista capitalismo habrán luchas y resistencia de las masas, pero sí existe una situación en la que la burguesía maneja con tranquilidad el Estado, y se concentra en sus negocios.

Varela lamentó que no se haya firmado los mandatos de acción de la VII Cumbre de Las Américas, a pesar que existía consenso en 42 de los 48 puntos

La crisis en Venezuela

Uno de los temas que dominó la agenda política antes y durante la VII Cumbre de Las Américas, fue la crisis económica y política en Venezuela. El detonante ha sido el reciente Memorándum firmado por Barack Obama, que colocó la crisis en Venezuela como un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos, y ordenó sanciones para altos funcionarios chavistas.

Indudablemente, estas presiones forman parte de una estrategia imperialista de presionar para lograr cambios dentro del régimen político venezolano, dominado por el chavismo. La repuesta de Maduro ha sido el endurecimiento y el encarcelamiento de otros dirigentes de la oposición de derecha.

Este nuevo roce entre Estados Unidos y Venezuela se produjo cuando se producían intensas negociaciones entre Cuba y Estados Unidos. El eje La Habana-Caracas, muy sólido en los últimos 15 años, parecía haberse dividido en dos polos: uno que se enfrentaba a Estados Unidos y otro que negociaba con él. Pero eso es solo la apariencia, no la esencia del fenómeno.

Estados Unidos intensificó las presiones contra Venezuela antes de la VII Cumbre, con el objetivo de crear un frente de países que obligasen a Venezuela a realizar reformas democráticas internas que permitan a la acorralada oposición de derecha avanzar mucho más, pero al final tuvo que retroceder. Antes de la reunión en Panamá, Roberto Jacobson, sub secretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, viajó a mediados de marzo a Cuba y después a Caracas, a comienzos de abril. Las negociaciones con Cuba marchan viento en popa, pero con Venezuela hay muchos obstáculos.

Jacobson llegó a Caracas y después de una reunión con altos funcionarios del gobierno de Maduro, expresó: “El tono que están usando ahora los líderes (latinoamericanos) demoniza a Estados Unidos como si fuera la fuente de los problemas de Venezuela, cuando no lo somos, y ello nos dificulta avanzar de una manera pragmática. Estuve un poco decepcionado porque no hubo más (países) que defendieran el hecho de que (las sanciones) claramente no buscaban perjudicar al pueblo venezolano ni a todo el gobierno y no explicaran, como nosotros les explicamos previamente, que el objetivo era muy limitado” (La Jornada, 5/4/2015).

La posición de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos no es antiimperialista, pero el desacuerdo con Estados Unidos le da un amplio margen de maniobra al gobierno de Maduro. La burguesía latinoamericana está muy preocupada por el desenlace de la crisis en Venezuela, todos temen las consecuencias de una guerra civil y por ello se movilizan diplomáticamente, para evitar que los golpes que pueden asestar Estados Unidos polaricen aún más el candente panorama político.

Quizá quien mejor expresó este punto de vista, durante las sesiones de la VII Cumbre, fue el propio presidente Juan Carlos Varela, cuyo gobierno por cierto no pertenece al ALBA ni a UNASUR.

Al final de la VII Cumbre de Las Américas, el presidente Varela declaró que: “Las situaciones políticas de los países tienen que ser resueltas por sus pueblos por las vías democráticas (…) Los presidentes no podemos entrar a decidir asuntos internos de otros países. Eso lo deciden los pueblos en las urnas (…) Toda salida a un conflicto político tiene que ser por la vía del diálogo. Por eso insistimos en el diálogo y en el respeto al mandato del presidente Maduro” (La Prensa, 11/04/2015)

El encuentro Obama-Maduro

Obama se reunió brevemente con Maduro. Se conoce muy poco de la agenda que desarrollaron. Maduro en conferencia de prensa, declaró entusiasmado que "Hemos tenido un encuentro breve, de 10 minutos, con el presidente Barack Obama, ha sido un encuentro serio, franco, nos dijimos verdades... (puede) abrirse la posibilidad de ir un proceso de conversación con el Gobierno de EE.UU. y explorar el camino de relaciones de respeto, que es lo fundamental… Le dije al presidente Obama que no somos enemigos de los EEUU". (Varias Agencias de Prensa).

Queda claro que la estrategia imperialista de presionar para negociar ha dado algunos resultados, aunque no necesariamente como lo había programado Obama. La gran negociación sobre Venezuela girará en torno a las próximas elecciones, que prepararían el camino para un recambio pacifico de gobierno.

Mientras en la VII Cumbre de Las Américas prevalecieron las negociaciones y acuerdos diplomáticos, en las afueras del centro de convenciones funcionaron algunas fuerzas de choque. Una de estas estaba compuesta por la denominada “Declaración de Panamá, firmada por 26 expresidentes iberoamericanos, en la que exigieron elecciones parlamentarias limpias en Venezuela, y la excarcelación de los dirigentes de la oposición burguesa: Leopoldo López, Antonio Ledezma y Daniel Ceballos.

La reunión Obama-Castro

En realidad, esta reunión ya no fue una sorpresa, porque los medios de comunicación anunciaron con regocijo este encuentro. Tiene, obviamente, un gran significado. Era la primera vez desde el triunfo de la revolución cubana en 1961 y de la posterior imposición del bloqueo, que se producía un encuentro entre presidentes de ambas naciones.

Algo ha cambiado en el mundo para que este encuentro se haya producido. Obedece no solo a la decadencia del imperialismo norteamericano, sino también a los cambios internos en Cuba, donde se desarrolló un acelerado proceso de restauración capitalista, en una economía devastada por el prolongado bloqueo económico.

Obama en tono ceremonioso declaró que: “Ahora estamos en una posición de avanzar hacia el futuro y dejar atrás algunas circunstancias del pasado (…) Obviamente, habrá diferencias significativas entre nuestros gobiernos. Seguiremos expresando nuestras preocupaciones e inquietudes sobre la democracia, y como escuchamos del presidente Castro, ellos seguirán expresando sus preocupaciones sobre la política estadounidense. Pero hemos concluido en que podemos no estar de acuerdo, dentro de un espíritu de respeto, y que con el tiempo es posible voltear la página y construir una nueva relación entre nuestros países” (La prensa, 12/4/2015).

Raúl Castro, por su parte, declaró brevemente que "Creo fundamental lo que ha expresado Obama. Es lo mismo que pensamos nosotros... Estamos dispuestos a discutirlo todo (…) Ha sido una historia complicada la de nuestros países, pero estamos dispuestos a avanzar como él está diciendo y a hablar de todo, como los asuntos de derechos humanos… Puede ser que [Estados Unidos] nos convenza de unas cosas y de otras no, no hay que hacerse ilusiones”. ” (La prensa, 12/4/2015).

Antes de la reunión de ambos presidentes se produjeron varias sesiones de trabajo entre el canciller de Cuba y John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos. El canciller cubano es consciente de que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba es un camino largo y complejo.

Estados Unidos está muy interesado en el mercado virgen de 12 millones de personas en Cuba, un país destruido económicamente pero con una mano de obra altamente estudiada y calificada, a escasas 90 millas de su territorio.

La estrategia de negociaciones y presiones

Para el chavismo y el castrismo este tipo de negociaciones representan una victoria política y diplomática. Pero esto es un solo un aspecto de la realidad, porque tanto en Cuba como en Venezuela se está produciendo un retroceso de ambos procesos revolucionarios. El retroceso en Cuba es más dramático porque el reconocimiento diplomático de Estados Unidos se produce al mismo tiempo que se fortalece la restauración capitalista.

La estrategia imperialista de Obama es tan perniciosa como la agresiva política de su antecesor George W Bush, que invadió Irak. Siempre que se produzca una negociación, algo inevitable, debemos rascar para descubrir lo que ésta oculta.

La política de golpes de Estado e invasiones militares en América Latina, parece estar guardada temporalmente en un closet de la Casa Blanca. Ahora predomina otra estrategia, igualmente peligrosa. Quien mejor explica esta nueva estrategia es Ben Rhodes, asesor de estrategia en comunicaciones de Obama, en una reciente entrevista: "Estados Unidos no está aquí para derrocar los gobiernos de América Latina, estamos en el negocio de la cooperación…Estamos comprometidos con restablecer las relaciones diplomáticas con el gobierno cubano, no estamos enfocados en derrocar o cambiar su actual régimen. Estamos participando en actividades con este gobierno y claramente vamos a seguir teniendo diferencias en ciertos temas como el del acceso a la información." (CNN, 10/4/2015).

La política de Obama hacia Cuba es la misma política hacia Venezuela, con algunos cambios y matizaciones.

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